La crisis en la que está sumida la Coordinación Ecológica del Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) supera largamente la deuda que mantiene con ella el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que -esto es la Argentina, al fin y al cabo- tiene dos versiones: la del Gobierno porteño, que afirma que es de 67 millones de pesos y la de la propia CEAMSE, que la fija en 100 millones.
En los últimos años, diversas gestiones que sufrió CEAMSE la dejaron sumida en un estado de anomia operativa que amenaza seriamente su futuro. Pero en agosto de 2001, el tobogán por el que venía deslizándose la empresa se convirtió abruptamente en abismo. En ese mes -al tiempo en que comenzaba a disminuir el volumen de los residuos que disponía la empresa- comenzó a crecer la morosidad de casi todos los 31 municipios que forman parte de la CEAMSE.
La deuda de los municipios creció ahora hasta los 35 millones de pesos -algunos la sitúan en los 50 millones- y no cesa de crecer. Pero estos números, que denuncian un agravamiento en la viabilidad de la empresa, no alcanzan a explicar la profundidad de su caída. Para esto habría que analizar las últimas administraciones que sufrió CEAMSE.
Guillermo Ferraro, por ejemplo, elevó sensiblemente los gastos de la empresa en representación, en consultorías externas y en la parafernalia del marketing y la publicidad. Mientras tanto, la gestión de los residuos sólidos urbanos, que es la razón de ser de la empresa, era dejada en manos de funcionarios de segundo nivel, mientras su presidente se dedicaba a la creación de su plataforma política futura.
Tampoco los intendentes del conurbano colaboraron nunca con la gestión de los residuos que se generan en sus territorios. Nunca -desde la creación de la empresa- estuvieron demasiado convencidos de la necesidad de su existencia. Por esta razón, proliferan desde entonces los basurales clandestinos -frente a los que hacen la vista gorda-, que no cuentan con ningún tratamiento de los residuos ni con medidas de saneamiento en sus alrededores.
Esta cultura -que predominaba en la era pre-CEAMSE- de tirar la basura al aire libre y no preocuparse más por ella es la que genera la nostalgia de hombres de estado sin formación, ni planes de gobierno, ni visión de futuro. Hasta el propio ministro de Gobierno bonaerense, Osvaldo Amieiro, expresó en repetidas ocasiones la necesidad de que los intendentes vuelvan a gestionar sus propios residuos, con un nivel de irresponsabilidad preocupante y, lo que es peor, contagioso.
Todos estos elementos -y otros que iremos desarrollando en el futuro- coadyuvan a agudizar la vulnerabilidad de una empresa que en estos momentos sufre -además- la morosidad de sus socios en colaborar económicamente para su subsistencia. El futuro de CEAMSE no depende entonces exclusivamente de la prontitud del Gobierno porteño en transferir el dinero a sus arcas. Mucho más que eso, será su propia capacidad de optimizar su capacidad de gestión en medio de la tormenta que es en estos momentos la Argentina.