Arde la calle

Arde la calle

Jaqueado por una serie de movilizaciones que escenifican una crisis que es negada por sus voceros, el Gobierno planea contrarrestar tanta protesta con una marcha sabatina en la que silben su melodía.


Paros, movilizaciones, protestas y marchas hubo siempre en la Argentina, un país en el que existe una gran experiencia de distintos sectores sociales, que desde hace más de 100 años se han organizado para protestar y para hacer valer sus reclamos. Así, los sindicatos, las organizaciones sociales y aun las clases medias que se oponían al Gobierno que encabezaba Cristina Fernández de Kirchner ganaron la calle en distintas ocasiones para realizar movilizaciones masivas, que les dieran validez a sus protestas.

El anterior gobierno basó su propuesta económica en aceitar el funcionamiento del mercado interno, abriéndolo al acceso de más sectores. Para ello debió promover el crecimiento del poder adquisitivo de los asalariados y poner el acento en la expansión industrial, un sector al que las políticas liberales aplicadas en los anteriores 27 años habían desfavorecido completamente, al contrario de lo que ocurrió con el agro y con el sector financiero.

Cuando Mauricio Macri accedió al poder, sus primeras medidas clarificaron sus objetivos económicos rápidamente. La quita de las retenciones agrarias impulsó inmediatamente a la actividad del campo. Lo mismo ocurrió con la actividad minera y con algunos otros productos agrarios, como el champagne.

Esta reprimarización de la economía no iba a avanzar sin conflictos, porque muchos sectores que antes habían sido favorecidos iban a perder lo conseguido. El conflicto estaba al alcance de la mano y eso lo sabían en Cambiemos y también en todos los campamentos políticos de la oposición. Incluso, durante el primer año de su gobierno, se puede decir que Macri avanzó en sus objetivos con una moderada pero aceptable rapidez, sin que las protestas consecuentes alcanzaran a jaquear sus objetivos.

Entonces, durante todo 2016 la oposición eligió en muchas ocasiones facilitar la marcha de la gobernabilidad, votando una batería de medidas que muchos de ellos nunca hubieran votado en circunstancias diferentes.

67272En este contexto, cuando terminó el primer año de gobierno, que muchos asocian con el fin de “la luna de miel” con el electorado, comenzaron a tomar cada vez más fuerza las protestas, al calor de las medidas adoptadas. Los sectores perjudicados por las medidas económicas tomadas desde el 10 de diciembre de 2015 ya se habían organizado durante el año pasado, ya que consideraban que iban a tener que resistir para no perder lo que les quedaba.

La calle comenzó, entonces, a ponerse cada vez más caliente. Para muestra bastaría con haber visto el inédito diálogo directo que se produjo el 7 de marzo último entre el triunviro de la CGT Juan Carlos Schmid –parado en el palco– y una manifestante, que le exigía desde la calle que fijara una fecha concreta para el paro general. El dirigente le contestó que no había una fecha pero sí una decisión de realizar la huelga, pero aun así no logró convencer a la sindicalista y cada uno regresó a su lugar sin haber logrado acordar un punto en común.

Las ascuas de marzo

Lo caliente del conflicto tiene una directa correlación con el clima sofocante que vivió la Ciudad de Buenos Aires, aunque no fue el factor climático lo que definió el nivel de conflictividad.

Marzo ya casi se fue –esta crónica se escribe el 29– y lo que viene será un hueso aun más duro de roer para el Gobierno nacional. Hubo protestas de la izquierda, de los piqueteros, de los movimientos sociales –no siempre son los mismos–, de los sindicatos, de la Confederación General del Trabajo y un inédito paro de mujeres, que cada vez más se organizan para hacer escuchar sus voces.

Día a día

El mes de marzo se abrió con una masiva marcha de docentes, que se plantaron el sexto día frente al palacio Pizzurno para reclamar por la apertura de la paritaria nacional y por un aumento salarial que está por ahora lejos de la oferta gubernamental (35% contra 19%). Fue absolutamente masiva y le dio aire a una protesta que llevaba ya demasiado tiempo sin resolverse y que aún no tuvo solución al día de esta crónica.

paro_docente_03.jpg_1139952704Casi sin solución de continuidad, el 7 de marzo, la CGT convocó a un acto que los sindicalistas no querían llevar hasta la Plaza de Mayo, por lo que erigieron el palco cruzado sobre la Diagonal Sur, casi como una barricada que impidiera el paso de los manifestantes hacia el centro de la política argentina. El acto fue aun más masivo que el del día anterior y allí se pudo ver un inédito ida y vuelta entre la conducción y las bases sindicales, en el que los sindicatos de clase media (bancarios, docentes, estatales) urgían por medidas de fuerza más radicales, una radicalización que no comparten los gremios industriales en general, un concepto que en los próximos meses puede mutar.

Este es el peligro que avizoran desde el Gobierno, que debería llevar a que en el futuro inmediato se abran desde allí más instancias de negociación, más previsibles, más racionales, más sensatas.

Al día siguiente del acto de la CGT, se realizó un inédito paro de mujeres, acompañado por otra masiva irrupción de miles de ellas, que marcharon desde el Congreso a la Plaza de Mayo.

Lo más peligroso de esta ocasión fue el accionar de la policía, que se llevó detenidas a varias cuando se encontraban reunidas en algunos bares cercanos a la trayectoria de la movilización. El método de arrastrar detenidos a la vista de todo el mundo es una estrategia que utilizan casi todos los gobiernos, que buscan así desalentar a los futuros manifestantes, pero a la vez genera entre estos un estado de contrariedad que puede llevar al efecto opuesto al buscado por las autoridades.

Una breve tregua, y luego, a seguir

Después de unos días en los que las protestas continuaron, aunque no con la misma magnitud, los docentes volvieron a hollar el pavimento el 20 y el 21 de marzo, aunque llegaron a esta ciudad el segundo de los días mencionados. La marcha fue tan masiva o más que la anterior. En esta ocasión, las columnas partieron el 20 desde todas las provincias del interior y el 21 arribaron a Buenos Aires, para otorgar un nuevo aliento a un conflicto que se alarga en el tiempo sin que se avizore una salida racional.

Finalmente, el 24 de marzo, cuando se cumplían 41 años del golpe de Estado que encabezó el entonces general Jorge Rafael Videla, el reclamo de memoria, verdad y justicia copó las calles, con una concurrencia extraordinaria.

Sumando todas las movilizaciones, existe un preocupante número de personas convocadas, que totalizarían alrededor de un 1.700.000 almas caminantes. Esta cifra debería llamar a la reflexión a todos, a los inquilinos del palacio y a los manifestantes, que hasta ahora obtuvieron bastante poco.

Macri tendrá su Plaza del Sí

A mediados de marzo se conoció la noticia de que los seguidores de Mauricio Macri también convocaron, el 1 de abril a las 18, a llenar la Plaza de Mayo con simpatizantes del Gobierno.

Más allá de aquella Plaza del Sí que convocó el periodista Bernardo Neustadt en 1990, los antecedentes más cercanos a este tipo de convocatorias son las movilizaciones que organizaron desde las redes sociales una serie de militantes que luego se unieron al Pro o a algún otro de los partidos que hoy conforman Cambiemos. Así, los días 1 de junio de 2012; 13 de septiembre de 2012; 8 de noviembre del mismo año y 18 de abril de 2013 existieron masivas manifestaciones que protestaban contra distintas medidas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. De esas movilizaciones nació la masa crítica que terminó aportando una parte importante de los votos con los que Mauricio Macri accedió a la Casa Rosada.

De entrada, el propio Mauricio Macri, en diálogo con Mirtha Legrand, denegó toda responsabilidad del Gobierno en la movilización del 1 de abril. “Nosotros no la convocamos, pero está bien que la gente quiera expresarse”, avaló el Presidente en tono casual.

De todos modos, los que están más interesados en hacer una demostración de fuerza movilizadora son los cuadros intermedios del Pro, los que están en contacto con la realidad de la gente. Es sabido que cualquier movilización masiva que implique a ciudadanos no controlados genera desconfianza en los inquilinos del palacio, por lo que en las instancias de poder, casi todos se despegaron de la movida, entre ellos el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, y la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti. Por el contrario, en un programa partidario, el actor Luis Brandoni adelantó su presencia en la movilización.

Las razones hay que buscarlas, además, en que el que se despega evita hacerse cargo de una eventual baja convergencia, aunque es esperable una reacción de los votantes Pro, porque será una convocatoria descentralizada, que se repetirá en todas las plazas del país y por esa razón podría reunir a una elevada concurrencia.

Un final abierto

Cuando la edición de esta revista gane la calle, estará en pleno desarrollo el paro de las dos vertientes de la CTA, de las cuales forman parte casi todas las seccionales de la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), los profesionales de la salud de la provincia de Buenos Aires y los trabajadores del subterráneo, entre otros. Por lo pronto, este jueves en la Ciudad no habrá transporte por el subsuelo entre las 5 y las 7 de la mañana.

Para finalizar, el 6 de abril próximo parará la CGT, apoyada por el Partido Justicialista, por todos los partidos de izquierda y por los movimientos sociales. La huelga promete masividad, a pesar de la falta de convicción de la que hicieron gala algunos de sus máximos dirigentes.

ver-marchaLa crisis económica (que el Gobierno asegura que ya comenzó a revertirse) le viene dando oxígeno a toda esta serie de protestas, que prometen no terminar, al menos por ahora. Y el oxígeno principal para que la situación se agrave cada vez más tiene que ver con el innecesario alargamiento del conflicto docente. Mientras no haya escuelas funcionando con normalidad, la situación social será cada vez más tirante.

De todos modos, así como es necesario señalar que el conflicto tiene una raíz socioeconómica, en los números de la economía está la solución. Si la mejora que el Gobierno asegura que está llegando se concretara, la tensión disminuiría paralelamente.

En este punto, es necesario que los habitantes del palacio recuerden, palabra por palabra, la sentencia de Maquiavelo, que manifestó alguna vez en su obra maestra, El príncipe: “Creo que el verdadero modo de conocer el camino al Paraíso es conocer el que lleva al Infierno, para poder evitarlo”. 

Qué se dice del tema...