Postales del triunfo desde el bunker de Chacarita

Postales del triunfo desde el bunker de Chacarita

NU te cuenta en detalle la noche más esperada por la comunidad peronista. El llanto, las emociones y un solo grito de corazón, de dos palabras.


Javier Grosman conectado a su auricular ejercía la comandancia de su tropa vestida de negro en su local de ART MEDIA a la sazón el  bunker del Frente de Todos. Apenas habían pasado las 6 de la tarde y Corrientes ya estaba recargada “mal”. El ingreso por Dorrego detrás del palco instalado en la esquina tenía sus dificultades pero este cronista logró sortearla con precisión dada la temprana hora de ingreso. La organización tuvo un desafío casi inesperado. En el mismo lugar, cinco horas después una multitud, que algunos estimaron en 250 mil personas, con una alegría desbordante luego de escuchar lo que más querían: se acababa la Era del Gato y el vamos a volver era una realidad consumada. La fiesta en la calle se tornó inmensa e interminable.

Casi 1500 personas entre invitados y periodistas dentro del bunker, dividido en tres pulsera para invitados de dintinto rango y credenciales para periodistas. De ahí en más, las pulseras power tenían catering de bocaditos, sandwiches y gaseosas hasta que a las 9, ya con los primeros resultados a la vista, se juntaron las tribus y fueron una sola turba, y todos los invitados fueron iguales ante sus dirigentes, que eran muchos y que estaban al alcance de todos.

En una mesa, sentados casi toda la noche en la misma mesa, permanecieron los sindicalistas, Antonio Caló, José Luis Lingeri y Héctor Daer entre otros dirigentes de la estructura sindical argentina. Por otro sector al final del salón los representantes del NEP porteño encabezados por María Rosa Muiños, con Claudia Neira, Kelly Olmos, Silvia Gottero  y Silvia La Ruffa, se comían las uñas mientras la tele a los costados empezaba a tirar los primeros números, muy diferentes a los boca de urna que circulaban a a la tarde. Paula Penacca iba y venía a charlar con sus colegas, mientra que otro legislador como Carlos Tomada  prefería el roce sindical.

Guillermo Nielsen parloteaba animadamente de energía con todos los que se le acercaban a saludarlo, mientra otro grupo de amigos del Presidente, Alberto Iribarne, Julio Vitobello, el negro Carlos Montero y Claudio Ferreño mataban el tiempo consultando los celulares de su gente y sacándose fotos con los militantes. Claramente era uno noche de reencuentros para muchos de los que allí estaban. Jorge Arguello debatía sobre la realidad internacional al tiempo que relojeaba las pantallas televisivas en busca de números. La señal dejó de ser buena a medida que se llenó el lugar y ya no solo el wi fi sino los datos móviles pasaron a ser escasos y a desesperar  a los presentes. ;Matías Barroetaveña y Santiago Roberto luchaban contra sus celus al igual que la mayoría. Un cargador portátil cotizaba como oro. Los la duda principal era la Ciudad hasta que Larreta salió y dio por terminado el pleito con un resultado apabullante, mientras todos esperaban allí con la esperanza que no pasara el 50 por ciento. Daniel Filmus sacaba cuentas junto a Gabriel Fuks acerca del destino que correrían los “compañeros” de las listas de la Ciudad. Cerca de ellos deambulaba saludando viejos amigos el ex jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra y su pareja. También Milcíades Peña y Daniel Arroyo compartían una charla ante la mirada siempre risueña de Ginés González García. 

El el segundo y tercer piso se fueron acumulando los dirigentes de mayor peso y los que estaban habilitados para estar allí. desde allí salían dirigentes de las dsitintas fracciones de la coalición peronista para ir haciendo tiempo hasta que llegar el plato fuerte. por allí pasó Felipe Solá, Luana Volnovich, y Malena Galmarini entre otros.

En un momento el presidente Macri salió a anunciar la derrota y el llanto se apoderó de los más sensibles, esa liberación de tensiones que fluyó tras una campaña complicada. Abrazos, cánticos y baile frenético hasta que los físicos flaquearon.

Cuando salieron al escenario Cristina y Alberto, junto a los dirigentes que todo el mundo vio por televisión, hubo otros que no parecieron ni siquiera en esa ocasión y que estuvieron todo el día al comando del operativo, entre ellos Santiago Cafiero y Juan Manuel Olmos, que no dejaron detalle sin arreglar ni pulir.  Tampoco Guilermo Oliveri, presente pero no visible.

Mientras Nicolás Trotta recorría todas las amistades que su rol le acercó durante la campaña, siendo jefe de los equipos nacionales de Alberto, una de las entradas más festejadas fue la de Enrique Pepe Albistur y su esposa Victoria Tolosa Paz, ambos como decía Roberto Carlos rozando el millón de amigos.

En la multitud bailaban cientos de “chiques” de la Cámpora y de otras agrupaciones casi siempre con el fondo de los redondos hasta que pintaba alguno de los hits políticos con el clásico vamos  a volver a la cabeza. Ya todos o veían más cerca y la fiesta se hacía más política, en donde el recuerdo de Néstor nunca faltaba, en el día de su muerte.

La salida fue cáotica e hizo que todo el mundo perdiera su compañía y se desencontraran y perdieran. El choque entre el relativo confort del adentro y la gente apiñada como un muro apenas a la salida fue un contaste sin solución. Caminar, caminar y caminar la única manera de ganar algo de tranquilidad y un medio de transporte entre los bocinazos, las banderas y los dedos en V que salían de todas las ventanillas.

 

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