Larreta y Vidal: muerto el Rey, ¿Viva el Rey?

Larreta y Vidal: muerto el Rey, ¿Viva el Rey?

Opinión.


El futuro de Cambiemos (quizás con otro formato y otro nombre seguro) es una construcción con muchas variantes, ya que tiene una base de dirigentes interesantes, partidos políticos con historia y con presente, una formación legislativa nacional con cierto peso, algunas provinciales -como la bonaerense- con buen número propio y el control de tres provincias y grandes probabilidades de retener la Ciudad de Buenos Aires.

En esta ocasión, como otras veces, en esta columna damos por definida la elección en Nación y Provincia, más allá de los guarismos y por eso es que la principal duda que acecha a esta futura fuerza será la de qué hacer con el Presidente saliente, Mauricio Macri, en el futuro.

Cuenta la historia de la humanidad, más precisamente el antropólogo Claude Levi-Strauss, que en un principio el jefe de la tribu era el que tenía todos los privilegios y beneficios. Y el resto sólo podía obedecer su mandato, sin posibilidades de transformar la realidad, casi una esclava convivencia del resto de la comunidad. Hasta que, luego de sufrir todo tipo de privaciones y contratiempos, los hijos del jefe finalmente lo mataron para poder ser ellos los que accedieran a las riquezas materiales y tener, de ese modo, voz en la conducción de aquellas tribus  y con esa metodología, empezaron a florecer muchas más tribus cada una con su cacique y el poder fue más repartido, con todo lo que ello implica.

La metáfora tiene que ver con la docilidad que hasta ahora tuvieron principalmente María Eugenia Vidal y, en menor medida, Horacio Rodríguez Larreta en su relación con el jefe del espacio, el actual Presidente. La gobernadora decidió transitar la definición de su futuro en el rol de mejor alumna del jefe y sufrió desde el territorio más castigado por la crisis (el conurbano) una paliza monumental, a pesar de su excelente imagen positiva.

Larreta con algo más de autonomía, no solo por el distrito que conduce y por los recursos que maneja, sino por una mirada política más propia y dialoguista, logra en principio zafar del tsunami y colocarse en una posición de privilegio para la etapa que se viene.

Saliendo del Pro, es el momento de interrogarse acerca de los pasos que dará en el futuro el radicalismo, que de modo inteligente surfeó la presión de Balcarce 50 para mantener sus provincias y tiene en Alfredo Cornejo y Martín Lousteau a las figuras que empiezan a trascender sus distritos con ambiciones nacionales. Son los que llevarán a la mesa sus ideas y propuestas con sus socios sobrevivientes del submarino amarillo. Una conexión en la que siempre es fundamental Enrique Nosiglia, un eterno generador de nuevos experimentos con resultados generalmente positivos en esta etapa.

La Coalición Cívica, conducida por Elisa Carrió, parece acompañar a Macri, por lo menos, hasta la puerta del cementerio, siendo hoy la principal aliada del Presidente. Lilita está ya acostumbrada y es lo suficientemente hábil para sobrevivir a situaciones límites e incómodas como esta. Se refunda rápidamente tras sus “retiros” habituales.

Figuras de la talla de Emilio Monzó y Rogelio Frigerio serán imprescindibles a la hora de brindarle densidad política a este armado, que tendrá en ellos su pata peronista, con el inestimable aporte y protagonismo de Diego Santilli, un retornado Cristian Ritondo, quizás Vicente Massot y algunos más que se sumen en el camino.

El proyecto presidencial de Larreta-hoy en pausa, mientras cruza el Jordán del 27 de Octubre- puede encontrar tanto aliados como competidores en el mediano plazo, aunque esa construcción previamente deberá coronar con su triunfo en la Ciudad para darle la pole position del armado nacional.

Radicales, peronistas, ¿lilitos? y obviamente, el Pro, con la sociedad Larreta – Vidal a la cabeza es parte de lo que se viene. Una oposición bastante “razonable” si es que triunfa Fernández, que necesitará de todos en la reconstrucción de la rueda de productividad, exportación y consumo de la población.

Pero antes, ellos tienen que resolver el tema Macri y la avanzada -en la huida- de Marcos Peña, quien desde hace un tiempo pretende convencer que “sí se puede ” y que nada cambió para lograr una extensión de su influencia, pidiendo lugares y decisión mientras va desarmando las oficinas que observaron su fracaso. Será una cuestión a seguir.

Mauricio Macri seguramente se tomará un descanso tras el 10 de diciembre, para meditar si se resiste a que lo maten los que vienen detrás suyo o se entrega mansamente a la etapa del olvido, abriéndoles las puertas a quienes fueron sus mejores alumnos y hoy pretenden ser profesores con maestrías, entendiendo mejor la política y menos a los trolls.

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