Un lanzamiento electoral sin mística

Un lanzamiento electoral sin mística


Ahora sí puede decirse que se lanzó la campaña electoral para confirmar el 13 de agosto los candidatos que disputarán en octubre todos los puestos legislativos en el país. Palabras clave: defensa propia, esperanza, grieta, Pepsico, flexibilidad laboral, timbreo, destrucción, debate.

Sorprendieron los discursos de inauguración, unos porque ignoraron a sus contendientes para no convertirlos en enemigos porque el pueblo en general descredita la intención, otros los nombraron para identificar públicamente a sus adversarios, por necesidad estratégica de ocupar un lugar.

Llamó la atención que, contrariamente a las costumbres electorales, al menos dos partidos quisieron tener lejos al periodismo pero por diferentes motivos, Unidad Ciudadana y Cambiemos. El primero por la inconveniencia del contacto directo con los periodistas frente a la saga de cuestionamientos judiciales, el segundo para evitar los escraches a que los tiene sometidos el kirchnerismo.

Los demás siguieron ordenadamente el hábito de establecer una suerte de cadena nacional cronometrada con los canales de cable.

Básicamente, todos los partidos mostraron hasta ahora una sospechosa civilidad en el comportamiento, los discursos fueron discretos y respetuosos al criticar al adversario elegido, y todos se ciñeron al llamado de la “esperanza”. Esperanza para dejar atrás el pasado, esperanza de salvar el presente, esperanza para imaginar el futuro. ¿Alguien puede creer que los argentinos están hartos de la esperanza, que nunca trajo nada en las últimas cinco décadas?

La presente campaña va a carecer de mística, en primer lugar porque ella ha muerto aplastada por las mentiras, las hipocresías y las simulaciones. No crecerá ese césped en una época de degradación de la política. Los resabios del peronismo y el pintoresquismo de sus actos estuvieron ausentes de los actos. Casi nada de bombos ni marcha peronista.

Todos están comprendiendo el cambio de era, hasta Cristina Fernández, que deja afuera a la militancia y solo acepta la concurrencia por invitación en estadios cerrados, pequeños, alejados de las luces de los centros políticos. Fue notable escucharla decir que los representantes de su flamante espacio debían “salir a escuchar” a la gente, ella que se caracterizó por no escuchar jamás a nadie.

No es casual. El discurso político moderno que vino a instalarse en el siglo XXI aconseja sabiamente generar “empatía con el otro”, lo que significa que es necesario “comprender” e “incluir” a los demás. El nuevo asesor de Cristina Fernández es tan ecuatoriano como Jaime Duran Barba (asesor de Cambiemos) y usa el mismo libreto exportado desde las tierras de Rafael Correa. ¿Una casualidad?

¿Es casual que ahora los precandidatos hayan cambiado los escenarios, copiando descaradamente la estética inaugurada por Mauricio Macri desde hace más de nueve años? ¿Por qué Cristina y Sergio Masa ordenan instalar una tarima cuadrada, como una prolongación del escenario, desde donde dan sus discursos? Tampoco eso es casual.

El PRO fue el promotor de valores –como ellos dicen con convicción- como la cercanía y la proximidad con la gente. El círculo donde se ubican Macri y Horacio Rodríguez Larreta fue establecido para permitir que la gente, sentada en derredor, perciba esa cercanía del dirigente.

La pregunta es: ¿Cristina, entonces, qué hacía antes desde los escenarios cuando hablaba? Arengaba al viejo estilo de los líderes carismáticos. ¿Masa, que hacía hasta la anterior campaña cuando hablaba desde el escenario fijo? Arengaba. ¿Había que cambiar las formas? Efectivamente sí, pero no sólo eso ni tampoco copiando burdamente.

Urge sincerar el discurso, su contenido, las promesas, y la forma de relacionarse con los electores. Urge derogar los egocentrismos, urge reconocer de verdad que los dueños del poder político son los votantes, a quienes hay que tratar con cariño, amabilidad, respeto y sinceridad.

Unidad Ciudadana propuso en boca de su máxima representante –ahora portadora sin prejuicios de las calzas y los atuendos sueltos- que el voto del 13 de agosto “debe ser un voto en defensa propia, un voto en defensa de ustedes mismos”. Ya no pide el voto para ella y deja hablar a extras elegidos y producidos más tiempo que el que acostumbraba a usar en las insoportables cadenas nacionales. Milagro de la política, ductilidad de una de las principales precandidatas.

“Salgan a la calle a escuchar lo que le está pasando a la gente, a ayudarla, a acompañarla, a decirles que hay esperanza”, pidió en tono lastimero y hasta rogó que los precandidatos de su espacio, cuando los electores les digan que “algo se cayó” les respondan que “hay esperanzas”.

El Frente Renovador que, al igual que el kirchnerismo, cambió de nombre y se llama 1País, se aferró a “la grieta” como eje central del discurso pero para decir que hay que superarla. Machacar sobre determinados conceptos, aún en términos negativos, no hacen más que consolidarlos.

El precandidato a Senador por 1País, Sergio Masa, tiene doble trabajo para avanzar en la conquista del electorado, porque ha elegido lidiar con dos adversarios a la vez. Aspira a seguir en el medio de dos presuntos extremos que, a juicio de su comando de campaña, son Unidad Ciudadana y Cambiemos.

Masa busca diferenciarse y ha elegido el camino de la moral. Cuestiona el aumento de las dietas legislativas, cuestiona los fueros legislativos. También propone planes para que bajen los precios, busca conquistar a la clase media con la que Macri llegó a la presidencia de la Nación, dejándole los ricos a él y que Cristina Fernández se quede con los pobres.

Su compañera Margarita Stolbizer, segunda precandidata a senadora, va más a lo concreto: presenta más denuncias judiciales contra el kirchnerismo que Elisa Carrio y condena una “flexibilización laboral” que no existe, pero por las dudas. Ella también pide la construcción de un proyecto que “nos devuelva la esperanza” y reclama que desaparezca la “grieta social”, un aggiornamiento del término más usado en los últimos años.

Por su parte, Florencio Randazzo languidece dentro del Partido Justicialista, nombre que desechó para usar “Cumplir”. ¡”No me dejen solo! Fue lo primero que les dijo a sus precandidatos cuando se aposentaron en sus lugares para que encabece el acto. Además de pedirle al presidente que “cambie la política económica porque está destruyendo a la Argentina”, le sugirió que termine con el “timbreo”, que se reúna con los vecinos sin cámaras, sin fotos y ahí le van a contar lo que está pasando.

Randazzo es de raigambre peronista pero hasta ahí. Un peronista de verdad sabe que de todos los recursos de campaña el timbreo es el único que da resultado. Claro está que si ha dejado de caminar la gente está cada vez menos cerca.

Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y en el resto del país, y “Vamos Juntos” en Capital Federal, no hicieron actos de lanzamiento salvo poquísimas excepciones. Salieron a timbrear a nivel nacional, distribuyeron prolijamente a sus precandidatos en distintos territorios; fueron acompañados en algunos lugares por funcionarios más reconocidos a nivel público. El partido de gobierno debe sobrexigirse para generar nuevos políticos. No los tiene.

Mientras esto pasaba, Martín Lousteau -principal precandidato del partido porteño “Evolución”, otro que cambió el nombre- buscó de todas las maneras posibles que su adversaria en la única ciudad autónoma del país, Elisa Carrió, accediera a debatir con él públicamente. Sí, cómo no. La chuzeó dos veces, una diciéndole que ella no era Rodríguez Larreta, y otra cuando le dijo que la “república” se recupera recomponiendo el Estado y “no haciéndose la Juana de Arco”. Como diría el marido de Patricia Sosa: “Pará pibe, ¿quién sos?, ¿qué te pasó en la vida?

Finalmente, la izquierda logró hacer un lanzamiento de campaña atípico con un acto revolucionario frente al establecimiento de Pepsico, donde desalojaron a unos pocos trabajadores que en vez de aceptar el doble de indemnización “defendieron la fuente de trabajo” que decidió cerrar irremediablemente para trasladarse a Mar del Plata.

Debe haber sido el lanzamiento más barato de la historia donde Nicolás Del Caño, Luis Zamora, Miriam Bergman, Vilma Ripoll y otros, pudieron dar extensas declaraciones para reinstalarse en la campaña electoral.

Y el mundo sigue andando.

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