Ocaña: “No vamos a plantear una oposición porque sí”

Ocaña: “No vamos a plantear una oposición porque sí”

Pese a competir con boleta corta, su partido, Confianza Pública, obtuvo dos bancas en la Legislatura. Aquí la Hormiguita cuenta sus proyectos, prioridades y una meta: fomentar la participación.


“Esposa, tía y laburante. Me llaman la Hormiguita”, se presenta Graciela Ocaña en Twitter, como si hiciera falta traer de nuevo a la palestra aquel apodo que Elisa Carrió le puso en honor a ese pasito a pasito que la recientemente electa legisladora de la Ciudad por Confianza Pública hacía recolectando pruebas contra la corrupción, cuando corrían tiempos de amor entre ambas en la gesta de la Comisión Antilavado del Congreso. Tiempos de ARI. Y sí, parece que es necesario recordar, recordar y ponerle el cuerpo a la construcción tan cotidiana como sostenida. Ahora, siguiendo los dichos de Ocaña arriba de un taxi porteño, los villanos son otros, pero el mal, en el fondo, es el mismo. Mucho habló en la campaña sobre transparencia y participación ciudadana, dos pilares que, entiende, le cambiarán la cara a la Ciudad. Porque de lo que se trata, insiste, es de ir contra la corrupción. Así las cosas, el 10 de diciembre se dará el intercambio de bancas dentro del bloque Confianza Pública en la Legislatura. Saldrá Daniel Amoroso –con quien Ocaña fundó el partido homónimo–, que termina su mandato, e ingresarán la Hormiguita y Cristina Ventura, su futura compañera de bancada. Dos legisladores obtenidos gracias al corte de boleta en los últimos comicios. Prueba superada.

Cuenta Ocaña, diputada nacional desde 2011, que son tres los ejes del trabajo que se viene en Perú 130: control de gestión, transparencia y atención de las problemáticas históricas de la Ciudad de Buenos Aires, como lo son, por mencionar los casos que más pantalla ganan, el transporte, la salud pública y la seguridad.

–¿Qué opinión le merece el aumento a 3,50 del boleto del subte?

–Hay que analizar todos los aspectos de la cuestión, y sobre todo asegurar la cobertura de los sectores de menos recursos. Realizar, también, un control real de los subsidios a la empresa concesionaria y la falta de inversión, que obviamente no viene de este gobierno, sino de tiempos en que el subte estaba bajo la órbita del Gobierno nacional. De todos modos, el funcionamiento no mejoró desde que el Gobierno porteño maneja el servicio y por eso crece el descontento de los usuarios. Por otro lado, en ese sentido, no se está contemplando la situación de los jubilados. Solo se contempla a aquellos que tienen jubilaciones mínimas. Eso tiene que cambiar. Tenemos que volver a colocar a nuestros abuelos como una prioridad para el Estado, ya que ellos son los más desprotegidos y vulnerables ante los problemas que tiene la Ciudad, como la inflación, la falta de limpieza, la inseguridad y, esto que decía recién, el transporte público deficiente –relata Ocaña con entusiasmo, y en esas palabras se vislumbran las reminiscencias de un pasado cercano, un pasado que se reasume en el presente, ese pasado en que fue directora ejecutiva del PAMI.

“Otros aspectos que tienen necesariamente que cambiar –vuelve– son el sistema electoral; tenemos que ir por una ley de ética pública; revisar la estructura de compras de la Ciudad; ver qué pasa con las licitaciones en las autopistas. Hay mucho por hacer. Impulsaremos la ley anticorrupción en la Ciudad, fortaleceremos la Auditoría General y crearemos una oficina local contra la corrupción. En materia de seguridad, promoveremos la aprobación de la ley de ciudad segura, que comprende la instalación de cámaras en las comunas y botones antipánico para jubilados, comerciantes y personas en riesgo. También, que la Policía Metropolitana llegue a todas las comunas. En transporte, tarifa única para subte, colectivo y metrobús; tarifa social y gratuita para jubilados, pensionados, estudiantes y personas con capacidades diferentes; mayor conexión del metrobús con otros medios de transporte público, y, además, promoveremos la creación de un ente metropolitano de transporte de Buenos Aires”.

–¿Cómo va a ser la convivencia con el macrismo?

–Nosotros no vamos a plantear una oposición porque sí. Lo que va a primar desde nuestro espacio es el interés de los vecinos. Por supuesto que respecto a todo aquello que tienda al negociado en el marco del Estado, nos opondremos. Ahí no hay nada para discutir.

–¿Y la convivencia en el seno de la oposición porteña?

–Va a ser buena. Soy partidaria de la idea de que las mejores leyes salen del consenso que se construye a partir de diversas perspectivas.

Graciela Ocaña, nacida en San Justo, La Matanza, bajo el signo de Virgo hace 53 años, cree –hablando de consensos– que el pasaje de la Cámara de Diputados a la Legislatura porteña tendrá, a priori, un signo positivo: pasar de 257 miembros a 60 significa, por un lado, mayor propensión al diálogo y, por otro, más cercanía con los vecinos. Y en tren de definiciones, entiende que la Ciudad debe ser más amigable, más ordenada, una ciudad en la que viajar no resulte una pesadilla diaria –calidad de servicios, para eso se pagan los impuestos, suele repetir–. Una ciudad, en definitiva, que no mire para otro lado en asuntos de inseguridad –uno de los caballitos de batalla de Confianza Pública– o en el drama del narcotráfico –uno de los clásicos caballitos de batalla de Ocaña–.

“Los valores más grandes de un político no deberían encontrarse en una cuenta bancaria”, soltaba la Hormiguita a quien quisiera oírla durante la campaña. Todo un eslogan. Solía agregar, a su vez, el combo de pasado transparente, gestión probada y muchas ganas de trabajar por una mejor ciudad, “porque con los recursos disponibles se podría hacer mucho más de lo que se hizo hasta ahora”.

La participación ciudadana es, sin duda, otra de las áreas de interés de la inminente legisladora porteña. Dice a NU sobre su espacio, colmado de jóvenes y profesionales, después de despedirse del tachero: “Buenos Aires cuenta con instituciones políticas para permitir que el vecino participe. ¿Pero qué pasa? Los comuneros representan más intereses partidarios que otra cosa y los ciudadanos, para ser parte de las discusiones, deben cumplir muchísimos pasos para llegar a una audiencia pública en donde podrán tomar la palabra solo cinco minutos. Si es que la toman. Hoy la participación no se da solo a través de la presencia física, del cara a cara, para algo están las redes sociales y las nuevas tecnologías; más en una ciudad como Buenos Aires, donde la brecha digital es menor que en otros lugares del país y en donde no solo se desarrolla el plan nacional de entrega de computadoras (Conectar Igualdad), sino que también se lleva a cabo en las escuelas una propuesta similar por parte del Gobierno de la Ciudad, que asegura, por otra parte, una gran cobertura de acceso gratuito a internet. Pregunto, entonces: ¿por qué las reuniones de comuneros no se pueden transmitir online por los medios públicos de la Ciudad? Falta, todavía falta. Hacia allí vamos”.

Graciela, paso a paso

• Es licenciada en Ciencias Políticas.
• Fue ministra de Salud desde diciembre de 2007 hasta junio de 2009.
• En 1999 fue diputada nacional por primera vez. Allí comenzó su carrera en la Comisión Investigadora de Lavado de Dinero en Diputados y en la Comisión Investigadora sobre Fuga de Capitales.
• Se dice fanática del rock nacional, del fundacional, especialmente de Charly. Suele subir “Rezo por vos” a @gracielaocaña. No conoce, lamenta, nada de música nueva.
• Quiere caminar más, cumplir con ese mínimo ejercicio, pero no encuentra el tiempo.
• Le gusta pasear con su marido y sus perras caniche por San Telmo, su barrio, que aprendió a redescubrir.
• No le van las películas de terror ni las de animación. Mira todo, en cambio, que lleve el sello de Woody Allen o de Pedro Almodóvar.
• Suele leer libros relacionados a las ciencias sociales. Por lo demás, si tiene que elegir ficción, se queda con las novelas policiales.

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