Espías en el mundo del Coronavirus

Espías en el mundo del Coronavirus

Si alguien se quiso apropiar de los datos de Anses para propaganda política, ¿qué es lo que se puede hacer después?


Antes de que la aparición del Coronavirus desorganizara la vida cotidiana de millones de ciudadanos del mundo, las app’s telefónicas servían para escuchar música (Spotify), para enviar mensajes (Whatsapp) o para conocer la geolocalización (Waze).

Pero ahora aparecieron en Corea, Singapur, China, Israel e Italia, entre otros, nuevos sistemas, conectados con el bluetooth, que les permiten a las autoridades conocer con quiénes estuvo conectada -con una precisión de menos de un metro de distancia- cualquier persona que se haya contagiado de Coronavirus.

De esta manera, se puede ubicar a las personas que posean teléfonos smartphones que hayan estado cerca del infectado y se les puede advertir sobre la posibilidad de contagio y sobre las precauciones que tomará el sistema de salud ante el peligro.

En Corea del Sur se conoce a la aplicación como “Self Quarantine Safety Protection”; en Singapur fue bautizada como “Trace Together”; en Israel se la designó con un nombre guerrero: “Hamagen (Escudo)”; en China, la plataforma de pagos AliPay desarrolló el “AliPay Health Code”, en tanto que en Italia se la denominó “Immuni” y aún está en la etapa de desarrollo, curiosamente en la fábrica de automóviles Ferrari, ubicada en Maranello. Como siempre que se trata de Italia, Fiat está detrás de esta plataforma.

Pero, adicionalmente el negocio promete ser tan grande que dos de los jugadores principales del mundo cibernético, Apple y Google, anunciaron en los primeros días del mes de abril que trabajarán juntos en el diseño de una herramienta similar, que seguramente estará dotada del ‘glamour’ que estos gigantes suelen imprimir a sus productos. Estrategia de ventas, se llama.

Lo cierto es que la sola posesión de un teléfono que tenga el sistema Bluetooth (prácticamente todos) basta para instalar la aplicación. A partir de ese momento –en general, en todos los países en los que se utiliza la aplicación, la adhesión de los usuarios es voluntaria- todos los ciudadanos que acepten instalarla estarán incluidos en una red de vigilancia conectada con sistemas de Big Data, que utilizan la inteligencia artificial para detectar, no sólo a quien descargó la app, sino a todos los que estuvieron a menos de un metro de distancia de él.

La polémica surgió inmediatamente. Hasta se trajo a colación la cercanía que existe objetivamente entre el Big Brother de George Orwell, es decir, otro sistema de vigilancia constante, con esta aplicación, que desviste a los ciudadanos frente a las autoridades.

Algunas publicaciones del mundo occidental cuestionaron amargamente a las autoridades chinas, acusándolas de que entregan los datos de los posibles infectados a la policía, como si en sus propios países no se hubieran generado sistemas similares, para peor sin que mediara como excusa ninguna pandemia de enfermedades pulmonares presuntamente letales.

La utilización de esta plataforma de información fue justificada por las autoridades en la gravedad de la enfermedad y en su veloz capacidad de contagio, que ha saturado en algunos países –España, Italia y EEUU, especialmente- la capacidad de la salud pública para atender a los ciudadanos, infectados por miles.

Pero otros periodistas del hemisferio occidental cuestionaron el autoritarismo chino y ruso, países que fueron castigados por el Coronavirus pero que lograron frente a la enfermedad algunos éxitos parciales, sin aceptar que convivieron por muchos años sin conflictos con sus gobiernos, que desarrollaron, entre otros, el sistema Echelon, por el que aún hoy espían a miles de ciudadanos de todo el mundo.

En noviembre de 2010, para citar un ejemplo, el por entonces director del FBI, Roberto S. Mueller, se apersonó hasta Silicon Valley para sostener reuniones secretas con las planas mayores de Google y Facebook. ¿El objetivo? “Convencer” a los directivos para que autorizaran al FBI a interceptar y descifrar los mensajes “sospechosos” de sus clientes, que se cuentan por millones a lo largo y a lo ancho del mundo. Pero Mueller pretendía que además les impusieran a sus filiales en el extranjero la obligación de hacer lo mismo, para que la agencia pudiera ejercer el espionaje sobre los usuarios de ambas empresas, en cualquier país.

En general, se ha puesto énfasis sobre la efectividad de las aplicaciones que entregan información sobre el Coronavirus, cosa que es muy cierta. Son muy útiles para tomar decisiones sobre el contagio. Pero se puede agregar que el riesgo de utilizar los datos para invadir la vida privada de los ciudadanos no debería ser ignorado. 

Es necesario recordar que en 2017, un funcionario estatal argentino ¿intentó? utilizar las bases de datos personales de los afiliados de Anses para utilizarlos en una campaña electoral. Desde allí, entregar la trazabilidad de los caminos que recorren diariamente los ciudadanos es una decisión peligrosa, habida cuenta de los antecedentes de algunos funcionarios del Estado. Porque un gobierno puede ser respetuoso de la privacidad, pero el que vendrá, ¿también lo será?

Siempre, permanentemente, te vigilan estos ojos inquisidores,
en tu casa o en la calle, en el trabajo o en el bar,
de noche y de día: no hay ninguna intimidad posible.
George Orwell – “1984”.

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