“No sabemos si esta crisis puede ser como la de 2001, como la del 89 o peor”

“No sabemos si esta crisis puede ser como la de 2001, como la del 89 o peor”

NU dialogó con la profesional y docente universitaria Eva Sacco, economista del CEPA.


Con el dólar que, por momentos, llegó a superar la barrera de los 40 pesos, la economía argentina atraviesa su peor crisis en los últimos años. En este momento lleno de interrogantes, Noticias Urbanas se acercó al Centro de Economía Política (CEPA), un organismo formado por docentes y profesionales de las Ciencias Sociales, para buscar alguna respuesta proveniente del ámbito académico. Allí entrevistamos a una de sus economistas, la licenciada Eva Sacco, egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), magíster en Economía de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), magíster en Desarrollo Económico del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Idaes-Unsam) y profesora universitaria, quien desglosó los problemas estructurales que aquejan a nuestro país y pronosticó un durísimo escenario si no se atacan esas causas.

–¿Qué le pareció el discurso de Macri?

–Del discurso de Macri se podrían hacer dos lecturas: una de lo que dijo y otra de lo que no dijo. La primera deja de manifiesto que, claramente, el único problema que logran ver es el fiscal, porque todas las medidas que han tomado son tendientes a intentar solucionar eso. Incluso, las retenciones tienen que ver con la intención de incrementar los ingresos de cara a los vencimientos que se vienen en 2019. Y si bien, en abstracto, pueden parecer similares a las retenciones de la época kirchnerista, no lo son porque, justamente, no van acompañadas por otras medidas que apunten al control de capitales, a la obligatoriedad de la liquidación de las exportaciones en un tiempo dado. Esas dos medidas, que se levantaron, no están. Entonces, solamente vienen atendiendo a un tema fiscal. Además, con la devaluación tan importante que tuvimos y la que viene arrastrándose, no va a ser suficiente esa alícuota de cuatro pesos por cada dólar exportado. Y al ser un monto fijo en pesos por dólar exportado, genera todos los incentivos para que el sector agroexportador presione por una mayor devaluación que le permita licuar ese monto. Por otro lado, ahora sí, lo que no dijo: claramente, acá se está obviando el problema fundamental de la Argentina, que es la restricción externa. La Argentina no tiene dólares. Y los dólares que producimos de manera genuina por medio del único sector que es superavitario, que es el sector productor de alimentos, no alcanza. Y ese sector no logra generar trabajo para todos. Ese es el problema cíclico de restricciones externas al cual nos enfrentamos y que no está solucionado. Por eso, al no establecer controles de capital, este plan no va a llegar a un buen puerto y no va a solucionar el problema.

–¿Cómo es eso?

–La Argentina tiene un problema, que es que no tiene los dólares suficientes como para que la industria sea sustentable, porque la industria es deficitaria en términos de comercio exterior. Entonces, cuando la industria empieza a crecer y eso genera trabajo –porque es ese, y no el sector agroexportador, el que genera más trabajo y encadenamientos productivos en el país–, empieza a aparecer el problema de la falta de dólares. Y ahí es cuando viene la cuestión de qué hacer para conseguirlos. Si supiéramos qué hacer para exportar mucho más y para que la industria sea superavitaria, el problema estaría resuelto, pero dado que el mundo se está cerrando, lo que habría que hacer es administrar los dólares que hay y usarlos para abastecer a la industria, para que la industria pueda funcionar y crear trabajo. Si nosotros no administramos el comercio exterior y permitimos que los dólares se fuguen porque tenemos abierta la cuenta capital, el problema de la falta de dólares no se va a resolver. Ahora, el déficit fiscal es un problema en pesos. Y si en un contexto en donde el mundo no está con una postura compradora, solo apuntás a reducir el déficit fiscal, eso va a tener un impacto sobre el consumo. Lo que vas a generar es una caída terrible de la economía. De hecho, probablemente, hasta ni siquiera puedas resolver el problema del déficit fiscal, porque al caer el consumo, se te va a caer la recaudación. Entonces, como las medidas solamente miran el problema fiscal y no el problema estructural que tiene la Argentina, no creo que sean útiles.

–¿El problema es económico o fundamentalmente político?

–Desde el punto de vista de la economía política, el problema, claramente, siempre es político. Dadas las condiciones estructurales de la economía argentina, que son las que acabo de describir, vayamos a la génesis de lo que es la alianza Cambiemos. Cambiemos es la expresión de una alianza de tres facciones del capital: una asociada al sector agroexportador, otra asociada a las finanzas y una tercera asociada a lo que es la alta burguesía nacional, en alianza con el capital transnacional; ahí podríamos poner a Techint, a las cadenas de supermercados, a las alimenticias o al sector asociado a la obra pública. Esa alianza de capital, en realidad, tiene un problema de origen, una semilla podrida, que son sus intereses contrapuestos. Por ejemplo, el sector agroexportador necesita que el dólar esté bien alto, es decir, de continuas devaluaciones para mantener su incremento. Ahora, esas continuas devaluaciones le complican la vida al sector de las finanzas, porque este necesita de un dólar estable y una tasa de interés alta para que se pueda dar el proceso de valorización financiera, o, como se le dice comúnmente, la “bicicleta financiera”. Después, los sectores más asociados a la producción para el consumo interno necesitan de un mercado interno fuerte, necesitan de buenos salarios reales para poder vender, necesitan de un Estado que los contrate en la obra pública. Entonces, ahí empieza a haber tensiones, porque precisan una tasa de interés que no sea tan alta, ya que eso desfavorece al consumo. En un contexto de flujo de capitales como el tuvimos durante 2016 y 2017, estos intereses, que pueden estar un poco contrapuestos, se compatibilizan por el juego de la valorización financiera. Por ejemplo, un exportador de granos no tenía el dólar tan alto como hubiera querido, pero podía fugar toda la plata que quisiera, diversificar su inversión con una inversión financiera y compatibilizar sus intereses con los de los otros sectores. Entonces, mientras el flujo de capital durara, mientras el proceso de valorización financiera que tuvimos durante 2016 y 2017 se sostuviera, los intereses quedaban compatibilizados entre esos tres sectores. Además, hay otra cuestión que los une, algo principal, que es el cuco de la vuelta del populismo, que los obligue a entregar parte de su tajada para redistribuir el ingreso a favor de la clase trabajadora. Ahora, ¿qué es lo que pasa cuando el proceso de valorización financiera empieza a complicarse, a complicarse el flujo de los capitales internacionales, a complicarse el sostenimiento del tipo de cambio? Ahí es cuando comienzan a aparecer los problemas internos. Vos me preguntabas si es un problema político. Claro que sí, porque Cambiemos está en una encerrona. Supongamos que en serio quiere tomar medidas para estabilizar la macroeconomía. Mirá lo que pasó con las retenciones: ya se le armó una neo Mesa de Enlace, con su portavoz, Lilita Carrió, hablando de un posible rompimiento. Cuando el tema de las finanzas ya no está tan seguro pasan este tipo de cosas. Por eso, esto es algo que defienden tanto y van a buscar al FMI como garante de que el negocio siga funcionando. Pero la realidad es que las medidas que necesita tomar finalmente el Gobierno para estabilizar la economía siempre van a terminar perjudicando a alguno de estos sectores de una manera importante. De hecho, lo que debería hacer es tomar medidas de control de capitales de manera urgente. Si no toma esas medidas y si no baja la tasa de interés, la macroeconomía va a seguir inestable y, en breve tiempo, vamos a estar con un problema cada vez más grave, porque a la inestabilidad financiera se le van a ir sumando los servicios de deuda que hay que cumplir.

Eva Sacco. Integrante del Centro de Economía Política Argentina.

–¿El hecho de que el Gobierno haya tenido que reponer las retenciones a las exportaciones expresa el fracaso de su política?

–El problema acá es el modelo. En él ya estaba implícito el final. Esas medidas son las que llevaron a esta situación. La cuestión es así: el proceso de valorización financiera no puede darse de manera infinita, los capitales no van a ingresar eternamente, en algún momento algo iba a pasar para que los capitales que entraron se fueran. Y en el momento que pasa eso, que se empiezan a ir, el modelo comienza a fracasar. No es que algo salió mal. Es que el modelo en sí mismo es altamente vulnerable a cualquier shock externo: a una sequía, a la guerra comercial entre China y los Estados Unidos y a todas las excusas que puso el Presidente. Encima, se dio la tormenta perfecta, todas las condiciones para que el barco se hunda. Ellos (por el Gobierno) hicieron el agujero y ahora se están quejando de lo que está pasando. Era una política que estaba destinada a fracasar. De hecho, lo único que están haciendo es tomar alguna medida como manotazo de ahogado para ver si logran, de alguna manera, aplazar el final que, ya sabemos, es el de una crisis de una magnitud impresionante, porque la manera en que se ha deteriorado la macroeconomía ha sido algo sin precedentes, por el corto tiempo que ha llevado, por el nivel de endeudamiento que nos están dejando y el nivel de transnacionalización que probablemente se produzca en la economía, ya que los activos de un país, en un contexto de tanta crisis, no valen nada. Realmente, es una crisis de magnitudes que, hasta ahora, no sabemos si la podemos comparar con el 2001, con el 89 o si puede ser muchísimo peor.

–¿El ajuste es la única salida para equilibrar las cuentas, como plantea el Gobierno?

–No, justamente el ajuste lo único que va a generar es mayor caída de la actividad económica y va a producir una profundización de la crisis. Ellos no están viendo el problema: el problema, repito, es la restricción externa. El problema es que no tenemos los dólares. El problema no es el déficit fiscal.

–¿El acuerdo que se intentará renegociar con el FMI es un salvavidas o un salvavidas de plomo?

–El FMI vino, como va a todas las economías que están en crisis, a asegurar la salida de los capitales internacionales, es decir, de los fondos internacionales que ingresaron en el país en un contexto de bonanza, cuando teníamos un dólar barato y estable y había ganancias muy altas para los especuladores y para las inversiones financieras en general. Cuando empiezan los problemas y necesitan ordenar su salida, aparece el FMI como garante. Esta situación es bastante similar a la que se dio con el blindaje financiero en la época de De la Rúa, en la que, justamente, había un proyecto neoliberal en el Gobierno y Federico Sturzenegger, hasta hace muy poco presidente del Banco Central (BCRA), era una parte relevante de lo que fueron esas operaciones. Para lo que sirvió el blindaje fue para que, antes de la caída de la convertibilidad, se pudieran desarmar las posiciones inversoras en el país, pasarlas a dólares y fugarlas. Fijate que ahora, del primer desembolso del FMI, que fue de 15 mil millones, se usaron 7.500 millones en un mes y medio en el mecanismo de subastas para contener al dólar, pero que una vez que esa plata se acabó, aumentó casi diez pesos en cuestión de días, y de un día para el otro terminamos con un dólar a 40 pesos. Entonces, claramente, el rol del FMI fue posibilitar que muchos pudieran desarmar sus posiciones y pasarse a dólares. De hecho, se supo que muchos de los funcionarios, entre ellos, por ejemplo, [el actual presidente del BCRA y exministro de Finanzas del actual Gobierno] Luis Caputo, se pasaron a dólares en el último tiempo y pudieron ahorrarse las pérdidas relacionadas a la devaluación.

–¿A cuánto estima que estará el dólar para fin de año?

–Es una de las preguntas más difíciles que me podés hacer, porque, realmente, es un problema muy dinámico. Si la macroeconomía se estabilizara, un dólar de 40 pesos sería un dólar superalto. Pero no creo que se estén tomando las medidas necesarias para estabilizarla. Lo único que podría llegar a estabilizar la macroeconomía es que la inflación no se dispare debido a una destrucción atroz del poder adquisitivo y del entramado productivo. Entonces, que todos estos aumentos de costos generados por la devaluación no se puedan trasladar completamente a los precios. Pero si hay un traslado a precios, el dólar va a volver a quedar atrasado en este contexto y el país va a estar en una situación muy complicada en unos meses más. Y esta situación va a ser cada vez más compleja, porque las necesidades de financiamiento van a ser mayores ya que va a haber que cumplir con los servicios e intereses de deuda, entonces, se va a necesitar una nueva devaluación para volver a ajustar la macroeconomía. Todo esto, igualmente, depende de cuestiones que no son solamente económicas sino políticas. Y no solo del Gobierno, sino también de cómo jueguen la oposición, los movimientos obreros y los trabajadores.

–¿Se puede pronosticar la inflación anual?

–De la inflación anual, el Gobierno ha hecho una estimación del 42 por ciento. Creo que es una cifra bastante acertada, considerando cuánto es la devaluación que sufrimos. Ese número hay que pensarlo como un piso de inflación estimada para fin de año. En cambio, el valor del 25 por ciento que el Gobierno estima para 2019, hoy suena a futurología. Para 2018 las cartas ya están jugadas, el salario no va a aumentar mucho más de un 25 por ciento, pensando en un escenario absolutamente optimista, y una inflación con un 40/42 por ciento como piso es bastante razonable. Tampoco es muchísimo más que eso, creo.

–Dujovne reconoció que este año la recesión será mayor que la esperada. ¿Qué porcentaje cree usted que alcanzará?

–En el borrador que difundió el Gobierno previo a la conferencia de prensa de Dujovne se decía que estimaban una inflación para 2018 del 42 por ciento, del 25 por ciento para 2019, una caída del PBI del 2,4 por ciento para 2018 y cero crecimiento para 2019. Después difundieron otra versión donde no consta ningún tipo de proyección y, cuando les preguntaron acerca de eso, dijeron que no nos preocupemos y que el informe anterior era un documento de trabajo, que lo desestimáramos. Sin embargo, creo que esos números, en general, son bastante razonables. Lo que hay que recalcar es que en 2016 tuvimos una caída del producto bruto importante y que en 2017 no la llegamos a compensar, apenas llegamos a recuperar la caída de 2016. Ahora va a haber una nueva caída del 2,4 por ciento y cero crecimiento para 2019. Esto significa que, al finalizar la presidencia de Macri, el país va a ser mucho más pobre. Y si tenemos en cuenta que la población, al finalizar el mandato de Macri, habrá aumentado casi un cinco por ciento, vemos que, per cápita, seremos aún mucho más pobres que en 2015. La realidad es que, en términos de crecimiento económico, estos serán cuatro años perdidos.

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