Ofuscado, irritado, enojado y un sinfín más de adjetivos por el estilo sirven para definir el malestar que le causó al legislador de Compromiso para el Cambio Jorge Enríquez, la purga que el Gobierno Nacional anunció el último fin de semana.
"Las purgas sin fundamentos no constituyen una política saneadora, y sí una actuación coyuntural que mucho daño le hace a una institución cuyos miembros son tratados con genérico desprecio. Si existen entre los relevados funcionarios policiales que cometieron irregularidades, ellos deben ser sancionados con todo el rigor, pero de ninguna manera se puede incurrir en caprichosas generalizaciones", salió en defensa de los uniformados el legislador.
Siendo consecuente con su diatriba, el presidente de la Comisión de Seguridad de la Legislatura Porteña elevó un pedido de informes al Ejecutivo local para que por su
intermedio llegue al Ejecutivo Nacional. Allí solicita una información más detallada sobre los motivos de las purgas en la Policía Federal.
El político radical, además, señaló que durante su paso por la Subsecretaría de Gobierno de la Ciudad y más tarde como legislador, conoció a varios purgados, de los que tiene la mejor opinión como servidores públicos y como personas. "Son desplazados de la manera más arbitraria, sin sumarios, sin siquiera saber qué faltas se les imputan, sin ser oídos, y cae sobre ellos una indebida sospecha que mancha sus reputaciones", los defendió Enríquez.
Sin embargo, aclaró que su defensa no abarca a los malos policías. "Si existen entre los relevados funcionarios policiales que cometieron irregularidades, ellos deben ser sancionados con todo el rigor, pero de ninguna manera se puede incurrir en caprichosas generalizaciones", agregó.
"Una verdadera política de seguridad, no pasa por medidas ampulosas, sino que requiere modificaciones de fondo en la legislación y en las prácticas judiciales y penitenciarias. Los porteños pedimos que se derogue la denominada Ley Cafiero y se nos traspase la Policía Metropolitana, con lo cual contaríamos con más de 20.000 policías, y no sólo con 1.200 efectivos más. Basta de espasmódicos gestos destinados al aplauso fácil de una platea que, por otra parte, está cada vez más vacía", concluyó Enríquez.