El economista de la Fundación Capital, Martín Redrado opinó que "la persistencia y profundidad de la actual recesión -que ya ingresó en su cuarto año consecutivo- provocó un obvio deterioro en el nivel de bienestar de una vasta porción de la población. En promedio, el ingreso per cápita ha caído un 14% desde el inicio de la recesión, e iguala al ingreso promedio de mediados de 1995 (en pleno "tequila") y al de mediados de 1993, con lo que prácticamente se ha perdido buena parte de los efectos benéficos de la expansión de la década anterior".
Agregó Redrado que "en ese marco, la política económica, además de las consabidas restricciones fiscales (riesgo de default), financieras (huida de depósitos) y políticas (poder repartido), enfrenta también una no menos importante restricción social, que se refleja en la intolerancia popular a cualquier medida adicional de carácter regresivo como aumentar impuestos o reducir salarios y jubilaciones".
Para finalizar sostuvo que "no es difícil darse cuenta que la restricción fiscal, donde es necesario reducir el gasto ("déficit cero"), y la restricción social, que requiere fondos para atender la emergencia (por ejemplo, planes "Trabajar"), entran en colisión. La única bisectriz que puede avanzar respetando simultáneamente ambos condicionantes es la "eficientización" del gasto público, donde la reasignación de partidas permita ahorros fiscales y la llegada directa de los fondos sociales a los beneficiarios atenúe la situación de los más necesitados. En otras palabras, la tantas veces anunciada reforma del Estado ya no es una opción, sino una imposición de la realidad.



