Ya nada es lo que era

Ya nada es lo que era

La coyuntura incómoda ya obligó a Macri a desistir de participar del acto por el atentado a la AMIA. Todo un síntoma de los tiempos que corren, con una actividad presidencial que evita la exposición pública.


La coyuntura incómoda ya obligó a Mauricio Macri a desistir de participar esta semana del acto por un nuevo aniversario del atentado a la AMIA y, en cambio, va a recibir a sus autoridades en una audiencia privada en la Casa Rosada. Todo un síntoma de los tiempos que corren, con una actividad presidencial que evita la exposición pública.

En otro gesto que busca evadir el contacto con la calle, el Presidente ya se había bajado del acto patrio en Rosario por el Día de la Bandera, ante el temor por la protesta organizada en contra de la vuelta al Fondo Monetario Internacional (FMI). Es por eso que todavía es más impensando imaginar al líder de Cambiemos y a sus candidatos en el barro de una campaña electoral en el corto plazo.

No es muy cómodo para el Gobierno intentar penetrar con el discurso de la esperanza y la ratificación del cambio justo cuando empieza a corregir el discurso oficial, reconociendo incluso errores propios que derivaron en el escenario actual. Lo hizo la gobernadora María Eugenia Vidal al reconocer una mayor inflación a la esperada y, dentro de la Casa Rosada, hasta el propio jefe de Gabinete, Marcos Peña, que blanqueó los errores no forzados que llevaron al Gobierno a la situación que vive por estos días, con la vuelta al FMI y la devaluación dentro.

El sinceramiento es la respuesta a los evidentes datos duros: esta semana, el Indec dio a conocer los nuevos índices de inflación de junio: 3,7 por ciento, el número más alto de los últimos dos años, que consolidó una inflación interanual de 29,9 por ciento. Por su parte, los precios mayoristas registraron un incremento del 6,5 el mes pasado, con una interanual acumulada del 44 por ciento en lo que va del año. Un desfase entre los precios mayoristas y minoristas que algunos economistas anticipan que traerá un nuevo impacto inflacionario o mayor recesión.

Por otro lado, la visita al país de la titular del FMI, Christine Lagarde, hace recrudecer el tablero político. Desde un sector de la oposición publicaron una dura carta abierta, mientras que desde el Gobierno decidieron anticiparse a la visita con una convocatoria de prensa encabezada por el Presidente y convocada con una insólita anticipación. Las fuentes consultadas por Noticias Urbanas aseguraron que no habrá anuncios formales y que el primer mandatario responderá a las preguntas de la prensa con una agenda abierta. Generar confianza es lo que repiten una y otra vez, tanto para el FMI, al que Macri le ratificará que cumplirá con lo firmado en Washington, como para dar certezas sobre el rumbo, de cara a la sociedad.

En los últimos días se dio a conocer un informe que elabora el organismo de crédito en el que se revelan mayores precisiones sobre las condiciones firmadas por el crédito stand by. En ese texto se asegura que la Argentina mantendría las retenciones al sector agropecuario, que sería el primer incumplimiento oficial, ya que hasta ahora el Gobierno le prometió al sector que continuará con su reducción progresiva. También se habla de alcanzar un consenso con la oposición para avanzar con la reducción fiscal.

El FMI quiere garantías de pago, gobierne quien gobierne mañana. Es por eso que esta semana el Gobierno activó la discusión formal sobre el Presupuesto del año próximo, con ministros económicos de todo el país.

Los ministros Rogelio Frigerio y Nicolás Dujovne empezaron con los mandatarios de Cambiemos y esperan “lograr la próxima semana una primera ronda completa” con los emisarios de los gobernadores. El Gobierno se siente más confiado con ese diálogo que con el que deberá afrontar con otros sectores más duros del peronismo.

Los mandatarios provinciales, muchos de ellos con las cuentas ordenadas, quieren que se haga foco en lo que Nación destina a Provincia y Ciudad de Buenos Aires. “Se sacarán todos los trapitos al sol”, señaló un funcionario nacional a Noticias Urbanas.

El Gobierno está dispuesto a que tanto María Eugenia Vidal como Horacio Rodríguez Larreta marquen el rumbo del ajuste y absorban subsidios destinados a los servicios energéticos y el transporte, que hasta ahora son obligación de la Nación. Además, Larreta y Vidal acompañaron al Presidente en la mesa chica, como copilotos de tormenta. “Buscamos que se involucren en el proceso político general, en el que ellos tienen que priorizar su gestión y su territorio, donde le ponen un gran compromiso a su tarea. Pero nos enriquece que ellos también puedan discutir sobre el contexto general del país. Son dos personas de ultraconfianza”, sostuvo el jefe de Gabinete, solitario vocero del Gobierno.

En otro despacho aseguran que “a ninguno de los gobernadores les sirve un contexto de explosión económica”. Es esa la carta con la que la Casa Rosada intentará presionar para sacar adelante el Presupuesto, aunque si no prosperara el diálogo con la oposición en el Congreso de la Nación, sacará adelante por decreto presidencial el Presupuesto, consensuándolo con los gobernadores.

Tras apurar la discusión formal esta semana y ofrecer una conferencia de prensa, Macri recibirá a Lagarde, una de las más interesadas en que el pacto sea ratificado con un gran acuerdo nacional. “Confiamos en que hay sectores importantes del peronismo que quieren ser parte de la foto de una Argentina que asume el desafío de solucionar los problemas”, sostuvo el jefe de Gabinete.

Del otro lado de la vereda, un sector más radicalizado publicó una carta abierta a la titular del Fondo Monetario, con la firma de diputados nacionales, dirigentes sociales y sindicalistas. “El propósito de esta comunicación es informarle que dicho acuerdo es rechazado por la mayoría de la sociedad argentina, la oposición política con representación parlamentaria mayoritaria y casi la totalidad de las organizaciones sociales y políticas del país. Es decir, a excepción del Gobierno, no hay quien apoye este acuerdo”, aseguran en la misiva, que tiene la firma de los dirigentes sociales Juan Grabois (CTEP), Emilio Pérsico (Movimiento Evita), Daniel Menéndez (Barrios de Pie), los mismos que se fueron sin demasiadas respuestas de la reunión con Carolina Stanley en la que le reclamaban aumentos en las asignaciones sociales, emergencia alimentaria y un pago de aguinaldo para contener el tejido social en medio de la crisis económica. Ahora, a la expectativa del paquete de medidas sociales que anunciará esta semana la gobernadora Vidal. Luego, también aparecen Juan Carlos Schmid (secretario general de la CGT), Héctor Daer (secretario general de la CGT), Hugo Yasky (secretario general de la CTA de los Trabajadores), Pablo Micheli (secretario general de la CTA Autónoma), Hugo “Cachorro” Godoy (secretario general de ATE) y Pablo Moyano (sindicato de camioneros), el movimiento obrero también en conflicto con la Casa Rosada. Y aparecen como firmantes dos que se anotaron en la competencia nacional del año próximo: Felipe Solá y Agustín Rossi, al lado de Máximo Kirchner y Axel Kicillof, diputados de Unidad Ciudadana, paladar fino del cristinismo.

Con todo esto jugado, Macri deberá responder ante la prensa, en la residencia de Olivos, por los compromisos asumidos ante el Fondo Monetario que se dieron a conocer esta semana. El nuevo plan económico promete más despidos en el Estado –ya comenzaron con los 357 de la agencia Télam–, mayores aumentos en las tarifas por la reducción de subsidios, recortes en las empresas públicas, la venta de las acciones de la Anses que sirven como una garantía de las jubilaciones en el Fondo de Garantías de Sustentabilidad y la paralización de la obra pública, que ya fue anunciada oficialmente desde hace tiempo.

También se intentará sancionar una nueva reforma tributaria para reducir los “impuestos distorsivos” y las contribuciones patronales, para que el ajuste no lo paguen los empresarios. Si el Gobierno fuera generoso y sincero con su gesto de apertura a los periodistas, Macri podría incluso extender su intervención todo el tiempo que sea suficiente para dar explicaciones no solo sobre el ajuste y el rumbo económico. El Presidente tampoco se ha expresado aún sobre la investigación periodística de Juan Amorín sobre los aportantes truchos en la última campaña electoral de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y por el que la Justicia ya empezó a investigar, ordenando medidas de prueba. La fiscalía quiere saber si entre los aportantes aparecen beneficiarios de planes sociales, obviamente imposibilitados de poder ofrecer sumas de dinero para el triunfo de los candidatos de Cambiemos.

Macri debe también una respuesta sobre los despidos en Télam y la persecución ideológica impulsada por sus autoridades y el funcionario nacional Hernán Lombardi, con rango de ministro. No se conoce tampoco el plan oficial sobre los medios públicos en general y mucho menos sobre otras dotaciones del Estado que la Argentina se comprometió a reducir ante el Fondo.

Justo en una semana en la que el fuero laboral les puso freno a esos despidos, el mismo fuero que el propio Macri demoniza y ataca cuando habla sobre la “mafia de los jueces laborales” por las sentencias favorables a los trabajadores. Nadie descuenta dentro de su círculo rojo que la cruzada por el ajuste recorrerá también los pasillos de los Tribunales.

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