Macri no le facilitará a Fernández la transición

Macri no le facilitará a Fernández la transición

Consumido por los resquemores, el presidente ejercita la picardía y trata de que su adversario quede envuelto en sus manejos.


Mientras Alberto Fernández construye su liderazgo regional y se pone al frente de la condena al golpe de estado en Bolivia, interviniendo personalmente y en contacto con otros mandatarios, Mauricio Macri se niega a nombrar las cosas por su nombre: el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales. 

Ésta es una definición que incomoda al Gobierno que se va, empeñado en seguir obstruyendo todo lo que pueda el camino para una transición ordenada. La buena voluntad sobre el traspaso también se mide en gestos como éste. La cronología marca que, una vez consumada la renuncia a punta de pistola del mandatario boliviano, Fernández se comunicó con Macri para pedirle, primero, que condenara enfáticamente el golpe de estado y, segundo, para que las sedes diplomáticas para refugiaran a los funcionarios del Movimiento al Socialismo (MAS).

“Alberto le pidió que interceda y él no quiere hacer nada, ni declarar el golpe y tampoco colaborar”, resumen desde el entorno del nuevo mandatario, luego de los diez minutos que durara el llamado telefónico entre ambos. En Bolivia, el embajador Normando Álvarez García aceptó recibir a dos ministros, pero les cerró la puerta otros cuatro ex funcionarios. A la posición argentina, por estas horas sólo le falta reconocer a viva voz a la autoproclamada Jeanine Añez como nueva autoridad máxima del Gobierno de Bolivia para cantar cartón lleno.

Y no están muy lejos. En la primera definición oficial, el canciller Jorge Faurie había dicho textualmente que “no están los elementos para definirlo como un golpe de Estado”, considerando que en Bolivia sólo hay una “crisis institucional”. Macri, quien sobre el filo de los acontecimientos sólo había expresado que “todos estamos preocupados” por la situación boliviana, se tomó un día más para ampliar su postura. Y cuando habló el martes en el Museo de la Casa Rosada, otra vez eludió la definición categórica. “Repudiamos la violencia de cualquier tipo y bajo cualquier circunstancia. Creemos en el diálogo como mecanismo de salida de cualquier crisis que pueda tener una nación. Y entendemos que las elecciones son la mejor manera de transparentar la voluntad del pueblo boliviano”, sostuvo, legitimando otra vez el escenario boliviano.

Finalmente, cerró diciendo que “vamos a trabajar siempre por una región en paz, con instituciones fuertes e independientes, que renuncien a la violencia y consoliden la unidad de los pueblos. Quiero decirles a los hermanos bolivianos que estamos cerca, siguiendo de cerca el tema y esperamos que rápidamente puedan convocar nuevamente a elecciones”.

Pichetto, por su parte, dijo que “no es un golpe de Estado clásico, estilo de los 70” y habló, en cambio, de “una interrupción en el proceso institucional” en Bolivia.

“En América Latina funcionan tres dictaduras muy complejas. Una es Cuba, la otra es Venezuela y la otra, Nicaragua. Bolivia iba en ese camino. Allí ha habido una reacción popular y ha habido un vacío de poder, pero golpe de Estado clásico no”, escribió el consejero estrella de Macri por estos días. 

 

Consultados por Noticias Urbanas, en Cancillería aseguran que la sucesión en Bolivia es un proceso “legítimo” y que Añez, como nueva presidenta del Senado, es por estas horas la “más alta autoridad” de uno de los poderes de Bolivia.

Aseguran que, según los acontecimientos de las últimas horas, “ella es una referencia de autoridad frente a la situación crítica de vacío institucional que hay”, aunque reconocen que para poder ser designada y reconocida como Presidenta provisional del país, todavía falta su ratificación por parte de la Asamblea Legislativa, donde “está todo medio estancado” porque la mayoría de los parlamentarios son del MAS y “tienen orden de no dar el quórum”. 

“Igual, a favor de ella, está el reconocimiento del Tribunal Constitucional reconociéndola como Presidenta. Es la Justicia boliviana interpretando la Constitución, lo cual le da cierta razonabilidad a toda esta situación que es bastante anómala. Al margen de la formalidad de los reconocimientos de títulos, esperamos que se inicie el diálogo necesario con todos los actores políticos bolivianos para encontrar una solución institucional que permita restablecer la paz social y convocar a elecciones”, concluyeron desde el Palacio San Martín.

Su posición frente a Bolivia terminó por dejar aún más expuesta su debilidad como potencial líder de la sobrevida política de Juntos por el Cambio. “Para afuera parecerá líder, pero adentro chifla y no se da vuelta nadie”, resume un funcionario nacional, discípulo de siempre de un ministro y con más que afinidad con Horacio Rodríguez Larreta.

La UCR, en plenas tensiones con la cúpula macrista, bajó línea rápidamente para desmarcarse del papelón. “Cuidar la democracia en el continente implica un esfuerzo por calificarla. ¡No a las trampas! ¡No a las injerencias externas! ¡No al Golpe de Estado! Sí al pluralismo, la democracia y la convivencia pacífica”, afirmó a través de un comunicado el Comité Nacional de la UCR que encabeza Alfredo Cornejo, que apuesta a mantenerse al frente del radicalismo y está furioso por la intromisión de los macristas que hacen lobby para que Mario Negri asuma como presidente del bloque radical.

Desde el Pro, sólo el desterrado Daniel Lipovetzsky salió a cuestionar la postura del saliente mandatario. Recortado entonces por la tijera de Marcos Peña sobre el cierre de las listas, al platense sólo le quedaba un lugar dentro de un nuevo gobierno de María Eugenia Vidal, pero como la historia finalmente fue otra, a las pocas horas de la derrota provincial y nacional, sin preocupaciones se apareció por la jura de Juan Manzur en Tucumán, en el estreno de Alberto como presidente electo.

Otro de los que también viene desmarcándose sigilosamente es Rogelio Frigerio, a quien Alberto Fernández podría mantener como candidato argentino en la presidencia del BID, según las fuentes consultadas de ambos lados.

“Rogelio va a descansar un tiempo, mientras mira de reojo lo que pase con el BID y tal vez en dos años vaya como candidato a legislador por Entre Ríos”. Mientras tanto, también se despega de la posición expresada por el Presidente y el Canciller. En una entrevista en CNN, el ministro del Interior sostuvo que “hay que ser muy prudentes” respecto de la situación que se vive en Bolivia, aunque se diferenció al señalar que “tampoco podemos permitir que haya, como en ningún otro lugar de Latinoamérica, intervención de las fuerzas armadas”.

Ya en el documental sobre Alberto Fernández estrenado recientemente por La Nación, Frigerio empezaba su propia transición, al destacar que “es bueno para el país” si es que hubo un “replanteo” de Cristina Kirchner al nombrar a alguien como candidato presidencial que haya formulado “críticas tan contundentes y muy duras” sobre su segunda gestión al frente de la Casa Rosada. Muy cerca de Frigerio, despacho mediante, su viceministro Sebastián García de Luca, quien asumirá su banca como diputado el 10 de diciembre, es la cabeza de un grupo de legisladores que podrían exiliarse del bloque del PRO para armar una tropa propia que podría o no funcionar dentro del interbloque de Juntos por el Cambio, aunque con independencia y tono dialoguista.

Por ahora, el conteo arroja que son al menos diez diputados, que estarían dispuestos a allanarle el camino en un Congreso en donde se convocó una sesión especial para tratar el tema Bolivia por el reclamo de la bancada peronista y con un trabajo minucioso del saliente presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, quien juega a favor de su Sergio Massa para mostrarlo públicamente como su sucesor en un lugar que también es anhelado por otros peronistas de peso como José Luis Gioja.

Monzó se anota un poroto con el nuevo gobierno, mientras se decide a ser -o no ser- uno de los armadores nacionales del proyecto presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. Por ahora, éstas son las únicas transiciones en marcha, de un lado a otro. 

Para la formal entre mandatarios, habrá que esperar a que Alberto presente a sus hombres y mujeres en el gabinete. Piensa íntimamente que Macri quiere ponerle piedras en el camino y hacerlo corresponsable de algunas de las decisiones unilaterales que toma.

Mientras tanto, Macri sigue jugando con la picardía de conservar una pose alejada del derrotismo, que le permita construir un nuevo relato para cuando lo ataque la nostalgia y empiece a extrañar la botonera que utilizó en estos buenos tiempos de residencia en la Casa Rosada, que están a punto de concluir.

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