La trama secreta de la Casa Rosada

La trama secreta de la Casa Rosada

El presidente sabe que dar vuelta la elección es casi imposible, pero no piensa resignar sus aspiraciones futuras.


El presidente Mauricio Macri se debate por estos días entre la necesidad de sobrevivir a la que espera que será la catástrofe electoral del 27 de octubre y el diseño de su futuro post-2019, cuando pase el temblor.

Cuentan los que lo tratan habitualmente que la gira del “Sí, se puede” le cambió su visión de la política. Acostumbrado a frecuentar los cenáculos y a reunirse con dirigentes que suelen amoldarse a sus deseos sin proponerle mayores obstáculos a su voluntad, de repente descubrió a las masas.

Esos votantes lejanos, a los que les hablaba a través de las cámaras y de quienes obtenía respuesta por medios de los “focus groups”, siempre con intermediarios, de repente se corporizaron frente a sus ojos y comenzaron a gritarle cara a cara sus aspiraciones, sus deseos y hasta sus temores frente al fenómeno peronista que pareciera avecinarse.

Ese intercambio transformó a Mauricio Macri. Se lo ve y se lo escucha propenso a la euforia y aún, por momentos, al descontrol. Saluda, grita, se ríe y se enoja al ritmo que le proponen las ovaciones y las protestas de sus adherentes. Inclusive, la ausencia de adrenalina a que lo someten sus días en el Palacio de Gobierno, por momentos lo exaspera y lo sumerge en la tristeza.

Su dilema de esta hora lo lleva a diseñar sus próximos pasos con extremo cuidado. Si durante cuatro años condujo a mucha gente ante los tribunales, no espera que en el futuro no le ocurra algo similar. Para sortear los indudables obstáculos que le aguardan, está pensando en liderar un polo opositor de extrema dureza.

Volver es su prioridad futura. No ahorrará esfuerzos para ello, aunque sabe perfectamente que no será fácil. Es consciente de que no pudo frenar la crisis que él mismo generó a partir de 2015, que no se suponía que durara más de un año o de un año y medio. Después, la propia dinámica del monstruo que engendró le impidió ponerle freno y así se llegó al desmadre de hoy, cuando el “Síndrome del Pato Rengo” le impide hacerse escuchar. Y, ya se sabe, si un amigo de los mercados no los domina, es el momento que siempre esperan los formadores de precios para jugar en el bosque mientras el lobo no está. Un poco de desmadre permite ganar dinero rápido y fácil.

No hay nada más seductor que ser el demiurgo de la realidad. Crear una crisis, adjudicársela a sus enemigos y después transformarla en una oportunidad, al modo chino, para volver a crecer bajo condiciones diferentes es el sueño de todos los que gobiernan bajo las reglas del mercado.

Macri no renunciará nunca a su discurso duro: seguridad pretoriana, posición favorable a “las dos vidas”, política antiinmigratoria, libertad absoluta de los mercados. Sus voceros de estos días –Lilita Carrió, Miguel Ángel Pichetto y Patricia Bullrich– guardaron cuidadosamente esa línea, aún con derrapes y salidas de pista que terminaron en cualquier parte (uno proponiendo la dinamita y otra diciendo que si no fuera gorda podría ser una prostituta). Con esa premisa se opondrá al gobierno peronista que estaría llegando, que representa todo lo contrario a lo que plantea.

El segundo capítulo de esta saga tiene que ver con las sanciones a algunos mosqueteros que pretendieron esgrimir sus espadas para sí mismos. Hay dos a los que seguramente que se les retirará el uniforme y el mosquete, salvo reconciliaciones de última hora, que son Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. 

El primero, por haber tendido puentes de gobernabilidad con el “albertismo” –sin autorización- para lo que viene. La segunda, porque comenzó a pensar el posmacrismo en sus últimos días. Quizás el esfuerzo del Gobierno nacional por prohibirle el desdoblamiento electoral tenga que ver con su demasiado temprana aspiración a suceder al jefe, aquel Plan V que la sedujo hace unos meses, de la mano de cerebros que no operan habitualmente en Baires, sino en la lejana y helada Nueva York.

Paradójicamente, el modelo de Mauricio Macri es Cristina Fernández de Kirchner, que recorrió todos los juzgados, capeó todas las acusaciones extrajudiciales y soportó las maledicencias más extremas y, sin embargo, fue una de las creadoras de la opción electoral que la va a llevar de nuevo al poder.

Aunque jamás lo van a reconocer en público, algunos conspicuos macristas admiran la persistencia y la capacidad de reinventarse de las que hace gala la expresidenta, que hoy se dispone a sucederlos. Macri quiere verse a sí mismo en esa tozudez, en esa capacidad de reciclarse y de ser capaz de seguir estando en el centro de la escena y hasta de correrse de ésta y no quedar fuera del escenario.

El primer paso de Mauricio Macri consiste en seguir siendo el jefe extramuros de una bancada opositora que será numerosa en el Congreso. Si logra que el nivel de las deserciones sea soportable, encarará el año 2020 con optimismo.

Así, podrá seguir cultivando su reciente rol de líder social con poder de movilización, un nicho que hasta ahora estaba reservado para el populismo peronista y para una izquierda que moviliza pero que no se “parlamentariza” en demasía.    

Volver en 2021 no será fácil, ya que su ámbito debería ser el Senado y la Ciudad de Buenos Aires elige sus tres escaños el 27 de octubre, precisamente. Le queda postularse para senador bonaerense, que votará a sus senadores en 2021. De todos modos, el plan existe y piensa recorrer el camino. Deberá hacer gala de una capacidad política que hasta ahora no esgrimió, pero nunca se sabe.

Te puede interesar

Qué se dice del tema...