La sucesión de la canciller Susana Malcorra para el caso de que se haga realidad su lucha por la designación en la secretaría general de la ONU es la pieza que pretende utilizar el gobierno para el primer recambio de gabinete en su gestión. El Presidente Mauricio Macri en persona haría el anuncio correspondiente a la liberación de Malcorra de la Cancillería, para que emprenda su intento de conquista global en el correr de esta semana, algo para que lo que ya viene trabajando desde que asumió su cargo.
Su salida del gobierno, prevista desde el inicio de la gestión y ya pactada con el Presidente, desató una verdadera cacería respecto de su poderoso sillón. Es que la realidad histórica marca que los radicales siempre fueron la columna vertebral de la gestión de la casa, como les gusta llamar a la Cancillería. Y son los principales socios del gobierno quienes, a través de Ernesto Sanz y Enrique Nosiglia, hoy manejan la política que emana por estos días del Palacio San Martín.
Los funcionarios de mayor rango que hoy deciden en la torre de la calle Esmeralda, aprovecharon en estos cinco meses la campaña emprendida por Malcorra para su objetivo a través del mundo, y lograron afianzar su poder en detrimento de la Cámpora y del ingreso masivo del Pro en la estructura que maneja gente allegada a Nosiglia.
Por otra parte, Sanz quien hoy funciona como jefe de Gabinete bis, a cargo de todos los beneficios del cargo y ninguna de sus obligaciones, es quien se encarga de negociar con Marcos Peña y el Presidente los casilleros vacantes, cada vez que éstos se generan. La importancia de la Cancillería, incluso hizo pensar a algunos en que el hombre, a pesar de sus pocos antecedentes en la materia podría ser el propio Sanz, algo que ya fue descartado. El mendocino está muy cómodo en su actual función y no quiere pasar su vida arriba de los aviones por los próximos años.
Mientras tanto, la mesa chica del Pro entiende que se debe aprovechar la ocasión para entronizar a un hombre del riñón del Presidente. Y esa decisión en el gobierno conduce directamente a Fulvio Pompeo, a quien mantuvieron en la gatera con una poderosa Secretaría de Estado a medida, para esperar el momento del aterrizaje post Malcorra. Previamente hab{ia liderado el camino internacional de Macri desde la Ciudad. Pompeo participó de todos los viajes y recepciones del Presidente y es una persona de la más estrecha confianza, tanto de Marcos Peña como del número uno. Además viene trabajando con un grupo expertos en relaciones internacionales en todas las regiones del mundo, haciendo un mapa de las opciones que habría que tomar en el día a día de la gestión con respecto a los acontecimientos mundiales.
Otro nombre que suena es el de Alfonso Prat Gay, a quien ya no le toleran más su personalismo, a pesar de sus aciertos económicos -salvo la alta inflación y la escasez de medicamentos que posee para ello-, aunque estiman que una embajada top sería el premio ideal para su salida, ya que en la Cancillería seguiría su camino de “pavo real” sin conducción visible en la Tierra, justamente la causa por la que se irá de Economía.
Rogelio Pfirter es otro de los nombres que sonó, pero la pésima gestión en Santa Sede de este renombrado funcionario debilitaron al mínimo las posibilidades. En el entono de Macri no pueden entender la furia del Papa Francisco contra su gobierno, algo que Pfirter no puedo frenar, sino todo lo contrario. Fuera de juego.
El último postulante es Luis María Kreckler, ex embajador en Brasil que, de haber ganado Scioli la presidencia, ya estaría en el lugar de Malcorra. De familia patricia, con trayectoria en la Cancillería, sus fluidos contactos con el poder económico en Brasil serían la principal carta de presentación ante el Presidente, pero dada la situación imperante en el país vecino, también sería la carta más riesgosa para barajar, ya que la tormenta local o la limítrofe podrían complicar al Gobierno nacional.