Una nueva Reserva Ecológica

Una nueva Reserva Ecológica

Por Clarisa Ercolano

La Capital Federal sumará una nueva reserva ecológica, ubicada detrás de la Ciudad Universitaria, que se logró mediante una ley. Son 18 hectáreas ubicadas en Núñez, que ahora estarán protegidas.


Pensar una ciudad más amigable con el medio ambiente ya no es solamente un eslogan que suena bien ante los ecologistas. Es una necesidad inminente que viene de la mano del cambio climático y la denominada “tropicalización de la Ciudad” de la que Noticias Urbanas habló hace casi un año, adelantando lo que sería habitar en la Reina del Plata en estos meses: lluvias por encima de cualquier medición esperable, inundaciones, cortes de energía y espacios cada vez más contaminados, no solo por tóxicos sino también por emisiones sonoras y visuales. Todo esto, sumado a un proceso de construcción que sin prisa y sin pausa gana cada vez más terreno en un lugar que parece siempre al borde del colapso.

Ahora, una bocanada de aire fresco comenzará a llegar desde que la Legislatura decidió convertir en reserva ecológica las 18 hectáreas ubicadas detrás de Ciudad Universitaria donde, aunque cueste creerlo, cerca del mundanal ruido, viven más de 400 especies de plantas y animales del ecosistema de la Ribera del Plata. Casi un milagro que ahora será ayudado desde el Gobierno de la Ciudad.

El Parque Natural y Área de Reserva Ecológica “Ciudad Universitaria” ya es ley y ahora el Gobierno porteño y la Universidad de Buenos Aires trabajarán en conjunto para mantener su patrimonio natural y paisajístico que se mantiene rodeado de edificios. Si bien su extensión ni se acerca a las 360 hectáreas de la Costanera Sur, la otra reserva porteña, aseguran que su biodiversidad es única y digna de preservar.

La Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA relevó mediante un estudio más de 200 especies de plantas y otras 200 de animales. Clasificada dentro de la categoría de humedal, en la zona viven reptiles, aves, nutrias y hasta tortugas acuáticas. Aunque cueste creerlo, vecinos de la zona denuncian que allí se tira basura y hasta se cazan aves nativas. Pero la naturaleza parece empeñada en resistir.

La idea es que este nuevo espacio de cuidado se integre en el denominado corredor de biodiversidad costero, que enlaza al delta del Paraná con las reservas de San Isidro, Vicente López, Costanera Sur y Punta Lara. Una suerte de cinturón verde metropolitano.

Adrián Camps, diputado de Proyecto Sur, fue el diseñador de la iniciativa junto a distintas ONG y grupos ecologistas que se acercaron a los vecinos para coordinar esfuerzos con la Universidad de Buenos Aires y el Ministerio de Ambiente de la Ciudad. Los terrenos pertenecen a la UBA pero esto no fue un impedimento para que la iniciativa conjunta finalmente se concretara.

Uno de los primeros pasos a seguir será colocar iluminación y seguridad en el lugar, que evite justamente el vandalismo que pone en riesgo sus tesoros. Y resulta indispensable mantener los niveles de agua en el humedal para evitar que se sequen áreas, como ya sucedió en Costanera Sur.

Además, dentro del predio se delimitarán dos áreas, una zonificada como Reserva Ecológica, en la que se prohíben obras o acciones humanas que degraden la biodiversidad de la zona, enfocada al trabajo científico y a la realización de visitas guiadas, y otra zonificada como Urbanización Parque, de acceso libre. El Plan de Manejo de la nueva reserva deberá tomar como base el elaborado en 2007 por la UBA, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y diversas ONG.

Este proyecto fue aprobado por unanimidad, y las propuestas surgidas de la audiencia pública fueron incorporadas en el nuevo texto. Finalmente, el pasado 4 de diciembre se realizó una reunión con la presencia del ministro Diego Santilli, autoridades de la Universidad de Buenos Aires, la diputada Marta Varela, presidenta de la Comisión de Ambiente, y el autor del proyecto, el legislador Camps, en la que se resolvieron todas las diferencias para que hoy la reserva pueda ser una realidad.

Camps destaca, además, la importancia de la pelea de los vecinos de Vicente López, Avellaneda y Quilmes en defensa de la costa, para evitar que se realicen allí negocios inmobiliarios en detrimento del espacio verde público: “En toda la zona de la costa estamos teniendo problemas para preservar los espacios verdes y los humedales. Por eso, lo que logramos en la Ciudad de Buenos Aires es un gran avance. Hubo mucho esfuerzo por parte de todos –Gobierno de la CABA, la UBA y la Legislatura porteña– para consensuar todos los aspectos del proyecto. Costó mucho pero creo que todo el trabajo valió la pena y lo veremos dar sus frutos”.

También a fines de noviembre, en la Legislatura se votó la protección del Lago de Lugano, ubicado en el Parque Roca. No es una reserva pero se puso un cupo a la construcción en la costa y la realización de un inventario de las especies de flora y fauna –hay 70 especies de aves– y se estableció proteger el ecosistema actual.

Una de cal y una de cemento

La contracara de esta buena nueva viene de la mano del emprendimiento inmobiliario y multimillonario de IRSA sobre la reserva de Costanera Sur, un terreno de 360 hectáreas fundamental para el equilibrio ecológico de la Ciudad, proyecto cuyo tratamiento se pospuso para el próximo año.

El proyecto plantea urbanizar 70 hectáreas dentro del predio de la ex Ciudad Deportiva de Boca con intervención en la Reserva Ecológica de Costanera Sur, que incluye el dragado de un canal dentro de los terrenos protegidos y una forestación para “tapar” la villa Rodrigo Bueno, corriendo un telón delante de la pobreza, si bien la constructora tiene la obligación de abrir calles e incluir plazas y espacios públicos dentro de su proyecto.

Emilio Grass, integrante de la ONG Amigos de la Reserva, siempre fue tajante en cuanto a este proyecto: “Es como construir una torre de departamentos dentro del Parque Nacional El Palmar, una locura”. Es que la reserva está catalogada dentro de los mismos parámetros que el parque entrerriano.

En su momento, Amigos de la Reserva había denunciado que los canales de comunicación entre islas ya fueron rellenados artificialmente para preparar el terreno, y que el ir y venir de camiones, movimientos del suelo y cercos de ladrillos y hormigón afectarán el ecosistema tan sensible, también descuidado por la negligencia del hombre que arroja basura en la zona. Además, no solo el hábitat se vería dañado. En este sentido fue claro el ambientalista y académico Antonio Elio Brailovsky: “Este collar de torres será como una cortina que impedirá el ingreso en la Ciudad de los vientos que provienen del río y sirven para refrigerarla; subirá el calor en el microcentro volviéndolo aun más insoportable”.

Según datos de la Asamblea Permanente por los Espacios Verdes Urbanos (Apevu), la situación de las áreas verdes, estimada en 1,9 metro cuadrado por cada porteño, es crítica si se la compara con los 10 que recomienda la Organización Mundial de la Salud.

Los habitantes de la Rodrigo Bueno, en tanto, están preocupados: ven un desalojo inminente y que nadie se hace cargo de su precaria situación. “La experiencia nos hace concluir que las personas que vivirán en tan suntuario conjunto edilicio no admitirán tener por vecina a una villa, por lo que entendemos que ubicar el barrio más fastuoso de toda la historia de la Ciudad frente a Rodrigo Bueno sin resolver nuestro problema habitacional es decidir en la práctica nuestro desalojo. Solo la urbanización puede asegurarnos la sobrevivencia como barrio. Resulta inaceptable que se cambie la ley para dejar vivir allí a personas de altísimo poder adquisitivo que no tienen problema habitacional alguno y no se dicten leyes que permitan vivir dignamente a quienes ya habitamos ahí desde hace más de 30 años. Decidir el proyecto sin decidir nuestra urbanización es decidir nuestro desalojo”, señalan sus delegados. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, por su parte, patrocinó al barrio ante la Justicia y logró el aval para la urbanización, pero el fallo fue apelado.

Los terrenos de la Costanera Sur fueron ganados al río y rellenados artificialmente, pero con los años se estableció en forma espontánea una gran cantidad de especies vegetales típicas del Litoral y la ribera rioplatense y la fauna característica de las lagunas y bañados pampeanos. El área fue declarada Parque Natural y Zona de Reserva.

Este pulmón urbano fue incorporado en la lista de Humedales de Importancia Internacional, creada a través de la Convención Ramsar como reservorio de flora y fauna propia de la llanura pampeana. Por ahora, lo expresado en papeles no parece ayudar demasiado.

 

Arte y ecología

El British Council y la Reserva Ecológica de Costanera Sur organizaron la muestra Rivers of the World (Los ríos del mundo), que se inauguró este viernes 14 de diciembre y podrá verse hasta el 31 de marzo de 2013, en Tristán Achával Rodríguez 1550.

Se trata de una propuesta que impulsa el intercambio cultural a través del arte, el inglés y el cuidado del medio ambiente entre escuelas de Londres y de otros países. Seis escuelas de Buenos Aires y seis colegios londinenses se hermanan por segundo año consecutivo para crear obras de arte inspiradas en los ríos de sus ciudades: el Río de la Plata y el Támesis.

Estudiantes de entre 12 y 14 años crearon obras que reflejan la relación de sus ríos con sus recursos, la contaminación, la ciudad, la cultura, el trabajo y la vida. Cada escuela produjo colectivamente una única obra de arte, guiada y acompañada por artistas profesionales, que aportaron nuevas ideas, técnicas, usos de materiales y creatividad.

Los objetivos del proyecto Rivers of the World son difundir valores como la tolerancia, la educación y la igualdad de oportunidades; incentivar el trabajo colectivo, y producir obras de arte de gran tamaño para ser exhibidas en el Thames Festival, en Londres, y en la Reserva Ecológica de Costanera Sur, en Buenos Aires.

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