¿Hay vida después de las Leliq’s?

¿Hay vida después de las Leliq’s?


William Shakespeare, aquel bardo nacido en Stradford-upon-Avon, se cree que el 23 de abril de 1564, escribió alguna vez que “la vida es un cuento lleno de sonido y de furia, narrado por un idiota que nada significa”.

A pesar de que jamás conoció la Argentina, que en sus tiempos era sólo un proyecto de nación, el Bardo de Avon, describió con precisión infrecuente el objetivo de estas líneas, en las que se intentará describir la función de las Letras de Liquidez (Leliq’s) que son bonos que todos los días licita el Banco Central. Éstas sirven, según sus mentores, para que los bancos privados tomen depósitos de sus clientes y los coloquen a plazo fijo. Así se evitaría que ese dinero se escape hacia el dólar y que luego el dólar –que es muy malvado- se dispare hacia arriba y que esa disparada se traduzca después en inflación, recesión y todos esos dolorosos dislates que azotan a los argentinos.

Todas éstas son suposiciones, porque la paradoja es que ni el dólar se detuvo –aunque en los últimos meses su precio se amesetó-, ni la inflación disminuyó considerablemente, ni la recesión dejó de crecer. Entonces, se preguntan miles de argentinos, ¿para qué sirven las Leliq’s?

Eduardo Hecker, economista que forma parte del equipo que asesora al candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández. Describe una situación paradojal: “los bancos toman depósitos, luego licitan y toman Leliq’s, pero al final no prestan ese dinero, por lo que la economía esta frenada, eso detiene también el consumo y si las empresas no aumentan su producción y, por lo tanto, dejan de vender, aumentan los precios. Si, paralelamente, la economía sigue estancada, no aumenta la recaudación fiscal, por lo que el Estado ajusta y ese ajuste lo sentimos todos los argentinos”.

“El punto central –apunta Hecker, que fue presidente del Banco Ciudad- es volver a encender la economía. Hay que bajar las tasas de interés para que los bancos presten el dinero. El crédito está cortado, tanto para el sector público como para el sector privado. Es más, hay un default privado a causa de la inexistencia de crédito. Así la economía no funciona”.

Finalmente, el economista plantea que “de esto hay que salir. Si uno tiene colesterol no deja de comer, se alimenta con una dieta sana. Por eso, hay que tomar medidas para volver al esfuerzo y superar el tiempo del sacrificio”.

Otro de los asesores de Alberto Fernández es el exvicepresidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, expresó que “entre mayo de 2018 y mayo de este año se perdieron por las medidas económicas del Gobierno, 217 mil puestos de trabajo, cuando se deberían haber creado 400 mil nuevos sólo para que el índice de desocupación no aumentara. Además, el PBI cayó un 2,8 por ciento entre el año pasado y éste”.

“Lo que planteó Alberto Fernández es que hoy el 30 por ciento de los argentinos son pobres y que la prioridad de este tiempo es, por lo tanto, crear empleo. De esta manera crece el dinero que se destina al consumo, a causa de la disponibilidad que tendrían los trabajadores y los jubilados”.

Para graficar la situación, Pesce informa que “se gastan dos mil millones de pesos diarios en la operatoria de las Leliq’s, sólo para mantener calmo el dólar, ¿qué más es necesario agregar?”, se interroga.

Acerca de la respuesta que intentó Martín Lousteau, que cuestionó al candidato del Frente de Todos, que anticipó que el dólar estaba muy bajo, Pesce fue categórico. “Habría que preguntarle a Lousteau porqué no se preocupa tanto –ya que va a ser candidato a senador por la ciudad de Buenos Aires- por la pérdida de 34 mil puestos de trabajo que hubo en la ciudad en 2019, porque si el plan es seguir con estas tasas de interés que destruyen el empleo, es mejor que lo digan y entonces sabremos todos a qué atenernos”.

Mientras tanto, la deuda que acumula es Estado en Leliq’s asciende a 1,2 billones de pesos –para ser exactos, un millón, ciento ochenta y cinco mil, ciento tres millones de millones de pesos- y equivalen al cinco por ciento del PBI y a casi el 40 por ciento de las reservas internacionales. Éstos son los depósitos en moneda extranjera que controla el Banco Central, que ascendían al 29 de julio a 67.994 millones de dólares, según la propia entidad.

Shakespeare estaría preocupado, por mucha flema inglesa que pudiera haber demostrado durante su corta vida.

 

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