El potente liderazgo de Angela Merkel

El potente liderazgo de Angela Merkel


La agenda de expansión de la Argentina al mundo trajo hasta Buenos Aires a la figura política más relevante de Europa, la canciller alemana Ángela Merkel, quien en pocos meses podría ser reelegida para un cuarto mandato de gobierno en su país.

Si lo logra se convertirá en la primera mandataria de los países democráticos en exceder los tiempos de mandatos más largos en el mundo.

Ángela Dorothea Kasner –tal es su verdadero nombre- es actualmente la mujer más poderosa del planeta, aparece siempre al tope de los ranking que miden el poder personal y sólo fue superada hasta ahora por el ex presidente estadounidense Barak Obama.

Esta mujer que gobierna Alemania y la Unión Europea desde 2003 nació en Hamburgo el 17 de julio de 1954, pero creció en un pueblito de Alemania del Este dominado por el comunismo y en un hogar luterano. Allí, en su juventud, no fue disidente sino militante de la Juventud Alemana aunque muy inclinada a desafiar lo establecido.

Merkel tiene una formación religiosa y científica. Antes de dedicarse a la política, estudió Física y se doctoró en Física Cuántica en la Universidad de Leipzig en 1986.

En 1977, cuando todavía era estudiante universitaria, se casó con Ulrich Merkel y de él mantuvo, extrañamente, el apellido pese a haber contraído nuevas nupcias con su actual marido, Joachim Sauer, en 1998. No tuvo hijos con ninguno de los dos.

Ingresó a la política en 1989, cuando tenía 35 años y se desempeñaba como portavoz de un movimiento de oposición de la Alemania del Este, Despertar Democrático. Su incorporación de lleno a la política coincidió -y no fue casual- con la caída del Muro de Berlín. Entró al Parlamento como diputada en la primera elección posterior a la unificación de las dos Alemanias.

Si bien ella se sintió orgullosa de ser la candidata de la Alemania unificada, el electorado tenía percepciones dispares sobre ella: unos creían que era muy oriental y otros que estaba demasiado occidentalizada.

En los 25 años subsiguientes los alemanes la vieron crecer, sin prisa pero sin pausa, en esa carrera tan ajena a sus conocimientos científicos. La extraordinaria trayectoria hacia el poder comenzó a desplegarse cuando, en 1990, el legendario líder Helmut Kohl la nombró Ministra de la Mujer y la Juventud en 1991. Luego se hizo cargo del ministerio de Medio Ambiente y Conservación Natural, desde 1994 hasta 1998, cuando Kohl fue derrotado electoralmente.

En ese momento fue designada secretaria general de la Unión Demócrata Cristiana y en el 2000 se convirtió en la líder que renovó el partido conservador alemán.

Ángela Merkel no sólo censuró a Kohl en un artículo de prensa muy destacado sino que llamó a un nuevo impulso para liberar al partido de las consecuencias del escándalo. Su postura en contra de eventuales actos de corrupción no fue elogiada.

La derrota del candidato varón de la CDU frente a su rival Gerhard Schroder, el 22 de setiembre de 2002, le abrió a Merkel nuevas posibilidades y fue elegida presidenta del grupo parlamentario CDU-CSU, jefa de la oposición en el Bundestag (cámara baja del parlamento alemán).

Pero ella recordó las instrucciones de su maestro Kohl respecto de que el poder político se preserva siempre y cuando se domine el partido. Logró ser elegida presidenta de la CDU, luego reelegida el 11 de noviembre de 2002, y también en los dos años subsiguientes. Fue entonces cuando comenzó a consolidarse como la “mujer implacable”.

Primera mujer en la cancillería alemana

En mayo de 2005 fue elegida por unanimidad candidata a la cancillería alemana por la coalición CDU-CSU, cuya campaña electoral inició con 20 puntos de ventaja sobre su contrincante.

Con tres años de experiencia en liderar la oposición estuvo lista para la máxima nominación en su país: a partir del 22 de noviembre de 2005 asumió como Canciller alemana.

En materia de política exterior, Merkel fue una ferviente adherente a la OTAN, tuvo siempre muy buena opinión de los Estados Unidos y reconoció que la unificación de Alemania no se hubiera producido tan rápido sin el respaldo del presidente George Bush padre, entre 1989-1990.

En 2009 volvió a ganar las elecciones, pero esa vez obtuvo una mayoría suficiente como para gobernar sin alianzas. El 17 de diciembre de 2013 fue investida canciller alemana para un tercer mandato con los votos de una amplia mayoría.

Tras la conservación de ese puesto surgió la figura determinante destinada a guiar los destinos del continente europeo, nada más y nada menos. Desde el año 2007 la Unión Europea no mueve un dedo sin la determinación de Merkel.

Con semejante despliegue político, Ángela Merkel llegó a ser la segunda mujer de la historia -después de Margaret Thatcher- en presidir el Grupo de los 8 (el grupo de países más industrializados del planeta) y el Consejo Europeo.

La campaña para su cuarta reelección este año parece marchar en forma óptima pese a las fuertes reacciones populares en contra de los inmigrantes. Las elecciones federales se realizarán el 24 de setiembre próximo.

Costumbres de la canciller

Ángela Merkel no habita una residencia oficial. Vive en su piso privado, ubicado en el centro de Berlín y frente al Museo de Pérgamo, algo así como el Louvre alemán en el barrio de Mitte.

Con Joachim Sauer -a quien hoy bautizan con el nombre de “el fantasma de la ópera”, por sus ausencias en actos oficiales-, fueron pareja durante ocho años antes de pasar por el altar en 1998. Se casó cuando estaba en la oposición: “nadie podía decir que me casaba por mi carrera”, aseguró.

Esta mujer de 62 años (en 2016) es una gran amante de la naturaleza y recurre a la jardinería para evadirse de las tensiones de la política. Los fines de semana cocina pastel de ciruelas para su marido y escucha música, generalmente clásica. Es feliz enfundada en vaqueros y ropa más ligera que sus típicos trajes sastre.

Ella dice que si tuviera tiempo libre aprendería francés, y que envidia la voz profunda de los hombres porque cree que ello “les da automáticamente más autoridad”.

Mensualmente Merkel gana 16.200 euros brutos desde el último aumento dado por el gobierno a sus miembros, en agosto de 2011. Según el diario Bild los haberes no habían aumentado desde 2002. Los medios alemanes creen que Ángela gana además unos 84.000 euros por discursos y conferencias.
Ángela y su marido escapan a los lagos de las afueras de Berlín o van de vacaciones a los Alpes, donde hacen senderismo. Un deseo pendiente es viajar un día en el Transiberiano, desde Moscú hasta Vladivostok.

En cada cumpleaños se regala a sí misma una conferencia a la que asisten unos 1.000 invitados. Cuando cumplió 60 el encuentro versó sobre la Globalización, un tema abordado por el historiador de la Universidad de Koblenz, Juerguen Osterhammel, de quien dicen hizo remontar las raíces de un mundo sin fronteras hasta la Edad Media.

Sus asistentes cercanos dicen que nunca grita, sino que recurre al sarcasmo, y que rutinariamente se deshace de las personas a las que ya no necesita.

La inmensa capacidad de trabajo de esta mujer y su potencial intelectual para manejar al mismo tiempo tal conjunto de asuntos, han quedado fuera de toda duda, aunque ella resta importancia a su aportación personal y se refiere constantemente a los equipos ministeriales de la gran coalición de gobierno alemana, que la asisten y asesoran.

El liderazgo de Merkel

La permanente alusión al trabajo en equipo y el respeto por las coaliciones de gobierno y los acuerdos para superar conflictos en el continente europeo hablan de una aproximación al liderazgo femenino. En cambio, su predilección por el uso de la racionalidad y el pragmatismo en la resolución de los conflictos donde la sensibilidad femenina se ausenta, llevan a identificar en ella rasgos del liderazgo masculino.

Puede considerárselo un liderazgo mixto y transaccional porque se inclina y se dedica a las negociaciones de parte.

Stefan Kornelius, autor de Ángela Merkel. La canciller y su mundo (2013), sostiene que la crisis europea ha sido el mayor reto y la mayor oportunidad de la Canciller de afirmarse en Europa y de practicar uno de sus talentos: examinar con fría racionalidad todas las opciones frente a un dilema.

La crisis europea le ha permitido a esta mujer terca y ambiciosa encontrar una misión histórica: mantener a Europa “viva”, cueste lo que cueste. La exigencia de brutales recortes estatales a los países en crisis a cambio de apoyo económico de la Comunidad Europea hizo que ganara el odio de algunas sociedades rezagas respecto del ordenamiento de sus finanzas nacionales.

Ángela Merkel gobierna un continente, es simbólicamente “la dueña de Europa”. En su propia Alemania, desde hace algún tiempo a sus compatriotas les ha dado por llamarla “Mutti” (madre), en una mezcla de sorna y cariño. Se encuentra aquí un rasgo importante del liderazgo femenino, por la emocionalidad y los sentimientos que promueve.

Ángela tenía fascinado al pueblo alemán hasta que llegaron los refugiados que huían de los terroristas en Medio Oriente. Los resultados de las elecciones en 2013 consignaban que hasta entonces era una líder inamovible. Los medios alemanes hablaron de su “calma fenomenal”, de que era una persona modesta, de voluntad fuerte, racional, un poco tosca, prudente, ecuánime, contraria al escándalo, que nunca buscaba ser el centro de atención. Sus colegas europeos destacaron que ella era “disciplinada como una abeja”, poseía altas capacidades analíticas “y era capaz de construir estructuras dentro del caos”.

Entre sus atributos siempre elogiaron de ella la predisposición a escuchar en vez de hablar, razón por la cual dicen que sus discursos pueden parecer un tanto aburridos o faltos de gracia. Escucha tan bien, que Vladimir Putin -el presidente ruso- la llama con frecuencia en busca de resultados casi terapéuticos.

Ángela no se enoja cuando reacciona. Solo se expresa de modo firme y categórico. Está acostumbrada a decir “no”. Analistas políticos de su país afirman que con ella Alemania pasó de ser un país dividido, con complejos de inferioridad amenazadores, a una sociedad más inclusiva, tolerante y racional, capaz de liderar con el ejemplo.

El liderazgo de Merkel está lejos de ser sofisticado, magnético, o moderno como el de Obama, dice el asesor político Gabriel Cortina. El de ella es un liderazgo que defiende los intereses de la ciudadanía, es un liderazgo cercano, que se preocupa por la gente, como lo hacen las madres.

Sí puede decirse sin temor a equivocarse que es una líder transaccional nata, adora la negociación y el arte de consensuar.

Con la figura de Merkel se puede sentir la resistencia de las sociedades a los cambios de paradigma en materia de liderazgos, es decir el paso del liderazgo carismático a otro más democrático y menos autoritario como reclama el siglo XXI.

El problema que enfrenta Europa sobre los refugiados que huyen de las guerras y la amenaza del Estado Islámico en países de Medio Oriente, puso a prueba el liderazgo de Merkel. En 2016, hasta en su propio partido en Alemania  comenzaron a reprocharle la política continental sobre los refugiados y se inclinaron por limitar el ingreso.

La canciller alemana siempre fue consciente de esas reacciones y dijo: “Si pudiera haría retroceder el tiempo muchos años, para prepararme y preparar mejor a todo el Gobierno ante una responsabilidad como la que nos encontramos en 2015, ante la que no estábamos preparados”.
Dentro de tres meses se podrá verificar si sorteó esa situación y si la población alemana seguirá confiando en su conducción.

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