Las PASO el domingo: una prueba para la izquierda

Las PASO el domingo: una prueba para la izquierda

Las diferentes alianzas de este sector buscan consolidarse electoralmente. Cómo están parados el FIT, Luis Zamora e Izquierda al Frente.


Las elecciones de este año, comenzando por las primarias que se celebran este domingo, representan una oportunidad histórica para la izquierda en la Argentina, aunque el desafío es doble y el peligro acecha. Un buen resultado en octubre puede consolidarlos como una fuerza con presencia parlamentaria, tanto a nivel nacional como en las legislaturas de varias provincias, con todo lo que ello implica hacia el futuro. Un desliz puede costarles todo lo que han construido en el último lustro, cuando se apuntalaron como un actor ya no marginal en el sistema político de este país.

Una década después de 2001, la izquierda argentina se encontraba ahogada en un lugar incómodo, con pocas perspectivas de crecimiento en el marco de un clivaje entre el gobierno y sectores reaccionarios vinculados a los terratenientes y los grandes medios de comunicación. Algunos de sus actores históricos terminaron esos días de 2008 protestando codo a codo con la Sociedad Rural. Los números en las elecciones no acompañaban y el capital político adquirido durante la gran crisis se había evaporado.

Curiosamente, fue la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, con su reforma política que instauró las PASO, la que les dio un aire nuevo. Aunque en un comienzo resistieron esa herramienta, que con su piso para acceder a las elecciones generales les ponía una barrera difícil de franquear, denunciándola por proscriptiva. Con las cartas sobre la mesa, supieron hacer de la crisis una oportunidad, primero con la seminal campaña de #UnMilagroParaAltamira, en 2011, que les permitió dar pie en las redes sociales.

Luego, con la conformación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), los principales espacios de este sector, sin terminar definitivamente con la histórica dispersión del trotskismo, al menos pudieron conformar un nódulo de poder con peso específico propio en los principales distritos del país. Gracias a esa maniobra, hija de la necesidad, hoy cuentan con un bloque de cuatro diputados nacionales y bancadas crecientes en legislaturas de la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Salta, entre otras provincias. Eso es lo que ponen en juego este año.

Hoy la política, todos lo saben, se monta sobre figuras, y son dos las que emergen en este sector, una vez concretado el pase a retiro de Jorge Altamira. Uno es el sociólogo mendocino Nicolás del Caño, verdugo del histórico patriarca del PO en las primarias hace dos años. La otra, la abogada porteña Myriam Bregman. Ambos militan en las filas del Partido Socialista de los Trabajadores y compartieron fórmula presidencial en 2015. El Partido Obrero, en este período al menos, pasó a ocupar un rol de reparto en la alianza.

Las tácticas políticas de Del Caño y Bregman parecen diferir en este punto: mientras que aquel se mudó a la provincia de Buenos Aires para competir allí y ampliar su caudal político, en una movida no exenta de riesgos, ella decidió, en cambio, jugar más a seguro y encabeza la lista de legisladores porteños, un lugar más “entrable” que el Congreso de la Nación en el distrito Capital. Pero los dos, cada uno a su manera, apuntan a lo mismo: consolidarse como una opción electoral hacia el futuro, algo que hasta hace pocos años parecía lejanísimo en este sector.

No solo de votos vive la izquierda: el rol del sindicalismo combativo en las bases durante los últimos años, especialmente en contraste con la pasividad irritante de las cúpulas gremiales, le ha ganado mucho apoyo en el territorio y las fábricas. Casos como Kraft, durante el kirchnerismo, y PepsiCo, con el nuevo gobierno, pusieron en evidencia esta realidad novedosa en el conurbano bonaerense, a apenas minutos del centro de la Ciudad. Esa es la carta en la manga con la que esperan, ansiosos, los resultados del domingo.

Otros sectores que no se montaron al FIT también buscan dar su propio batacazo. En la Ciudad de Buenos Aires, el eterno Luis Zamora sigue portando una base de votos propios, e Izquierda al Frente (conformado por el MST y el Nuevo MAS, espacios que nunca tuvieron buenos tratos con el PO y el PTS) intentará robarles votos a sus adversarios internos. En la provincia de Buenos Aires, ya casi sin brío, Pino Solanas encabeza una alianza muy variopinta que incluye algunos actores de la izquierda tradicional.

La incógnita, que comenzará a resolverse cuando se abran las urnas este fin de semana, es si el desencanto con el gobierno de Cambiemos y el giro a la derecha del mainstream político/mediático les abren el juego a los sectores más radicalizados, o si, por el contrario, la polarización y el crecimiento de CFK como alternativa concreta al macrismo y con posibilidades de una victoria termina llevándose los votos más descontentos. Un resultado favorable proyectará a la izquierda por un camino inédito en la historia argentina. Un fracaso volverá a llevarlos al casillero de partida.

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