“Se abre una fase de ajuste más intensa y decidida”

“Se abre una fase de ajuste más intensa y decidida”

Entrevista a Marcelo Ramal, legislador porteño y excandidato a diputado nacional.


El histórico dirigente del Partido Obrero califica de “grave” la presencia del triunvirato cegetista durante el discurso del Presidente en el CCK el lunes pasado, y afirma que las reformas que planea Macri buscan “asegurarles a los acreedores de la deuda argentina un horizonte de repago a costa de los jubilados, de los trabajadores estatales, de las provincias y de la salud pública”. Además, habla de la postura del FIT en el caso De Vido, analiza los resultados de la última elección –en la que casi obtiene una banca en el Congreso– y revela por qué no se pueden poner de acuerdo con Luis Zamora.

Quedó a solo seis mil votos de convertirse en diputado nacional, en una elección que mostró el crecimiento del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) tanto en la Ciudad de Buenos Aires, donde logró hacer ingresar a dos de sus candidatos en la Legislatura, como en el resto de la Nación. Sin embargo, Marcelo Ramal no está conforme. “Ninguna fuerza que luche por convertirse en alternativa política puede considerarse conforme con el seis por ciento de los votos”, reconoce. Igualmente, valora “el cuarto lugar alcanzado en la Ciudad” y entiende que “la votación nacional del FIT constituye un punto de apoyo para desarrollar una oposición real y consecuente a la política de ajuste”.

En esta entrevista con Noticias Urbanas, el actual legislador porteño, que rotará su banca con Patricio del Corro (PTS) en diciembre de este año, cuestiona las reformas que busca implementar el gobierno de Mauricio Macri, explica la postura del FIT en el caso De Vido y cuenta por qué fracasaron los intentos de hacer un frente con Luis Zamora.

–Pese a que no llegó a ingresar en la Cámara de Diputados, ¿quedó conforme con el desempeño electoral del FIT tanto en el plano porteño como nacional? 

–Ninguna fuerza que luche por convertirse en alternativa política puede considerarse conforme con el seis por ciento de los votos, que es lo que obtuvimos en la Ciudad y aproximadamente en el país. Nuestra enérgica campaña, que incluyó el debate con Carrió y los demás candidatos, y el despliegue de nuestra militancia nos hacían pensar en un desempeño incluso mejor. Con esos límites, debe ser valorado el cuarto lugar alcanzado en la Ciudad, superando al candidato de Massa, y el ingreso de dos legisladores, Myriam Bregman y Gabriel Solano. Además, la votación nacional del FIT constituye un punto de apoyo para desarrollar una oposición real y consecuente a la política de ajuste, la cual prospera, ni qué decirlo, a través de un régimen de pactos con la supuesta oposición.

–¿A qué atribuye el crecimiento del Frente de Izquierda en los últimos años? 

–El principal mérito del FIT reside en haber nacido como oposición socialista y de izquierda al gobierno kirchnerista, ello, cuando Cristina Kirchner acostumbraba a decir que a su izquierda “estaba la pared”. A través de la lucha social y la acción política, nosotros pusimos de manifiesto los límites insuperables de la experiencia kirchnerista, que se llamaba a sí misma “nacional y popular” mientras al mismo tiempo pagaba una deuda pública usuraria con los fondos de la Anses, pactaba con Chevron y enancaba al represor Milani en la jefatura del Ejército. Ya con el macrismo en el gobierno, el lugar del Frente de Izquierda en la consideración popular ha crecido como resultado de una acción permanente de nuestros militantes en las luchas obreras, sociales y democráticas. Ello se apreció, por ejemplo, en la batalla que dimos contra la escalada de despidos y cierres de fábricas, como AGR o PepsiCo. Valorando estas intervenciones, hay que decir, sin embargo, que el FIT no actúa como un organizador cotidiano de los trabajadores en la lucha por sus reclamos y por su independencia política. Como parte de esta lucha por el frente único, desde el Partido Obrero hemos defendido también la política de bloques parlamentarios comunes, que, salvo excepciones, tampoco han tenido lugar. Superar los actuales límites del Frente de Izquierda exige de parte de su militancia una valoración crítica, y no complaciente.

–La suma de los votos que el FIT y Autodeterminación y Libertad obtuvieron en la Ciudad de Buenos Aires el 22 de octubre equivale a una cifra que supera el diez por ciento y está a solo dos puntos y unas décimas debajo de la que logró Martín Lousteau. ¿Hablarán con Luis Zamora para intentar unificar las propuestas en un frente que también lo incluya? 

–La posibilidad de un compromiso electoral con Zamora fue varias veces planteada por nosotros en elecciones pasadas. Zamora las ha rechazado siempre, incluso cuando, siguiendo tu cálculo, ello redundaría en una representación política superior para ambos. Este rechazo indica un antagonismo político de fondo con lo que significa el FIT, con el cual cuesta polemizar o refutar por una razón: Zamora no suele expresarse políticamente fuera de los períodos electorales ni tampoco lo hace su partido fuera de su persona. Es un movimiento “autodeterminado” que, sin embargo, se referencia en él mismo. Hay que superar la experiencia de Zamora a través de una acción política más enérgica y convincente sobre la población de la Ciudad, de nuestra parte.

–En la próxima Legislatura, el FIT tendrá tres legisladores, y AyL, dos, ¿tampoco debemos esperar un interbloque de izquierda, entonces? 

–La dificultad de esa alternativa se basa, precisamente, en lo que acabo de explicar.

–¿Por qué cree que Elisa Carrió logró semejante porcentaje de votos en la Ciudad y cómo se explica el triunfo de Cambiemos a nivel nacional? 

–El triunfo de Cambiemos tiene dos patas, igualmente extorsivas. En una población agobiada por la incertidumbre laboral y el endeudamiento para consumir o comprar una vivienda, el Gobierno convenció a una parte importante del electorado de que la única luz que puede salir al final del túnel es la que proviene de la política oficial. A esta encerrona contribuyeron otra extorsión y otro fantasma: el del gobierno anterior, asociado a la corrupción, al impuesto al salario, a la precarización laboral. A todo esto, debe sumarse otro golpe: el de las direcciones sindicales que primero renunciaron a luchar contra el ajuste y ahora pactan abiertamente con él. Ellos también les dijeron a sus afiliados: “No hay otra salida que la que propone el Gobierno”. Ahora, con los ataques anunciados a las conquistas laborales y jubilatorias, el pueblo comenzará a recorrer una experiencia decisiva con el macrismo. Por otra parte, el final de un planteo económico basado en el hipotecamiento nacional es muy conocido por todos: incluso un “viento en contra” de los mercados financieros, que imponga un reflujo de los capitales especulativos a las metrópolis, podría barrer con los fundamentals del macrismo en cuestión de días. Pero el Partido Obrero y la izquierda estarán pegados a la experiencia popular, para desarrollar una alternativa política propia de los trabajadores.

–¿Cree que se viene el ajuste después de esta victoria del Gobierno? 

–El ajuste no “se viene”: ya estaba presente con los tarifazos, la pérdida de puestos laborales, las leyes antiobreras y el hiperendeudamiento. Ahora se abre una fase más intensa y decidida, con un claro objetivo: asegurarles a los acreedores de la deuda argentina, que orilla los dos tercios de su PBI, un horizonte de repago a costa de los jubilados, de los trabajadores estatales, de las provincias y de la salud pública.

–En el discurso que Macri dio este lunes en el CCK afirmó que “uno de los principales enemigos de la creación de trabajo en nuestro país” es “la mafia de los juicios laborales”. ¿Qué opina de sus dichos? 

–Es un anticipo de la intención de barrer con cualquier defensa de los derechos laborales, incluso la que se apela en los estrados cuando en las demás instancias el trabajador ha sido ninguneado. Sería bueno saber si, en la “mafia de los juicios”, el Presidente incluye a los que lograron que su grupo empresarial bicletee durante años la deuda con el Correo Argentino, o los que salvaron al grupo Macri en el asunto del contrabando de autos a Uruguay.

–¿El FIT participará de la convocatoria que efectuó el Presidente a las fuerzas de la oposición para debatir el paquete de reformas que planea enviar al Congreso?

–Primero, no fuimos invitados. Segundo, no se debatió ningún paquete. Quien concurrió lo hizo solamente para aplaudir el discurso oficial. Es grave, en este sentido, la presencia del triunvirato cegetista. Y más grave todavía que hayan salido del CCK sin siquiera declararse en alerta por los negativos anuncios del Presidente.

–¿Por qué el FIT no apoyó el desafuero de De Vido en julio y sí lo hizo la semana pasada?

–En julio no hubo pedido de desafuero sino un planteo de expulsión sumaria, donde un grupo de diputados se arrogaban la facultad “moral” de declarar a otro “moralmente inhábil”. Estábamos ante un grave precedente de cercenamiento de los derechos parlamentarios y las libertades políticas. La verdadera defensa de esos principios se pone de manifiesto cuando un partido es capaz de invocarlos ante un adversario manifiesto, y ese es el caso del Partido Obrero con De Vido. Días pasados, el desafuero fue pedido en el marco de una investigación de delitos comunes. Los fueros, que existen para ejercer la libertad de opinión y acción política de los parlamentarios, no pueden actuar en este caso como un privilegio para quien enfrenta causas penales. Dicho esto, nuestros diputados también reclamaron en el Congreso un debate político sobre el punto. Porque la pretensión de convertir la corrupción y el régimen de contratos de la obra pública en una cuestión de responsabilidades penales personales encubre a un régimen político y social que ha enriquecido sistémicamente a la patria contratista, de Kirchner a Macri. El Congreso nunca debe ser una mera caja de resonancia del Poder Judicial, el menos democrático de los tres poderes del Estado.

–Este lunes se cumplieron 34 años de las elecciones del 83, ¿qué medidas se deberían tomar en la actualidad para profundizar la democracia? 

–Aunque invocó a la democracia y a la soberanía popular, el régimen que se puso en marcha en 1983 asimiló los pilares fundamentales que sostuvieron a la dictadura: en primer lugar, a la deuda externa usuraria que engrosaron Videla y Martínez de Hoz. El 70 por ciento de las leyes del período dictatorial fue homologado por el nuevo régimen, así como las fuerzas de represión que terminaron beneficiadas por el punto final y la obediencia debida. Ni qué decir de la burocracia sindical, colaboracionista de la dictadura y, luego, de todos los que conculcaron las conquistas de los trabajadores. La crisis de 2001, expresión de todas las contradicciones económicas y políticas acumuladas desde 1983, dejó planteado un desmoronamiento de los partidos históricos de la Argentina, que el macrismo ha buscado resolver desde una salida derechista. La experiencia popular con el gobierno de los CEO va a alumbrar una nueva perspectiva política que la izquierda debe liderar, para que este régimen decadente sea superado por un gobierno de trabajadores.

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