Llegó la cuarta edición de la marcha #NiUnaMenos

Llegó la cuarta edición de la marcha #NiUnaMenos

Bajo la consigna “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos” miles de personas marcharán este lunes en más de 200 ciudades de todo el país.


Este lunes 4 de junio se realizará la cuarta edición de la marcha Ni Una Menos bajo la consigna “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos” a la cual se sumarán más de 200 ciudades de todo el país. En la Ciudad de Buenos Aires, la marcha comenzará a las 17 desde Plaza de Mayo hacia el Congreso de la Nación.

A tres años de la histórica primera marcha del 3 de junio del 2015, se registraron 871 femicidios. Es decir, cada 28 horas un varón consideró a una mujer como su propiedad y le quitó la vida, en la mayoría de los casos, tras una tortuosa violación, empalamiento, prendida fuego, asfixiada dentro de una bolsa. Además, el delito se produce casi siempre en manos de una ex pareja (43% de los casos).

Con los datos cuanti y cualitativos, y luego de tres marchas Ni UNa Menos, dos Paros Internacionales de mujeres, tres días internacionales por el aborto legal, tres días internacionales por la erradicación de la violencia machista, miles de manifestaciones por la diversidad sexual, millones de festivales, talleres, encuentros, estamos preparades como sociedad para dejar de negar el abuso sistemático sobre el cuerpo, el goce y la libertad de las mujeres.

Desde el 3 de Junio de 2015 hasta el 29 de Mayo de 2018, se registraron en Argentina 871 femicidios, dentro de los cuales 109 son vinculados de hombres/niños y mujeres/niñas. Además, el 63% de los femicidios se produjeron en la vivienda de la víctima y 908 niñas y niños quedaron huérfanos y, para peor, en manos del padre femicida.

En las primeras tres ediciones de Ni Una Menos, el foco estuvo puesto en la violencia machista. Este año, el reclamo central pasó a ser por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, que espera su tratamiento histórico el próximo 13 de junio.

Qué significa el concepto “género” 

Se lucha porque se considere el “género” como una categoría útil de análisis que otorgue visibilidad a cómo la mujer transitó y transita el mundo en la actualidad: oprimida y discriminada. Se llegó a ese estado por una multiplicidad de causas: como la mujer fue y es la encargada de reproducir a la población, su útero y su cuerpo fueron el centro del debate desde que éramos nómades. Las sociedades más antiguas ajustaron los límites de su población dominando a las mujeres, que quedaron relegadas al ámbito de lo privado por las numerosos partos y lactancias que debieron afrontar.

La desigualdad que afecta al género femenino, se construye a través de los indicadores sobre Paridad salarial, educación, salud, trabajo remunerado, entre otros.

Paridad salarial

La mujer en el mundo tiene menos posibilidades de acceder a la educación, salud y trabajo remunerado que un hombre. Según las estadísticas, una mujer en la Argentina gana el 70 por ciento menos que un hombre por realizar la misma tarea de trabajo.

Además, las mujeres están en los trabajos, pero no ocupan lugares de decisión o de privilegio como los hombres: sólo 32 de los 500 CEOs de la lista Fortune 500, que reúne a las empresas más importantes de Estados Unidos, son mujeres.

Educación sexual para decidir

En el área educativa, el embarazo adolescente y su posterior deserción escolar femenina están íntimamente ligadas con la falta de educación sexual en los colegios. La Ley de Educación Sexual Integral se aprobó en el 2006 y, once años después, todavía no se aplica como la ley manda. Tampoco la norma propia que tiene la Ciudad de Buenos Aires (2110, también del 2006) y que obliga al gobierno porteño a cumplir con la norma federal y local.

La información sobre anticoncepción, trata de persona, violencia familiar, noviazgos violentos, violencia sexual, diversidad sexual, estereotipos de género, prevención de infecciones de trasmisión sexual y HIV y el respeto al cuerpo (según establecen los manuales por edad y nivel educativo) deben darse obligatoriamente en todos los colegios. No es una opción, sino una obligación.

¿Lo hacemos “por amor”? 

El pasado lunes 9 de abril fue el día de la paridad salarial. ¿Por qué? Porque los varones cerraron su año el 31 de diciembre del 2017, en cambio, las mujeres tuvieron que trabajar hasta el 9 de abril para equiparar su salario al de ellos.

La Dirección de Estadísticas de la Ciudad realizó un informe donde calculó cuánto aporta a la economía el trabajo de cuidados y de gestión del hogar, que en un 70% es realizado por mujeres. Y se dio cuenta que lo que aportamos las mujeres a la economía y que no nos pagan equivale al 13,4% del PBI porteño.

Estamos hablando de limpiar la casa, cocinar, cuidar niños y ancianos, hacer las compras, lavar la ropa, ocuparse del mantenimiento del hogar y una larga lista de tareas que son fundamentales para la organización de la vida cotidiana.

Un dato relevante es que el servicio doméstico representa casi el 20% del total de empleo de las mujeres y más del 70% no está registrado.

En definitiva, el concepto de género viene a dar luz al tema central de la desigualdad con los hombres: a las mujeres les pasa lo que les pasa -pérdida del poder adquisitivo, falta de derechos a la salud y a la educación, la prohibición a decidir sobre su cuerpo- sola y exclusivamente por ser mujeres.

Hijos sanos del patriarcado

Cuando las cifras de feminicidios exponen que casi una mujer por día es asesinada por un varón, no estamos hablando de algo extraño, “loco” o fuera de lugar. Por el contrario, la violencia machista contra las mujeres se establece como la norma, lo ordinario y lo común.

Hace tres años nos organizamos bajo la consigna Ni Una Menos para dar cuenta del abuso sistemático, que quiere decir, que sucede en nuestra cotidianidad: desde la educación, el trabajo, la salud, las relaciones edípicas, familiares y de amistad. La violencia de género sucede cuando un varón impone su género sobre una mujer. Esta imposición puede ser de diferentes formas: sexual, de acoso, de restricción de ciertas actividades o ámbitos, de control, de privación de su libertad o decisión, y millones más. Además de micromachismos como el acoso callejero, la publicidad sexista o el mansplaining.

¿Por qué decimos que “puede”? Porque al tener mayores privilegios que una mujer, el varón puede imponer su poder. Al revés es solo violencia, pero no de género. Se agrega esa categoría para exponer la realidad de la mujer.

La desigualdad es más violenta que cualquier protesta

Nos dice locas y violentas; nos critican por pintar paredes y mostrar las tetas. Critican las formas y nos explican (manplaining) cómo, cuándo y dónde deberíamos reclamar nuestros derechos relegados. Sin embargo, en estos últimos tres años se triplicó la cantidad de personas que asisten a las marchas convocadas por el movimiento de mujeres.

Además, la lucha se ve rejuvenecida por la cantidad de adolescentes que asisten, lo que demuestra que las paredes pintadas y el patrullero con témpera rosa indignaron a otrxs. Los y las jóvenes, lejos de repetir el punto de vista machista de los medios hegemónicos dominantes, usaron las redes sociales para seguir a sus referentes que mostraron la realidad: mujeres en lucha, empoderadas, recuperando el goce de sus cuerpos que tanto le son relegados. Y empatizaron con esa lucha, no con repetir lo que dice el periodista Eduardo Feinmann.

Los y las jóvenes “App” que todo lo hacen “on demand” salen con esa misma inmediatez y simultaneidad que los caracteriza a reclamar que no quieren más acoso callejero, a romper con los patrones de belleza inalcanzables y a luchar por su salud reproductiva y sexual. Llevan la justicia social en esos 40 millones del número de su DNI, porque son hijos e hijas de padres que sufrieron la crisis de 2001 y aprendieron, a la fuerza, que nadie garantiza la seguridad y estabilidad más que el pueblo unido, cuerpo a cuerpo, en la calle.

La recuperación del escrache como forma de hacer justicia ante un sistema patriarcal avasallante fue llevado adelante por mujeres sin visibilidad pública, ni poder, ni protección estatal.

El feminismo es un movimiento que cuestiona, de una vez por todas, los cimientos del sistema patriarcal. Pero no nacemos feministas, nos hacemos. Es una construcción. No queremos que se convierta en una nueva moral, sino en una explosión de deseo y libertad; porque la revolución hoy es ser felices.

No se va a caer, lo vamos a tirar

En lo que va del 2018, 101 femicidios se llevaron a nuestras hermanas. No siempre existió el patriarcado, sino que tuvo un origen; y si tuvo un origen, entonces así también se puede terminar. No hay feminismo sin calle y sin lucha. Salí, molesta, insistí, acá estamos todas para vos, hermana. Todos los derechos que tenemos las mujeres fueron gracias a otras mujeres que salieron a reclamarlos. Estamos enojando a los correctos y despertando a nuestras hermanas menores. La lucha es para abajo, siempre. Por las que vendrán, para dejarles un futuro mejor, ese que no tuvimos nosotros y nosotras.

Qué se dice del tema...