Cuando los pavos reales no ordenan a los patitos

Cuando los pavos reales no ordenan a los patitos

Opinión


El peronismo tiene una oportunidad que parecía imposible cuando perdió la elección nacional de medio término en 2017. Sólo la dificultad de construir una unidad sustentable desde el punto de vista electoral se interpone entre una posibilidad real de recuperar el poder perdido o no hacerlo.

No es un tema menor nada fácil de solucionar. Si bien la centralidad política de Cristina Fernández de Kirchner la pone como el rincipal escollo a la hora de juntar “a toda la tropa del General”, no sería la ex Presidenta la única dificultad para la concreción de un espacio único de oposición de tinte “pan peronista” al decir de Antonio Cafiero.

Desde estas líneas, hace ya casi un año, titulamos “Y si no fueran ni Cristina ni Macri” los candidatos presidenciales, por las distintas razones que obviamente afectan la postulación de cada uno de ellos.

Hoy se registra una ofensiva desde el gobierno nacional para imponer como sea el único escenario que le genera cierta tranquilidad a Macri, que es el de enfrentar en octubre a Cristina Eso pasa porque flaquea el esquema ante el temor del crecimiento de la Alternativa Federal que encuentra en Roberto Lavagna a un hombre cercano a la síntesis de lo que se necesita para vencer a Macri. Si bien su estilo y densidad política no constituye una de sus fortalezas, los apoyos a los que puede acceder tanto dentro del país como afuera, empiezan a preocupar al gobierno en su intento de reelegir y por eso lo atacan y desacreditan.

Aquí llega la segunda dificultad para concretar la unidad del peronismo, además del apartamiento de la carrera central de la figura de CFK. Tanto Sergio Massa como Juan Manuel Urtubey no se bajan de sus candidaturas presidenciales y el verdadero hombre fuerte del peronismo Juan Schiaretti, vería con agrado un proceso interno que no fuera para “elegidos” (Lavagna) si no con una competencia interna que los ordene y potencie, algo que al ex Ministro mucho no lo seduce. De todos modos ambos coinciden en acercarse al santafesino Miguel Lifishtz y a otros espacios progresistas , con quienes se han reunido ya en más de una oportunidad.

La unidad en el peronismo tiene un obstáculo que es tener claro quién tiene más votos para llegar a una segunda vuelta en contra del oficialismo. Si ese dato fuera visible y cierto, la unidad sería sellada o descartada en diez segundos.

Pero el problema es que la tensión interna no genera hegemonías claras a nivel nacional, salvo aquellas a nivel provincial, y por sobre todas, la de Cristina en territorio bonaerense.

Poniendo blanco sobre negro, si Cristina es candidata el peronismo no se va a ordenar en el plano nacional. Unidad Ciudadana será la expresión que le deje a Macri una chance cierta de reelección en su cargo, aunque el sello podría ser muy competitivo a nivel provincial y quizás arrebatarle el primer distrito argentino nada menos que a María Eugenia Vidal. Igual en ese escenario UC puede sufrir la merma de los que apoyen a AF en un distrito que se define en un solo domingo. Ya pasó -en menor medida- con Florencio Randazzo en 2017.

Si el kirchnerismo -en caso que Cristina no fuera candidata- se allanara a negociar previamente con el candidato de Alternativa Federal, provenga este de las PASO o de la manera que lo logren, habría que explorar la factibilidad de un acuerdo entre esas fuerzas, lo que en principio parece casi imposible para una primera vuelta. Sería mucho más fácil y por la presión de la base ya no de los dirigentes, el apoyo del tercero o tercera hacia el espacio que logre avanzar al balotaje.

Todavía falta bastante en el acontecer del día a día aunque mucho menos en el tiempo calendario. El peronismo cree que puede, estudia movimientos y gestos, inventa hasta lo imposible para estructurar la fila de patitos, pero ordenar el andar de pavos reales es más difícil que llegar a Marte en Aerolíneas. De ellos depende.

Qué se dice del tema...