Una rebelión que desnuda desórdenes en las fuerzas que deberían combatirlos

Una rebelión que desnuda desórdenes en las fuerzas que deberían combatirlos

Los policías piden mejores salarios, pero para eso abandonan sus funciones.


Los policías bonaerenses que se movilizan desde hace dos días no tienen líderes definidos, ni todos tienen las mismas razones para estar en la calle incumpliendo sus funciones. Estas dos premisas juntas son, a la vez, dispersión y peligro.

“Hay de todo entre los que protestan –relató a Noticias Urbanas la exdiputada provincial Graciela Podestá, que presidió la Comisión de Seguridad durante sus dos mandatos, entre 1995 y 2003-, pero hay también quienes se montan en los problemas para fogonear el desgaste del gobierno. Hay que estar atentos a esto.”

Podestá relata que existe “un reclamo salarial de fondo, pero a éste se le deben agregar otras razones. La primera es el Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), la obra social solidaria que no es solidaria, no cubre las necesidades de sus afiliados. La segunda es el insultante valor de las horas por el sistema de Compensación por Recargo de Servicio (Horas CORES), que se pagan a $40. El último punto es la solicitud de no ser sancionado el personal que intervino en la protesta, que cometió todas las infracciones al exponerse ante las cámaras de televisión y quedaron así en situación de vulnerabilidad”.

También, en lo profundo subyace una cadena de problemas políticos que no caen bajo la responsabilidad de los manifestantes de uniforme. El primero es que el ministro Sergio Berni mantuvo, al asumir el diez de diciembre de 2019, en su puesto al jefe de Policía de María Eugenia Vidal, el comisario general Fabián Perroni. Recién el siete de marzo asumió en su lugar el comisario general Daniel García, que revistaba hasta ese momento como su segundo.

En esta ocasión, los policías, que esperaban recibir nuevas directivas y líneas de trabajo de parte de Berni, no recibieron nada, por lo que pusieron “palanca en boludo” y siguieron actuando como lo venían haciendo cuando el ministro de Seguridad era Cristian Ritondo.

“Los que estaban mal con Vidal, que los relegó, no les dio recomposición salarial y los verdugueó durante cuatro años, estaban a la espera de alguien que no los hubiera maltratado, pero eso no ocurrió al seguir en su puesto el que era el segundo de Perroni”, relató la exdiputada a Noticias Urbanas.

“Berni tiene una buena relación con Vidal y con Patricia Bullrich, que lo estiman y lo respetan –aclara la exdiputada Podestá-, por eso dejó a Perroni y luego lo reemplazó por su segundo y todo siguió igual que con el Pro. Lo habitual es que el nuevo ministro ponga como jefe a alguien que siga sus directivas, pero a la vez, que le maneje la fuerza. En este caso, Perroni y García esperaban que se los pasara a retiro, pero eso no ocurrió. No sólo eso, sino que Berni jubiló a algunos policías que eran más cercanos a las nuevas autoridades, sólo para dejar en sus puestos a los que estaban con Vidal”.

Por otra parte, Podestá explica que “Berni está armando una carrera política, lo que no está bien ni mal, pero eso hace que no esté en los problemas de todos los días, por eso el conflicto le estalló en las manos y lo sorprendió tanto. Además, él debería haberle advertido al Gobernador lo que venía y no lo hizo”.

Un punto aparte es la cuestión de la caja chica de las comisarías, con la que se pagan los gastos de mantenimiento y las necesidades de equipamiento diario. Podestá relata que “en los cuatro años de Vidal, nunca llegó la caja chica a las comisarías, por lo que los comisarios enviaban a veces a los jefes de calle a recaudar o a manguear para, por ejemplo, pintar los calabozos. ¿La razón? Por ahí llega un fiscal a inspeccionar el estado de las celdas y si no están en buenas condiciones, el comisario es suspendido o sancionado de alguna manera. La necesidad obliga a veces a estas cosas, que son bastante más comunes de lo que la gente piensa”.

La expresidenta de la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, que es la autora de un proyecto para crear un sindicato policial, lo resume con simpleza. “Don Vigi es el policía común, que no tiene contacto con las altas esferas, que está todo el día en la calle y que hace el trabajo policial básico. Ese policía no recibe hoy las compensaciones por una serie de tareas que realizaba, como la de quedarse hasta que cierran los negocios para garantizar que no los asalten o la de cuidar a los vendedores callejeros o a los quinieleros de la clandestina. La pandemia mató a todos esos cuentapropistas y, por contagio, a los extras que recibía Don Vigi, que se llevaba algo de comida o alguna otra cosa a su casa al final de la jornada. También esos comerciantes le daban fiado a ese policía de la cuadra y eso también se acabó. Esto está agravado porque además existe un retraso de 120 días en el pago de las Horas CORES, que cuando había partidos y recitales les duplicaban el sueldo a los policías del escalafón más bajo, que son los que peor están”.

En horas de la tarde, mientras tanto, los policías que se encontraban rodeando la Quinta de Olivos se negaron a sentarse a negociar cuando el secretario General de la Presidencia se acercó a convocarlos. Incluso, se escuchó un absurdo reclamo de “si quiere negociar, que ponga los huevos acá, en la vereda”, de parte de un efectivo policial.

Estos policías, que fueron calificados como “atrevidos” por otros colegas, es el que mantiene la posición más intransigente y, de proseguir en esta postura, podría radicalizar las tratativas y hasta hacerlas fracasar.

Entretanto, Nicolás Masi, uno de los referentes del Sindicato de Policías Bonaerenses, manifestó que “el desencadenante del reclamo fue el anuncio de la inversión para seguridad y nada para salarios”. Además, destacó que los manifestantes no son “sediciosos”, ni tampoco se disponen “a ir contra el orden constitucional”, pero que de todos modos “necesitamos respuestas, no diálogo”.

Mientras que la ministra de Gobierno bonaerense María Teresa García anunciaba que el gobernador Kicillof anunciará este jueves los detalles de la suba salarial, la situación se asemejaba al desmadre.

Como colofón de este miércoles, policías de toda la provincia de Buenos Aires se mantenían en las calles, sin vigilarlas ni cuidar a los ciudadanos, ni cumplir con sus obligaciones. Es imprevisible el final de este conflicto, pero para que tenga un final acorde con su magnitud, el Gobierno nacional debería restablecer el orden sin tener contemplaciones. De lo contrario, escalará hasta donde nadie quiere que llegue.

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