Eduardo Fabregat: “El error de creer que banda y público son lo mismo costó 200 vidas”

Eduardo Fabregat: “El error de creer que banda y público son lo mismo costó 200 vidas”

Por Daniel Gaguine

Es uno de los periodistas de rock más importantes del país. En esta charla con NU da cuenta de su visión del periodismo, de la música y de la masacre de Cromañón.


El periodista especializado, muchas veces, no está en sintonía con lo que está pasando, el mainstream, la tendencia comercial y esas cosas. Igual, mirar por debajo de la superficie de las cosas que tienen más brillo y resonancia es una virtud. No sé si es una necesidad que uno tenga que interpretar o saber sintonizar lo que le está gustando a la mayoría. Sí saber analizarlo, en todo caso. Muchos artistas utilizan el “si vendió tanto, está bueno” para justificar su obra. No estoy de acuerdo porque sería brindarles un certificado de calidad a cosas que no están buenas sino que tienen popularidad. No siempre la popularidad y la calidad van de la mano. Hay que tener claro cada cosa y saber leer lo que es popular. Tampoco uno se puede convertir en un autista y decir que “si no es popular, no le doy pelota”. Hay matices entre ser populista y elitista. Igualmente, no sé si el público es inimputable al respecto. Quiero creer que el público puede refinar su gusto. En algún punto es inimputable porque el público es gente, una masa. Entonces deciden que una cosa es popular, les gusta y la siguen. Pero creo que, con el correr del tiempo, el público refina su gusto. Puede comprar algo muy berreta pero después se agota, se aburre o crece. El público no es bueno ni malo per se. ¿Qué le podemos imputar? ¿Qué tiene un gusto de mierda? En ese sentido, es inimputable. Ahí el periodista sirve para estimular qué podría escuchar el público. Estimular la curiosidad.

En 2004, en pleno auge de Callejeros, La 25 y Heroicos Sobrevivientes, era muy pesimista en cuanto al panorama artístico y estilístico del rock argentino. Hoy soy optimista. Hay ciclos y las cosas pasan. Aparecen nuevos músicos y nuevas tendencias y estamos viviendo una nueva riqueza artística y estilística. Estoy escuchando todo lo que viene de los márgenes, que es mucho más interesante que lo que viene del mainstream. Hoy por hoy, no paro de escuchar en Soundcloud, Bandcamp, Uf Caruf! Discos y todos los sellos independientes y alternativos, una impresionante cantidad de grupos que no están en las multinacionales ni en los grandes sellos, que son la salvación del rock argentino. El que dice que el rock argentino está pasando por un mal momento es porque no está prestando suficiente atención ni está siendo lo suficientemente curioso. Estamos en un momento de efervescencia. Hoy por hoy, me interesa más esto.

Impasse 1: Pasamos a buscar a Eduardo, tratamos de encontrar un bar y terminamos en un lavadero de autos muy tranquilo, para una charla en la que el entrevistado dice lo que piensa, ubicándose en lugares en los que muchos periodistas no se meterían.

El rock chabón es un fenómeno particular de la Argentina. Nunca me gustó demasiado el término pero sí es un fenómeno muy argentino y poco exportable. El rock argentino dejó de iluminar a Latinoamérica como lo hizo en los 80 y se convirtió en un fenómeno endogámico, con cosas que solo se centraban en “lo argentino”. Inglaterra también tiene su rock chabón con Oasis, pero lo que cambia es el poder adquisitivo. Es lo que llamamos un “desangelado” en un lugar y otro. Un desempleado en Gran Bretaña, por más mal que estuviera, siempre cobraba su seguro de desempleo. La diferencia es el contexto socioeconómico. El auge del menemismo impuso una cultura de la plata fácil, y la caída y explosión de la crisis posmenemista produjo una infinidad de desocupados, pibes fuera de la escuela y sin ningún tipo de expectativa que buscan salvarse a través de la música.

El “somos los mismos de siempre”, frase que repiten muchas bandas, está dando vueltas en el error histórico más grande que hubo, y que se pagó muy caro: el de suponer que el que está arriba del escenario es igual al que está abajo. Se pagó carísimo con las casi 200 muertes en Cromañón. El público no es lo mismo que el músico. “Los mismos de siempre” es un concepto que enarbola la mejor banda de rock barrial, que es La Renga, pero otras bandas lo tomaron en un acto de demagogia, haciendo creer que son todos iguales. No es lo mismo el músico que el público, ni debe serlo; sino estarían todos arriba del escenario. Los músicos cometieron un error. Cuando te subís a un escenario, tenés que asumir una responsabilidad. La admiración te lleva a pensar que ese tipo es igual que vos, pero no deja de ser un referente, tu ídolo, y haga lo que haga o diga, te va a parecer genial. Alentar “eh, somos todos iguales” produjo esa distorsión. ¿Qué es Callejeros? Público de La Renga que llegó al escenario sin tomar las lecciones de La Renga y los Redondos. Llegaron con una conducta reprochable y censurable, que había podrido los shows de los Redondos. Digamos las cosas como son. Estilísticamente, Callejeros hizo una versión lavada de los grupos que le gustaba, sin cultivarse como aquellos a los que admiraba, y carente de responsabilidad. Le parecía bien, como parte del folclore, las banderas, las bengalas y el “vamos para adelante que somos todos los mismos”.

Impasse 2: Eduardo habla con precisión y conocimiento de causa. El tema Cromañón lo muestra como crítico y autocrítico de la situación que envolvió a todos en la tragedia. Pero le apunta, sobre todo, a Callejeros, y especialmente al Pato Fontanet.

El periodismo tiene responsabilidad por haber celebrado, alentado y definido esa “igualdad” como una virtud per se. Debemos hacer un mea culpa y nos cabe parte de la responsabilidad de un estado de cosas que llevó a Cromañón. Al fenómeno de las bengalas lo tendríamos que haber condenado desde el primer día. Que fuese como una virtud, parte de la fiesta, cosa del espectáculo, del color, de la cancha, del país futbolero hizo que fuese muy difícil de erradicar y contribuyó a generar como valor al público que se hace notar. ¿Por qué el público se tiene que hacer notar? El ansia de protagonismo de la gente se debe al estado socioeconómico de las cosas. Pibes que estaban hechos mierda, no podían ir a la escuela ni tenían trabajo como sus viejos, ¿dónde encontraban algo de protagonismo y de pertenencia? En el recital de rock. Eso también formó parte del estado socioeconómico de las cosas de la Argentina de los 90. El proyecto de país había desaparecido, ¿qué quedaba? El proyecto de tus amigos, el tetra, el porro y el grupo de rock. Nada más.

Después de Cromañón hubo reflexión, discusión, peleas y dolor. Un fanático de Callejeros no va a aceptar nunca que sus ídolos tuvieron responsabilidad en la muerte de las casi 200 personas, pero hubo una reflexión en el medio. Se instaló el tema, pero también le hizo mucho daño al rock en lo que hace a espacios para tocar. Y se demonizó al rock por culpa de un puñado de imbéciles. Voy a recitales desde el año 80, sin la más mínima medida de seguridad, y no pasaba esto. El público se autolimitaba y se autocuidaba. A ningún pelotudo se le ocurría prender una bengala en un lugar cerrado. Tenemos que reflexionar sobre este tema. Le moleste a un fanático de Callejeros o al imbécil de Patricio Santos Fontanet, que seguía tocando y lucrando cuando tiene sobre sus espaldas casi 200 muertos. No digo que sea el único responsable. Todos contribuimos, de alguna manera, a Cromañón pero yo no metí bengalas. Y Chabán… manejó sus cosas dentro de un hippismo y tratando de acceder a cierta lógica. A Chabán se lo demonizó mucho. Pero tiene que hacerse cargo de lo que pasó. Cada uno labura desde cierta lógica. Una vez hablé con Daniel Grinbank por los dos muertos que hubo en un recital de Kiss, que se tiraron de una tribuna a otra. Grinbank me decía: “Hago seguridad pero desde cierta racionalidad”. Si un tipo dice, desde una tribuna, que va a “volar como un tucán” y se tira, ¿qué se puede hacer? A esto me refiero cuando hablo de cierta responsabilidad.

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