Larreta sólo podrá escalar cuando pueda derrotar a Macri

Larreta sólo podrá escalar cuando pueda derrotar a Macri

Opinión.


Ocho millones de votos no se regalan. Ni se prestan. Se negocian de la mejor manera posible. Si alguien no sabe qué hacer con ellos no habrá mejor tarea que mirar a Cristina Fernández de Kirchner, y darse cuenta qué es lo mejor que uno puede hacer con los votos, recién cuando cae en cuenta que no le alcanzan para ganar elecciones en soledad.

Exactamente eso es lo que piensan en la Casa Rosada los halcones liderados por Marcos Peña que, con el aval del Presidente, decidieron emprender un camino que promete dos efectos positivos: mantener la cercanía del líder anti peronista con su gente, con los que creen todavía en su capacidad de sacar al país de la pobreza que él ayudó a crecer y consolidar, pero éstos (los votantes, no los pobres) no son pocos a lo largo y ancho del país. Y lo miran a él.

Así nacieron dos ejes: destruir Juntos por el Cambio, la marca de la derrota abultada que tuvo tan corta vida que no llegó a ser adoptada ni por los propios, para permitir ahora que todos los comunicadores en esta etapa vuelvan a hablar de la marca victoriosa de “Cambiemos”. Yel segundo es la organización del Tour Despedida “hasta cuando sea posible volver”  en la actual Caravana de 30 ciudades que Mauricio Macri encara con actos de cercanía con su público más fiel, con una inusual carga emotiva en su discurso casi místico, que queda, como cuando besó a la señora en Entre Ríos, a veces border con el ridículo.

Con estas dos medidas, los adoradores de los grupos de wasap de las madres de los chicos, amantes de las demás redes sociales -en menor medida ahora- pero centrales en su mundo político, de los “Defensores del Cambio” que parecen haber perdido la categoría cuál club de fútbol, de los actos 360 con libreto teatral, stars de la gestión y música de hits, y de casi todas las cuestiones reñidas con la política tradicional, decidieron que su supervivencia tenía que trascender sus errores. Y en un giro copernicano viraron hacia la clásica caravana cercana, ya no con celulares y estados y emojis y órdenes de qué hacer por chat, sino apelando al viejo truco del acto con palco y gente abajo, con marchandising de Argentina, para que lo vean de cerca al líder ya sin ideas, pero prometiendo todo lo contrario a lo que realizó en casi cuatro años, como si la marca celeste y blanca ahora fuera de ellos.

La puñalada, entre tantas otras que le propinaron a sus mejores aliados de mesa chica, en esta ocasión va dirigida en primer término a Horacio Rodríguez Larreta, quién todavía tiene serias chances de ganar y a su socia -minoritaria ahora- pero importante a futuro, Maria Eugenia Vidal, quién desde una buena base territorial y política, correrá de atrás en la Provincia dentro de dos años.

Los killers de la Rosada, encabezados por Peña y de Andreis por ejemplo, están decididos y quizás no les importe que piense Macri (ni Juliana) ahora, a no entregar nada de lo conquistado a nadie. O lo ganan a las trompadas o nunca será de ellos. Eso es lo que siempre pensaron aprovechándose de la ingenuidad de ser la mejor alumna de Vidal y la tibia desconfianza de Larreta hacia Peña, nunca, ni siquiera ahora, al punto de romper.

Macri quiere que no lo echen como una rata con ocho millones de votos. Y tiene razón. Tendrán que ser inteligentes si lo quieren sacar  al presidente para la próxima etapa, y como Macri y Peña están aprendiendo a negociar viendo en estos cuatro años a CFK, quizás para Larreta y Vidal haya llegado el momento de mirar a Alberto y a Massa, y ver como se hace para quedarse con una Presidencia de la Nación con los votos del otro.

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