Todo depende de lo que haga ella

Todo depende de lo que haga ella

La dispersión del peronismo puede resumirse en los candidatos presidenciales que sonaron para destronar a Cambiemos del poder.


La dispersión del peronismo puede resumirse en los candidatos presidenciales que sonaron (y varios lo siguen haciendo aún) para destronar a Cambiemos del poder. Son 13, con ADN propio y un externo famoso. ¿Cómo se dividen hoy? ¿Por qué uno y una pueden bloquear automáticamente al resto?

Cristina y las alternativas K

La gran incógnita del mundo peronista es si la  exmandataria irá por un tercer mandato. Tantas son las dudas, el hermetismo y las conjeturas en torno a su figura, que su último hecho político de relevancia –un video de denuncia por la salud de su hija y viaje a Cuba- fue interpretado, incluso dentro del kirchnerismo más cerrado, de modo contrapuesto. Para algunos (La Cámpora, Alberto Fernández) se trató de un tema puramente personal, que de ninguna manera implica un retroceso en su construcción de cara a la elección.

Son los que creen (y quieren) que Cristina se presentará. Sin embargo, para otros (Eduardo Valdés) pudo tratarse de una señal de agotamiento mental y físico que anticiparían una declinación de su candidatura. Podrían formar un equipo de fútbol, con algunos suplentes. O casi uno de rugby. Anote. Cristina Kirchner, Agustín Rossi, Felipe Solá, Axel Kicillof, Guillermo Moreno, Alberto Rodríguez Saá, Daniel Scioli, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Pichetto, Sergio Uñac, Juan Manzur y Roberto Lavagna.

Si en 2007 el ex ministro se veía como la superación de Néstor Kirchner, hoy se imagina como una “salida a la grieta”, una transición.

Esa incertidumbre es la que alimenta el sueño de otros K, duros y moderados, que se lanzaron por si la ex presidenta no juega. En el primer caso, habrá que mencionar a Kicillof, Alberto Rodríguez Saá y Rossi. Son los que, se supone, captarían el voto
más fiel. Sobre todo el ex ministro de Economía, aunque en su caso la construcción parece haber enfocado hacia la provincia de Buenos Aires. A su favor: es uno de los preferidos de Cristina. Es mutuo: hará lo que ella le ordene.

En cuanto a Rodríguez Saá, también decidió concentrarse en un distrito local, aunque a modo de superviviencia. Ante el desafío de su hermano Adolfo, el menor de los Rodríguez Saá irá por otra reelección para gobernador y desecha un nuevo intento por la presidencial.

El que se mantiene en gatera es Rossi. Aunque lo suyo parecería más testimonial. Sus últimas performances electorales no fueron de las mejores. Ni siquiera pudo ganar en su tierra, Santa Fe. Otro kirchnerista duro que se ofrece para la pelea mayor es Guillermo Moreno. Nadie lo toma muy en serio.

Del lado de los kirchneristas blandos, están dos ex gobernadores bonaerenses: Scioli y Solá. Como había anticipado, el primero decidió lanzarse sin esperar a Cristina. Lo hizo con la excusa de un libro/slogan de campaña: “El otro camino”. 

La situación del ex motonauta no es simple: pese a haber quedado a pocos puntos de ganar el balotaje en 2015, su imagen cayó estrepitosamente  después de aquella derrota. Los vaivenes de su vida personal -amor y luego separación de una modelo, con presunto pedido para que abortarano lo ayudaron.

En cuanto a Solá, lo suyo está atado claramente a que no se presente Cristina. Él mismo lo admite en privado. Es uno de los kirchneristas arrepentidos, que volvió con la excusa de la unidad. Sumó el apoyo de algunos intendentes, de aliados K como
el Movimiento Evita y otros ex K sueltos como Victoria Donda. Construye su nuevo presente a partir de su viejo pasado: además de volver a elogiar a Cristina, les pega a sus ex aliados Mauricio Macri y Sergio Massa.

Massa, Lavagna y las alternativas PJ

Del otro lado del mundo K, o más bien pegado a él, están los peronistas moderados de Alternativa Federal. Para entender su posicionamiente, vale mirar el giro que pegó Massa, uno de los fundadores del espacio, que en 2015 se paró en la ancha avenida
del medio y ahora se corrió a la vereda opositora: critica duro a Macri y toma cierta distancia de Cristina. Dice que no se reunirá ni compartirá una PASO con ella, pero sin cuestionarla tanto como  para no espantar a sus votantes.

En esa disputa apareció Lavagna. Impulsado por sus viejos amigos y aliados Eduardo Duhalde y Luis Barrionuevo, primero dejó de decir que no se presentaría este año. Luego empezó con reuniones políticas -que incluyen a empresarios y a figuras
como Tinelli- y a reconocer con cuentagotas, pero con cierta idea de avance.

Si en 2007 el ex ministro se veía como la superación de Néstor Kirchner, hoy se imagina como una “salida a la grieta”, una transición.

Con niveles moderados de intención de voto, fue de los pocos que logró mover el avispero electoral.  Su éxito, pareciera estar atado a una debacle de Macri. El núcleo duro de la ex presidenta la ubica en un balotaje. Si Lavagna apareciera como una alternativa moderada para evitar su vuelta, quizá lograría canalizar el sentimiento anti K, que sigue más cerca del oficialismo. Un voto prestado que puede ser clave en la elección.

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