Una luna de miel extra austera, que se desintegrará a fines de marzo

Una luna de miel extra austera, que se desintegrará a fines de marzo

Opinión.


La posibilidad de definir hoy al gobierno de Alberto Fernández en el plano internacional y el plano nacional sería un tanto  apresurada, ya que no abundan las precisiones concretas en los temas claves para salir del desastre recibido el 10 de diciembre. El tema del asesoramiento y de la operación concreta de la restructuración de la deuda externa, que recaerá (tal como lo anunció Noticias Urbanas) en la financiera Lazard y, en la segunda parte, en los Bancos HSBC y Bank of América, demoraron demasiado el inicio de la gestión, no por falta de planes ni de políticas, sino por el condicionamiento real que esta negociación tiene, por su propio peso. 

En el plano político internacional, también su interlocución estuvo muy ligada al mismo tema, habida cuenta de que su gira europea tuvo relación directa con el apoyo de esos países para el reperfilamiento, que planificará en breve el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional. En el ámbito regional, la primera jugada grande (en marzo) se verá con la elección del secretario general de la OEA, en donde Argentina junto a México lideran a un grupo de países, la mayoría de ellos caribeños y de Centroamérica, para desplazar al hombre que respaldan los Estados Unidos y Donald Trump. El actual secretario general, el uruguayo Luis Almagro, tras ser canciller de su país en un gobierno progresista, se transformó en el principal ariete de Washington contra el régimen imperante en Venezuela. Los números son bastante parejos por ahora y está en juego para el ganador un nuevo esquema de secretarías y el comando del BID, que será elegido en septiembre del corriente. Mientras tanto, entre los roces con Jair Bolsonaro, Fernández esquivó el mano  a mano en la asunción de Lacalle Pou.

El área energética del gobierno es algo con lo que el Secretario del área no ha podido aún poner todos los patitos en fila. Las idas y vueltas han repercutido en algunas contradicciones (el caso nuclear y su baja de status) y retrasos varios, tanto en Vaca Muerta (gas y petróleo) como en otras áreas offshore, que requieren reglamentación y legislación, con el agravante de la baja del crudo Brent apenas por encima de los 50 dólares, tras el tsunami provocado por el coronavirus. Este precio a la Argentina le favorece en el fósil, pero lo perjudica en el fracking –el caso de Vaca Muerta-, que ya reclama el exclusivo barril criollo.

Por otra parte, en la política interna la relación dentro de la coalición oficialista resulta al menos -hasta ahora- razonablemente buena, con las contradicciones previas que se conocían que, salvo rarísimas excepciones, ninguna lleva la sangre hasta el río. Todas se resuelven en instancias previas o se descartan por inviables, si no hubiera síntesis o posiciones intermedias aceptables.

El Instituto Patria tiene un especial interés en temas energéticos, en algunas decisiones de índole internacional, en la negociación tanto con el Fondo como con los privados y en algunas cuestiones relativas a las áreas de Seguridad y Defensa, al tiempo que sigue el tema judicial -sobre todo el de la vicepresidente- con máximo interés.

Sergio Massa se transformó en esta primera etapa en el jugador que él mismo esperaba ser, estableciendo alianzas que han redituado éxitos, como la que realizó con Máximo Kirchner en el Congreso y que tiene una réplica no lineal, pero sí proyectada a futuro en la Provincia de Buenos Aires, donde los intendentes y el Gobernador aún no han llegado a un acuerdo que produzca aquella sinergia que lo llevó a Axel Kiciloff a su destino político. Más bien, ocurre todo lo contrario y Massa y Kirchner lo aprovechan. También Alberto que, puenteando a todos, estableció una relación importante con una decena de intendentes o ex jefes distritales que hoy componen su gobierno o son su voz en la Provincia.

Alberto sigue aferrado a su pragmatismo y se apoya en los suyos, entre los que sobresale un quinteto conformado por Vilma Ibarra, Gustavo Béliz, Juan Manuel Olmos, Santiago Cafiero y Wado de Pedro. Son ellos los que peregrinan a su oficina cuando el helicóptero presidencial está a punto de aterrizar en la Casa Rosada. El Presidente cristalizó en el discurso del primero de marzo algunos ejes de su primera aceleración política en el área doméstica, la posición desde el Poder Ejecutivo para aprobar el aborto con proyecto propio; el intento de licuar el poder de Comodoro PY entre un esquema mucho más amplio de juzgados nacionales y federales; la restricción a la estructura de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) a ejercer apoyo (y complicidad) con las investigaciones judiciales; su incomodidad con los formadores de precios en todos los lugares de la cadena de comercialización y pocas cosas más.

No fueron los tres primeros meses soñados, pero tampoco está en marcha una mala praxis. La lentitud en esta etapa es parte de esta historia y del ahorro, habrá que saber manejarla y no enamorarse de ella. Las decisiones fuertes acechan y bajó a casi cero el margen de error. Veremos.

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