Predicar con el ejemplo

Predicar con el ejemplo


Los ciudadanos de este país sufrimos un intento de adoctrinamiento en los últimos años en los que desde el Estado nacional se nos intentó convencer que cualquier regla o ley podía ser quebrantada si había una justificación política para hacerlo.

Este pensamiento, que pretendió imponerse como único, tiene su fiel reflejo en  lo que sucedió este domingo frente al Congreso de la Nación. Luego de muchas horas de negociar y de pedir a un grupo de gremialistas docentes el permiso que debe tramitar para ocupar el espacio público con una estructura gigante, la Policía de la Ciudad desmanteló un armazón que no tenía autorización para ser colocada allí.

Sin ahondar en detalles -ya que son de público conocimiento-, está claro que el problema es mucho más profundo y tiene que ver con cuestiones arraigadas durante los últimos años: ¿Somos responsables del rol que ocupamos cómo dirigentes? Aquellas personas que asumimos roles sociales, ¿no debemos predicar con el ejemplo? ¿No es hora de comenzar a aceptar que tenemos responsabilidades tanto como derechos?

No hay dudas sobre que hay ciertas tareas que merecen todo nuestro respeto por su carga dentro del desarrollo de una sociedad. Educadores, policías, bomberos, jueces, fiscales, políticos; todos tenemos un rol que va más allá que un mero trabajo, tenemos vocación. Por ese motivo, todos debemos predicar con el ejemplo y lo que algunos sindicalistas hicieron el domingo es irresponsable.

Los docentes tienen la obligación de enseñar y la responsabilidad de dar el ejemplo. Lo que asusta es que para esos dirigentes que definieron ir a un paro porque el Estado les dijo que no, con la ley en la mano, perder un día de clases no genera ningún nivel de culpa. Pero cada día de aprendizaje, es fundamental e irrepetible.

Y me gustaría dar un ejemplo de ello: este martes, justo el día del paro, visitamos un Centro de Formación Profesional (CFP N°3), lugar que sirve para capacitar a personas que buscan un oficio para mejorar o reconvertirse laboralmente. En uno de esos cursos me encontré con Sebastián, un joven que estaba haciendo un curso de instalador eléctrico. Cuando le pregunté por qué estaba allí, me dijo algo que nos debería calar hondo: “estoy acá porque durante gran parte de mi secundario me tocó una época de muchos paros y no pude aprender casi nada”. Sebastián había perdido TIEMPO.

Porque ahora debía cursar un año un curso que podría haber aprendido en su colegio. Ya es hora que cada uno en el lugar que eligió, o que lo eligieron, seamos responsables de nuestra tarea. Porque la irresponsabilidad, no sólo produce problemas a corto plazo, sino consecuencias incalculables en el futuro. Seamos responsables, prediquemos con el ejemplo.

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