Radiografía de hoy de la elección en la Provincia

Radiografía de hoy de la elección en la Provincia

A casi dos meses de las PASO y a poco más de dos semanas de la elección general, los números de la provincia de Buenos Aires se mueven y explican, en muchos casos, los reacomodamientos en las campañas de los principales candidatos a senadores.


Primero, para ordenar al lector, un repaso de los números de largada con base en el escrutinio oficial y definitivo de las primarias del 13 de agosto: Cristina Kirchner, cabeza de lista de Unidad Ciudadana, ganó para la Cámara alta por apenas 21 centésimas sobre su rival de Cambiemos, Esteban Bullrich. Fue 34,27% vs. 34,06%. Tercero, lejísimos, quedó Sergio Massa, de 1País, con 15,41%. Y más abajo aún, en el fondo de la tabla de los que pasaron el corte para competir el 22 de octubre, Florencio Randazzo (Cumplir) con 5,94% y Néstor Pitrola (FIT) con 3,37%.

¿Cuáles son hoy las conclusiones de las principales encuestas que salieron a la luz? Que Bullrich crece gracias a los votos que le estaría comiendo, sobre todo, a 1País; que Cristina lucha contra sí misma para no caer; que lo mismo hacen sus exfuncionarios Massa y Randazzo, desde posiciones relegadas, y que la izquierda, como siempre, sigue en la suya.

Unos diez sondeos se conocieron desde el fin de las PASO hasta esta semana. En todos aparece primero Bullrich. Y también en todos tiene números superiores a los que consiguió en las primarias. La consultora que menos le da (Opinaia) lo ubica en 35,2%. La que más (Opina Argentina), en 40%, el número mágico para el oficialismo. No solo porque implicaría un seguro triunfo, sino por el simbolismo de pasar la barrera de las cuatro decenas.

Esos puntos que estaría creciendo el postulante de Cambiemos (entre uno y seis más que en las PASO) saldrían básicamente de la caída de Massa. Se ha dicho y parece confirmarse: en las generales podría exacerbarse la polarización y una de las víctimas sería el ex intendente de Tigre, que tiene entre sus votantes un fuerte componente anti-K que se trasladaría a la mejor oferta con tal de ver a Cristina Kirchner sepultada políticamente.

En esa misma decena de encuestas que muestra creciendo hasta seis puntos a Bullrich aparece Massa cayendo entre 1,5 y 6,2. Casi igual: solo que uno para arriba y el otro para abajo. Si bien los trabajos no certifican científicamente la transferencia directa del apoyo, otros sondeos previos, incluso antes de las primarias, ya advertían que la mayoría de los electores massistas tenían como segunda opción a Cambiemos.

La pelea de Cristina es otra. Si bien su primer manotazo, posconfirmación del triunfo en las PASO, fue salir a pedir el voto del resto de las fuerzas opositoras para convertirse ella en el gran imán anti-Macri, hoy su campaña se tornó más bien defensiva. Lo muestra su itinerario: la expresidenta recorrió básicamente distritos del GBA gobernados por intendentes kirchneristas. Solo se permitió un par de excepciones particulares: fue al San Martín del randazzista Gabriel Katopodis y al Lanús del macrista Néstor Grindetti, dos municipios donde había ganado su boleta ciudadana.

Difícil que el kirchnerismo, poco propenso a la autocrítica, lo admita en público: así como de cara a las primarias se agitó y luego se confirmó el fantasma de hacer una peor elección que Aníbal Fernández, ahora el temor es que Cristina pierda con ella misma. ¿Cómo sería eso? Que saque menos porcentaje en octubre que el que sacó en agosto. Esto podría ocurrir, curiosamente, aunque repita la cantidad de votos. Cosa de la estadística y la política. Ya lo sufrió Daniel Scioli en 2015. Aquella vez, aunque mantuvo su caudal de apoyo entre la primaria y la primera vuelta, como en la general presidencial fue mucha más gente a votar y en su mayoría se inclinó por Macri, el exmotonauta terminó cayendo en porcentaje.

¿Podría pasarle a Cristina lo mismo? Las encuestas conocidas hasta ahora no lo reflejan. Aunque, como se dijo, en todas la expresidenta aparece debajo de Bullrich, solo en una cae en porcentaje respecto a los 34,27% de las primarias. En las otras nueve oscila entre 34,3% y 36%.

Lo de Massa, en otro plano, también es preocupante. Sobre todo porque el ex jefe de Gabinete K pensó 2017 como un mojón que lo catapulte a 2019 y tener allí su revancha presidencial. Hoy, más que catapulta, a Massa lo están prensando hacia abajo. Y la duda pasa a ser cuál es su piso, cuánto puede bajar respecto a los 40 y pico de 2013, los 20 y pico de 2015 y los 15 y pico de las últimas primarias. Para frenar la debacle, el candidato de 1País se alejó de Stolbizer y quiere consolidar el voto peronista crítico y volver a cautivar a la clase media con sus propuestas efectistas.

El caso de Randazzo es también curioso. Su semblante parece el de un candidato triunfante. Acaso su psicología se conforme con haberle quitado unos puntos a su exjefa, que lo vetó internamente dos veces (para la presidencial de 2015 y para las primarias de 2017). La duda, allí, es si ese piso de tres a seis puntos que le dan las encuestas será suficiente para que en el peronismo que viene lo tomen como referente.

Más previsible, pero no por eso más exitoso, es el camino que recorre la izquierda. Su única reacción de coyuntura fue rechazar la idea de que el voto del FIT podía sumarse al frente opositor que proponía Cristina. El resto es lo conocido: críticas para el oficialismo y el resto de la oposición, y el sueño de al menos renovar la banca de diputados que ponen en juego en Provincia.

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