Los dos años de gobierno de Mauricio Macri

Los dos años de gobierno de Mauricio Macri

Este 10 de diciembre, el Presidente llega al 50 por ciento de su gestión. El balance de lo realizado hasta ahora y las perspectivas a futuro.


Si el menemismo fueron algunos años de estabilidad y consumo para derivar –Alianza mediante– en una crisis inédita, y el kirchnerismo resultó un proceso más complejo y aún en debate, ¿qué será el macrismo? El presidente Mauricio Macri y Cambiemos cumplen sus primeros dos años en el poder, y la discusión central hoy es hacia dónde conduce esta gestión. Las hipótesis centrales son, básicamente, dos: la oficialista, que habla de una normalización del país, luego del aislamiento internacional y una economía populista y corrupta que desperdició una década de crecimiento y contexto favorable, versus la opositora, que alerta por una vuelta a las políticas liberales de ajuste y endeudamiento externo que ya llevaron al fracaso en los 90.

Un dato demuestra los vaivenes (por llamarlos de manera contemplativa) de la dirigencia argentina: mientras en la última década del siglo pasado el entonces empresario Macri era un entusiasta defensor de aquel modelo menemista del que hoy se preocupa en despegarse, su principal opositora, Cristina Kirchner, y su marido gobernador eran aliados políticos clave del expresidente. Mala memoria: ella también habla hoy como desentendida de aquellas nefastas políticas neoliberales.

Hay un punto en el análisis en el que existe cierta coincidencia respecto a esta primera mitad del mandato de Macri: la mayoría de los argentinos la pasó mal. Los jubilados perdieron poder adquisitivo, cientos de pymes se hicieron inviables, los tarifazos pegaron de modo transversal y los sectores vulnerables, en el mejor de los casos, siguen sobreviviendo a la espera de un horizonte mejor.

A esta situación compleja, el Gobierno la llamó “gradualismo”. Y ahí reaparece la discusión: según el oficialismo, la herencia K era tan profunda que las medidas que se tomaron no fueron tan drásticas como presenta la oposición. En concreto, la ilusión del “segundo semestre” de mejoras se fue corriendo y ahora se habla de un nuevo punto de inflexión. Algo así como la profundización del gradualismo, o el reformismo permanente, como gustó presentar el Presidente en su anuncio refundacional en el Centro Cultural Kirchner. En términos médicos, sería que al paciente hay que volver a operarlo para que se recupere de una vez por todas. Los dolores de estos últimos dos años fueron un paliativo.

Las dudas y temores que generan los proyectos del Gobierno nacional, materializados en las reformas previsional, laboral y tributaria, son tres: hasta dónde dolerá el ajuste, cuánto durará y cómo quedará la sociedad una vez aplicado.

En un país en el que cuesta proyectar a mediano plazo, el presente asusta un poco. El recorte reformista, admiten los propios funcionarios, cae sobre los jubilados y los beneficiarios de la AUH: casi un tercio de la población, que sufrirá una poda de más de 100 mil millones de pesos por el cambio en la fórmula para calcular sus aumentos. ¿Qué aduce el Gobierno? Que, sin estos cambios, el sistema era inviable. Verdad a medias: también es cierto que de ese megaahorro salen los fondos para compensar a las provincias, que sufren en sus cajas con otros cambios, y para darle a la provincia de Buenos Aires una inyección de plata sin precedentes para hacerla, de una vez por todas, sustentable.

Con dos años transcurridos, Macri al menos empezó a torcer algunos números macroeconómicos. En un punto, mejoró lo que él mismo había empeorado. La Casa Rosada jura y se ilusiona con que la curva ascendente no se estancará en niveles pasados sino que será continua y persistente. Allí también se apuesta al gradualismo: crecer tres o cuatro puntos durante 20 años.

Que estas mejoras numéricas lleguen al grueso de la sociedad y se sientan en el día a día será clave en 2018. El tercer año de Gobierno terminará de perfilar lo que ocurrirá a partir de 2019: si Cambiemos repite un segundo período, con mejores perspectivas, como Macri supo construir en la Ciudad y también en Boca; o si el país acelera una nueva crisis y los bomberos del peronismo se ponen otra vez el traje de salvadores.

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