Moyano volvió al ring contra un rival muy duro

Moyano volvió al ring contra un rival muy duro

El dirigente sindical reunió a cientos de miles de personas en un acto que, en contra de los temores de muchos, transcurrió en calma. Arrancó el año político. Segundos, afuera.


No hubo actos de violencia. No hubo enfrentamientos, ni piedras, ni morteros. No hubo represión, ni gases, ni palos. No hubo heridos ni hubo detenidos. No hubo trifulcas. No hubo internas. El miércoles, la sociedad argentina volvió a respirar con normalidad, después de haber contenido el aliento durante semanas, viendo cómo Mauricio Macri y Hugo Moyano doblaban una y otra vez la apuesta. Decenas de miles de personas marcharon para manifestar su rechazo a una serie de políticas del Gobierno nacional. Eso no fue novedoso. Sí resultó una sorpresa, a todas luces positiva, que la jornada haya transcurrido con relativa calma y tranquilidad. Los antecedentes inmediatos obligaban a ser, por lo menos, cautelosos. El clima previo estaba enrarecido. Al final del día, aquello era solamente un resabio. Es de esperar que este tono se vuelva natural con el correr del año y dejemos definitivamente atrás las escenas que se repitieron en cada protesta durante 2017. Oficialismo y oposición tienen, en ese orden, su cuota de responsabilidad. Bien por ambos.

El miércoles, también, se vio una de las últimas batallas de un viejo luchador. Hugo Moyano es la figura sindical más importante del país en el último cuarto de siglo, sin interrupciones, nunca desafiado por un par, campeón invicto que no tenía en sus planes, acaso, volver a subirse a un ring a exponer su silueta. Y sabe que ya no tiene el músculo para el nocaut, que esta es una pelea que se gana después de muchos rounds, con inteligencia. Pero sabe también que tiene enfrente a un adversario peligroso y contra el que no puede ahorrarse artillería. En este caso, verbal. “Quiero decirle al Presidente una frase: ‘Toda victoria es relativa. Toda derrota es transitoria’, desafió desde el centro del cuadrilátero. “No tengo miedo de ir preso. No tengo miedo de que me maten. Estoy dispuesto a dar la vida por los trabajadores.” El campeón pega y se pone en guardia.

Su rival muestra otro estilo, desdramatiza, hace fintas. “El trabajo es la herramienta para fortalecer el país, la clase media, por eso debemos seguir por este camino, donde construyamos soluciones sin aprietes, sin extorsiones, sin comportamientos mafiosos, sin buscar privilegios y todos sentado a una mesa para ver qué podemos aportar”, dijo Macri por la mañana, desde Entre Ríos, donde se mostró con Gustavo Bordet, gobernador y peronista, el día de su cumpleaños. Por la tarde, mientras el camionero hablaba en la 9 de Julio, el Presidente hacía mermelada. Más allá de esos gestos elocuentes, la comunicación estuvo tercerizada en sus ministros (Triaca, de Trabajo; Frigerio, de Interior; Dietrich, de Transporte: los tres de más vínculos con el dirigente sindical) y en periodistas que durante todo el día agitaban versiones sobre la inminente detención de algún miembro del clan Moyano.

Pero la marcha del miércoles no fue solamente una batalla más en un duelo personal; fue también la campana que dio comienzo al año político. Se acabaron las vacaciones y los retiros espirituales. Segundos afuera. Y en ese plan, el dato político para destacar es la vigencia de la alianza que había comenzado a tomar forma en los últimos dos meses del año pasado. Este frente entre todos los sectores del sindicalismo crítico, un sector relevante del peronismo que incluye kirchneristas, (¿ex?) massistas y algunos dirigentes con peso territorial, organizaciones sociales y organismos de derechos humanos y que cuenta con el guiño indisimulable del Vaticano puede convertirse en la columna vertebral de un armado político que le dé dolores de cabeza al oficialismo en 2019. Pero incluso mucho antes de que eso comience a suceder, si sucede, una articulación entre todos ellos será un rompecabezas para Cambiemos en el Congreso.

Los organizadores de la protesta quedaron conformes con el resultado. Saben que es un paso más de un plan de lucha que será largo: tiene, por lo menos, 22 meses por delante. Seguramente, el mes que viene, en el marco del conflicto docente, haya una nueva movilización conjunta. Algunos ya hacen planes más largos. De los seis oradores, uno solo, Pablo Micheli, habló de un paro general. Las condiciones todavía no están dadas, cree la mayoría de los referentes de los espacios que convocaron a la marcha. Antes, está la elección de las nuevas autoridades de la CGT y la inmediata ruptura, si es que el quiebre no se formaliza antes. Recién entonces podrá medirse la correlación de fuerzas. Un detalle que da ánimos al moyanismo: se destacaron, en la manifestación, banderas de seccionales de gremios cuyas cúpulas habían decidido no concurrir.

“Dicen que vinieron a respaldarme por los problemas legales que tengo. No estoy implicado en ningún problema de corrupción hasta ahora y si tuviera un problema tengo las suficientes pelotas para defenderme solo. No venimos a amenazar al Gobierno. No somos desestabilizadores. Somos hombres y mujeres de trabajo que venimos a decirle al Gobierno que están hipotecando al país. Señor Presidente, no siga llevando adelante políticas que hambrean a la parte más sensible de la sociedad. A los jubilados los han engañado con la reparación histórica. Todo lo que anuncian es mentira. Se ríen de nosotros.” Uno. Dos. El campeón vuelve a sentir en los músculos el calor de antaño. Su instinto, intacto, le dice que se vienen momentos definitivos. Suena la campana.

Qué se dice del tema...