La CGT, en el camino de la incertidumbre

La CGT, en el camino de la incertidumbre

La central obrera no encuentra el rumbo. El triunvirato conductor sobrevive solamente porque aún no se saldó la batalla por la sucesión.

La CGT al rojo vivo

Podemos ubicar la fecha en la que comenzó esta historia: el 16 de octubre de 2010. La CGT, prácticamente unificada bajo la conducción férrea de Hugo Moyano, anticipaba los festejos del Día de la Lealtad con un multitudinario acto en la cancha de River. Era, también, o suponía ser, la celebración de una alianza estratégica entre el movimiento obrero organizado y el poder político como no se veía desde hacía más de medio siglo, y que se había consolidado durante el conflicto con las patronales rurales, dos años antes. Cristina Fernández de Kirchner y Néstor Kirchner, presidenta y exmandatario, saludaban desde el palco. El día estaba soleado, la economía repuntaba después de dos años difíciles, la torta se agrandaba y, al mismo tiempo, se repartía cada vez mejor. La CTA estaba desdibujada, la izquierda había perdido impulso y todo el gremialismo peronista, con excepciones contadas, estaba en el Monumental para celebrarlo.

Setenta mil personas escucharon cuando el jefe de Camioneros dijo que el sindicalismo debía dejar de “ser un instrumento de presión para ser un instrumento de poder” y pidió “un trabajador en la Casa de Gobierno”. Setenta mil personas escucharon el retruco de la entonces presidenta: “Compañero, usted que anda pidiendo un trabajador para que sea presidente, le digo que trabajo desde los 18 años”. Once días más tarde, murió Kirchner, que funcionaba como fiel en la balanza de esa relación. Un año después, CFK conseguía la reelección con una cantidad récord de votos y el apoyo de una CGT que juntó cientos de miles en la 9 de Julio, pero algo ya estaba roto. En los primeros meses de su segundo mandato, Moyano renunció al PJ, la confederación se partió en mil pedazos y el anhelo de un sindicalismo protagonista quedó más lejos que nunca.

A pocos días de que se cumplan siete años de ese momento bisagra, el movimiento obrero sigue en una diáspora cuyo final no se avisora, en un contexto económico y político muy diferente que le impone nuevos desafíos a los que aún no les encuentra respuestas. Mientras el Gobierno negocia con unos pocos y aprieta a todos, la izquierda crece en las bases y la CTA vive una nueva primavera como oposición al macrismo, en Azopardo sobrevive aferrado al escritorio un triunvirato totalmente desautorizado que solo sigue en ese lugar hasta que se salde la silenciosa batalla por la sucesión, mientras diversos grupos se acomodan y reacomodan para cuidar sus intereses y sus internas y al interior de gremios de peso se libran batallas por la conducción como hace mucho no sucedía. Todo en vísperas de una reforma laboral conflictiva y con las elecciones como telón de fondo.

El Confederal convocado para la semana próxima, que en un principio estaba planeado para consolidar una posición unificada de cara a las negociaciones con el Gobierno y a la vez dar un mensaje político previo a las elecciones del 22 de octubre, finalmente será el escenario de otro culebrón. La organización recaerá en el triunvirato, como en aquel acto fallido en el centro porteño. Como aquella vez, Camioneros delegará la logística. Incluso se especula con que Pablo Moyano podría faltar a la cita y, con él, los representantes de varios gremios de peso que se abroquelan detrás del clan. Así, cualquier compromiso de “paz social” con el Gobierno, como el que prometieron Daer, Schmid y Acuña a Jorge Triaca la semana pasada, quedaría condicionado a negociaciones posteriores con ese sector.

Quienes sí asistirán a un encuentro por primera vez en más de un año son los gremios agrupados alrededor del Movimiento de Acción Sindical Argentino, que encabeza el taxista Omar Viviani, y que incluyen a Smata, APL y la Unión Ferroviaria. Ese espacio, hasta ahora, no había aceptado la conducción del triunvirato. También será de la partida la Corriente Federal, que tiene como referente al bancario Sergio Palazzo y nuclea a los sectores más combativos durante el primer bienio macrista. En ambos casos, su adhesión a la decisión que tome el Confederal está muy condicionada por cuál sea ese desenlace, ya que difícilmente acepten una tregua con el Gobierno. Los llamados “Gordos” e “Independientes” (a quienes sus críticos apodan “Oficialistas”, no importa de qué gobierno se trate) completan la lista de facciones que medirán sus fuerzas el martes.

Más allá de que hoy parecen mayoría los sectores que prefieren negociar las reformas que propone el Ejecutivo antes que oponerse, y de que la idea de un paro antes de las elecciones de octubre quedó sepultada por el resultado de las PASO, hay más nubes en el horizonte sindical. La cinematográfica detención del Pata Medina, líder histórico de la seccional La Plata de la Uocra, volvió a encender señales de alarma. Medina no es una figura querida por el grueso de los sindicalistas, pero al igual que sucedió con el Caballo Suárez, de SOMU, el año pasado, la causa que dio motivo a su detención no fue una denuncia de corrupción ni de irregularidades sino, entienden en la CGT, el haber encabezado protestas gremiales.

“Es un sindicalista corrupto pero lo meten preso por sindicalista, no por corrupto”, se lamenta el secretario general de un gremio poderoso, que asegura que detrás de la “guerra contra las mafias” que anunció el Gobierno existe un avance contra el sindicalismo peronista en todas sus vertientes. La intervención de cuatro sindicatos en menos de dos años y la criminalización de distintas formas de protesta (desde los cortes de calle hasta las tomas de colegio) son síntomas que no pocos dirigentes, independientemente de su postura ante el Poder Ejecutivo en otros asuntos, califican como “preocupantes”.

Quizás por eso, en las últimas semanas sorprendió el giro de varios referentes gremiales de peso que llamaron, con más o menos entusiasmo y más o menos adornos retóricos, a votar por Unidad Ciudadana en las elecciones bonaerenses. Desde Héctor Daer hasta Pablo Moyano, pasando por Juan Carlos Schmid y Ricardo Pignanelli, todos tuvieron una frase, una foto o un guiño hacia la lista que encabeza CFK. “No significa que hayan quedado atrás los desplantes o que estemos alineados con ella después de octubre –aclara uno de ellos–. Pero si gana Cambiemos y toman envión, van a venir por nosotros y no va a poder pararlos nadie.”

Te puede interesar

Qué se dice del tema...