La interna por la seguridad entre Bullrich y Ocampo

La interna por la seguridad entre Bullrich y Ocampo

Los hechos dicen más que las palabras. Las movidas de la ministra de Seguridad demuestran que la colaboración con el traspaso de la policía no es tan evidente. La toma de la comisaría de Flores.


Todo hecho policial posee una fragilidad casi imperceptible. Una primera observación del suceso parece no dejar fisuras y las acciones parecen estar a la vista de todos. Tanto la víctima como el agresor se intuyen con cierta certeza. Sin embargo, lo que parece evidente no lo es. Para cierto relato policial clásico solo se trata de un juego falso, de impostores, que en realidad tratan de que el hecho aparente una cosa, cuando en realidad es otra totalmente distinta.

Eso es lo que está sucediendo en la relación entre la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el ministro de Justicia y Seguridad del Gobierno de la Ciudad, Martín Ocampo.

El traspaso de parte de la Policía Federal a la Ciudad y la creación de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires dejó en evidencia las opiniones encontradas sobre el manejo de la seguridad.

Nada de eso se dice públicamente, todo lo contrario. Pero la interna es testaruda y existe de todas formas, más allá de lo que se quiera reconocer.

Lo que realmente sucedió fue la poca colaboración (y se podría decir que hasta cierta resistencia) por parte de Bullrich con el traspaso.

“No se opuso públicamente pero tampoco lo ayudó a Ocampo. Es más, en varias oportunidades pareció todo lo contrario”, le dijo a Noticias Urbanas un funcionario porteño.

La ayuda de Bullrich era fundamental para realizar la importante movida; sin embargo, Ocampo pudo capear el temporal y llevó adelante el proyecto sin contar con toda la predisposición que hubiera deseado por parte de la funcionaria nacional.

La Ley de Seguridad Integral que impulsó Ocampo y sancionó la Legislatura (incluso fue elogiada por buena parte de la oposición) fue un logro del ministro de Justicia y Seguridad porteño.

A pesar de ello, la semana pasada volvió a suceder un hecho que dejó en evidencia la relación conflictiva entre Bullrich y Ocampo. El lunes 26 de diciembre, los vecinos del barrio de Flores tomaron la Comisaría 38ª, enfurecidos por el asesinato de Brian Aguinaco, un chico de 14 años, a manos de motochorros. En realidad, esa fue la gota que rebalsó el vaso. Los vecinos estaban hartos de la inseguridad diaria. Los destrozos que se produjeron en la dependencia policial fueron inéditos. Sin embargo, y a pesar de lo prolongado de la toma de la comisaría, ningún funcionario gubernamental fue a hablar con los vecinos.

Por varios medios periodísticos, familiares y vecinos del chico asesinado exigieron hablar con Bullrich, que brilló por su ausencia. Solo Ocampo salió esa misma tarde, cuando ya caía la noche, a dar respuestas a las consultas de los medios.

Bullrich no se metió en el tema. Y para muchos esa actitud distaba bastante de la inocencia o ingenuidad. Todo lo contrario.

“Ustedes quisieron manejar la seguridad y la policía de la Ciudad, bueno, ahora arréglense”, fue el mensaje que les mandó un colaborador de la ministra de Seguridad de la Nación a los funcionarios porteños.

Sin embargo, para esa fecha la Policía de la Ciudad de Buenos Aires todavía no estaba funcionando y la Policía Metropolitana tampoco tenía injerencia en el barrio de Flores, con lo que el tema era de competencia de la Federal y, por lo tanto, lo lógico habría sido que Bullrich diera la cara. Sin embargo, le pasó el conflicto a la Ciudad.

El segundo hecho sucedió esta semana. El lunes comenzó a entrar en funcionamiento la nueva Policía de la Ciudad. Sin embargo, tanto federales como metropolitanos siguieron utilizando sus viejos uniformes y no el burdeos que debería utilizar la nueva fuerza. Algunos dicen que a la Federal no se le comunicó oficialmente nada relacionado con el traspaso y la nueva policía. Ante esto, las miradas vuelven a posarse sobre Bullrich.

El martes se produjo la visita del jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, a la Comisaría 30ª de la nueva Policía de la Ciudad, en la que se realizaron obras de ampliación y refacción. En el acto estaban el vicejefe, Diego Santilli; Ocampo, y el secretario de Seguridad de la Nación, Eugenio Burzaco. Bullrich nunca apareció en ningún acto relacionado con el traspaso de la policía.

Analizando en profundidad los hechos, se pone en evidencia que la primera lectura del mentado “trabajo en equipo” es tan frágil como el más fino de los cristales. Es solo una máscara en la cual se oculta la verdad, y la verdad saca a la luz una interna en uno de los temas más sensibles para la sociedad: el de la seguridad.

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