El problema más pequeño del país es el de Alberto con Larreta

El problema más pequeño del país es el de Alberto con Larreta

Opinión.


Alberto y Larreta, como se los conoce popularmente, no son amigos ni históricos interlocutores, pero están rodeados -cada uno en su mundo cercano- por gente acostumbrada a tener un trato habitual con ambos. 

Podemos citar a Sergio Massa como el principal nexo que tienen ambos, pero para el Presidente, que cuenta con un gabinete y primeras líneas pobladas de porteños, es absolutamente lógico que posea lazos comunicantes muy confiables y una relación con el jefe de Gobierno porteño más que fluida.

Larreta es jefe de Gobierno desde hace casi 5 años, y fue jefe de Gabinete por los ocho años anteriores, en la época de Mauricio Macri. Trece años en la cúspide del poder le han dado la posibilidad de conocer perfectamente a todos y a cada uno de los dirigentes peronistas del distrito con los que tuvo que lidiar. Son muchos los años y las negociaciones encaradas. Y viceversa, para quienes militan en la oposición, conocen el estilo y la mecánica de acuerdos del larretismo.

Es por lo menos discutible pensar, tal como plantearon algunos comunicadores y analistas en estos días, que el Presidente ha dilapidado su capital político en referencia a “la ruptura con la oposición”. Aunque sea cierto que luego de cinco meses de trato preferencial, al igual que con el gobernador de la Provincia, Axel Kiciloff, Alberto quizás debió haber sido mas cauteloso y menos brusco en la comunicación con Larreta, en un tema que para nada les era ajeno desde que el asumió en la Casa Rosada.

Tampoco tuvo el gobierno nacional una reacción acorde al escándalo montado. Fue solo una decisión política prevista y previsible. Larreta supo desde el primer día que la víctima número uno de la coparticipación era él y ya en momentos previos a la pandemia (febrero/marzo) las reuniones con Alberto y con Wado de Pedro iban en esa línea, sin acuerdo, pero amasándose lentamente, como toda decisión que necesita de números precisos y un momento apropiado para conformar a todas las partes.

La pandemia logró poner en stand by esa negociación, persiguiendo objetivos y fines más humanísticos y sanitarios desde ambas veredas. Pero, llegado el momento de abrir de nuevo las gateras, la política arrancó con el vértigo que acostumbra tener la Argentina. Un país que genera por día dos o tres temas de agenda pesada, que se van sumando a los pendientes del día anterior, y éstos a los del anterior y así sucesivamente. Puede haber veinte temas conflictivos en un solo día, de distinta índole y que, a causa de la pandemia, se dificulta su discusión, contenidos y financiamiento.

De todos modos, conociendo a los dos personajes a y sus laderos leales, expertos en puentes de todo tipo, incluso colgantes, es bastante improbable que la sangre llegue al río. Jamás habrá confirmación de ninguno de los dos campamentos, pero Noticias Urbanas puede confirmar que una suma cercana a la mitad de lo quitado sería compensada con obras públicas que asuma el Estado Nacional en la Ciudad Autónoma, más allá de la decisión que emane la Corte Suprema de Justicia.

Esto aliviaría en parte el déficit a la administración porteña y no paralizaría tanto la gestión, que ya de por sí viene muy compleja y lenta por la baja en la recaudación.

Alberto motorizó la entronización de Rodríguez Larrtea como su contrincante, elevándole el pinet desde lo distrital a una dimensión nacional. Luego Larreta les habló a todos los argentinos para replicar en la misma sintonía. Por contrapartida, el ex Presidente Macri rápidamente utilizó los espacios periodísticos para fijar posición e intentar hacerle notar a su gente que no estaba tan desaparecido de la realidad desde que perdió la elección.

Si antes de la audaz jugada de Alberto no era el momento para Larreta de dar la pelea por el liderazgo nacional con Macri, este movimiento externo confirmó que fue un acierto permanecer todos juntos hasta que la tormenta pasara, ya que no es posible pelearse con Alberto y con Macri a la vez. Sería un absurdo de suma cero.

El otro tema para Alberto es como repartir ese 1,3% de CABA. Los gobernadores provinciales de todo el país, empezando por Jorge Capitanich, esperaban esa noticia desde el 10 de diciembre pasado y no están hoy muy felices con el anuncio del destino del dinero. Los intendentes bonaerenses desearían que esa plata no recale sólo en la  Gobernación y que aporte a las distintas realidades propias sobre todo en el conurbano. La realidad es que si bien el dinero no es poco, tampoco es una cifra que logre calmar a la vez tantas necesidades y esperanzas. Habrá lío con esto.

El territorio de CFK tiene cuatro herederos hacia el futuro: los actuales intendentes, si logran sostenerse con determinados apoyos nacionales; el resultado que logre la alianza entre Massa y la Cámpora en su “rally pacman” por todas las intendencias que puedan y, finalmente, el elegido de los medios (y también de CFK), el solitario Sergio Berni (hoy, el que mejor mide). A éstos habría que sumarle al propio Kiciloff, si logra domar los intentos de las tres variantes anteriores. Todos juegan fuerte y el resultado es incierto.

Por último, nos vamos a detener en la protesta policial y de algunas otras facciones de pasado dudoso, en la puerta de la quinta de Olivos. Enrarecer el clima político parece ser la necesidad de algunos grupos, que están muy mezclados con los desórdenes, que cuestionan todas las cadenas de mando, son transversales desde la desestabilización y lo ideológico, pero que son, por suerte, minoritarios.

Desde estas líneas no coincidimos en que CFK lleva a su modo el ritmo y el rumbo del país. Lamentablemente eso no sucede, no porque ella no quiera, sino que este país aun no encontró ni ritmo ni rumbo alguno, y lamentablemente sumamos diariamente más problemas que soluciones.

Alberto, Massa y Larreta saben de qué se trata este momento. Los tres tienen socios políticos comunes (y también de los otros) y confrontarán en la Corte y en el Congreso, seguirán en sus respectivas coaliciones, pero se encontrarán nuevamente en algún momento. Ellos saben que el grueso de la gente va en busca del centro, el no conflicto y la tranquilidad para vivir mejor psíquica y económicamente.

Esperemos que esto no se dé demasiado tarde para todos y para el país. Y que estos dirigentes moderados traccionen las mejores ideas transformadoras de grupos políticos más intensos, que hoy proponen más pero no encuentran eco en la alicaída política argentina.

Te puede interesar

Qué se dice del tema...