“El peronismo, como partido político, hoy no existe”

“El peronismo, como partido político, hoy no existe”

Carlos Campolongo analiza con Noticias Urbanas el presente del justicialismo nacional y porteño. Dice que la corrupción debería ser el límite y que Macri y Cristina se necesitan mutuamente.


El periodista y profesor universitario Carlos Campolongo, peronista alejado de los cargos políticos, analiza en esta entrevista el papel del justicialismo en el plano de la Ciudad y en el nacional. Fue la cara del noticiero de canal 7 en la segunda mitad de los 80, durante el gobierno de Alfonsín, legislador porteño, director de campaña de Aníbal Ibarra en 2003 y asesor de Eduardo Duhalde en las elecciones de 2011. En los últimos tiempos, viene destacándose en el panel del programa Intratables, en donde establece filosos contrapuntos con otros integrantes. Cree que el futuro del justicialismo depende de los debates internos más que de las personalidades. Crítico del kirchnerismo, considera que el principal límite que debería imponer el PJ a la hora de incluir dirigentes es la participación en hechos de corrupción.

 

–¿Cree que el PJ porteño logrará posicionarse en las elecciones de este año?

–Al justicialismo oficial en la Ciudad de Buenos Aires no le veo mucha visibilidad hasta ahora. No conozco sus proyectos. Acarrean una metodología en la que, por distintos motivos, han expulsado peronistas. Yo ni siquiera me he podido reafiliar. Me había afiliado en el 83, después fui por el Partido Fe. La Ciudad de Buenos Aires está compuesta por un importante sector de clase media y siempre ha sido un distrito algo refractario con respecto al peronismo. El último dirigente que ganó en este último período democrático fue Erman González, puesto a dedo por Carlos Saúl Menem. Después, nunca más ganó el PJ. Para mí, esto no va aislado de un vacío de propuestas que tiene el justicialismo para enmarcar las problemáticas de los sectores medios. Tampoco lo hace este gobierno en el orden nacional. Creo que la ausencia de un proyecto global del justicialismo es un tema serio. Veo al justicialismo con mucha rosca y poca doctrina.

 

–¿Qué les recomendaría?

–Que convoquen a elecciones en serio, que abran en serio la reafiliación, no con roscas sino con amplitud. Y que elaboren un programa para la Ciudad que pueda, de alguna manera, afrontar los problemas serios que tiene la Ciudad, de gestión.

 

–¿Ve algún candidato plausible para 2019?

–No visualizo a nadie. Lo que he podido detectar, hasta ahora, son roscas superestructurales, no apertura por fuera de esas roscas. No sé quiénes podrían ser los que aspiran a lograr una posición en la Ciudad. No tengo nombres.

 

–¿Y a nivel nacional?

–Faltan pocos y muchos meses al mismo tiempo, por lo cual en la versatilidad y vértigo de la política argentina es difícil establecer pronósticos con respecto a este punto. Me da la impresión de que las PASO podrían ser un antecedente para ordenar posicionamientos para 2019. Con respecto a 2017, me parece que no va a haber una suerte de panperonismo. Y yo soy de la idea de que el peronismo tiene que trabajar para superar antagonismos con un cierto límite. Quienes se deben quedar afuera son aquellos que están involucrados en casos de corrupción. Ese es el único límite. En lo demás, el peronismo tiene que trabajar muchísimo.

 

–¿En qué debe consistir ese trabajo?

–En hacer exámenes de conciencia sobre ciertos virajes que ha tenido desde que volvió la democracia. Algunos son explicables y justificables, otros no. Si en los 90 había una ola de privatizaciones porque estaba vigente el Consenso de Washington con su ideología económica, me parece que había formas diferentes de encararlo, de manera no salvaje. En 1995, durante el gobierno de Menem, se alcanzó el récord histórico de desocupación en nuestro país. Sobre estas cosas deberíamos hacer exámenes de conciencia profundos, en especial aquellos que optan por posiciones dirigenciales. Doctrinariamente, las respuestas están, hay que llevarlas a acciones concretas. Los principios ideológicos del peronismo vienen al dedo en el siglo XXI.

 

–¿A quién vería como posible candidato en la Ciudad?

–Me parece que los contenidos no son sumas de individualidades sino que surgen del debate político. El peronismo como partido político, hoy por hoy, no existe. Por lo que no hay espacios para la deliberación de la idea política y de un proyecto político. Y no sé si aparecerá en los próximos meses. Me parece que estamos atravesando una situación muy dificultosa en nuestro país. Y esta situación, de orden nacional, podríamos llevarla también a la Ciudad con la ausencia absoluta de proyecto en el orden local. E insisto, para eso se necesita un ámbito de representaciones. Antes de la crisis de 2001, el bipartidismo dominante de la Argentina, ejercido por el peronismo y la UCR y algún partido más en el cuadrante de la centroizquierda y la centroderecha, eran más o menos los polos dominantes en una competencia electoral. Después, el desbande que ha habido entre los políticos no ha permitido un debate en profundidad. Le adjudico mucha responsabilidad en esto al kirchnerismo, que no aprovechó una época de bonanza en el orden económico en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner. Estuvo ausente una reforma política que es necesaria. No una reforma electoral, como propone y confunde el Gobierno nacional con el tema de los instrumentos electorales. Acá tenemos que reconstruir los sistemas de representación y los mecanismos de los partidos políticos. Si un partido político funciona, las personas que están involucradas en corrupción, cuando menos, en principio deberían estar separadas o suspendidas en el ejercicio de la afiliación y luego, si son encontradas culpables, deberían ser expulsadas. Si no, no hay mecanismos de control interno en los partidos políticos y quienes son mediáticamente más populares son quienes ejercen la actividad política. La representación es un problema muy difícil en Occidente y un debate en este sentido nos llevaría a una política de mayor densidad.

 

–¿Cree que Cristina Fernández se presentará a elecciones?

–Eso es algo que depende exclusivamente de ella. Hay una funcionalidad mutua entre Cristina y Macri. Así como Cristina fue la jefa de campaña en las sombras de Macri, ahora es al revés. Macri es el jefe de campaña del mantenimiento de Cristina. Esto es así por varios motivos: son contendores que funcionan como par. Entonces, el Presidente seguirá buscando en el contraste entre “nosotros y ellos”. Y, a su vez, Cristina tiene un contendor para simplificar sus mensajes, diciendo que ahí está el enemigo, la derecha. Estas cuestiones son solamente discursivas, de posiciones injustificables de un lado o del otro. Además, hay un segundo punto muy importante con respecto al accionar de la Justicia en diversos temas como el dólar futuro, la obra pública. Es algo que llamaría “acuerdos superestructurales”, que ponen límite político a la investigación sobre la administración kirchnerista. Hay líneas de continuidad más allá de la alegación del cambio, un cambio que, como tal, ha estado solamente en la superficie y no en la estructura profunda.

 

–¿Cuáles son sus planes de carrera?

–Voy a presentar un libro en la próxima Feria del Libro y voy a terminar mi tesis doctoral, con la que estoy luchando hace cinco años. Estos son mis dos compromisos conmigo mismo.

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