El peronismo busca el camino para llegar a 2019 con posibilidades

El peronismo busca el camino para llegar a 2019 con posibilidades

Todos aceptan que es imprescindible la unidad, pero recién ahora coinciden las intenciones y los hechos.


El peronismo no puede dejar de ser contradictorio, heterodoxo y caótico. Si fuera lo contrario de todo esto, no sería sino una impostura, una más entre el fárrago de fake news. Si dentro del Partido Justicialista reinan el orden y el control y se destierra el tumulto y la polémica, es una señal de que todo va mal, porque el peronismo estaría haciendo gala de su espíritu plebeyo, lejano a la corrección, desde el cual amasa con “madera, barro y bosta” su construcción de poder.

Todo viene a cuenta de la conmemoración del 17 de octubre, la fecha fundacional del movimiento que lideró por casi 30 años el general Juan Domingo Perón. En esa misma fecha de 1945, hace ya 73 años, una gigantesca pueblada obligó al “círculo rojo” a convocar nuevamente a Perón, al que unos días antes habían destituido de los cargos que ostentaba en el Gobierno y habían encarcelado en la isla Martín García.

Hace apenas una semana, cuando se cumplió el 73° aniversario de aquella pueblada, hubo actos para conmemorarla en todo el país. Paradójicamente, pocos repararon en la vitalidad que aún conserva el peronismo tantos años después. Por el contrario, algunos observadores eligieron destacar una supuesta dispersión de la voluntad de sus referentes y militantes, que conforman mucho más una expresión de deseos que un análisis serio del devenir del partido más grande del mundo.

Las principales concentraciones de homenaje a aquella jornada fundacional se realizaron en estos días en Tucumán, en Luján y en Merlo, entre muchas otras que se realizaron a lo largo de toda la geografía argentina.

En Tucumán, algunos gobernadores –el local, Juan Manzur; la catamarqueña Lucía Corpacci, y el riojano Sergio Casas– convocaron a una nutrida delegación de peronistas de todo el país, con una fuerte presencia sindical.

En los discursos y las declaraciones posteriores a las concentraciones que organizó el peronismo ya no hubo agresiones ni alusiones por parte de sus protagonistas a “los límites” que incluían a sus adversarios internos. Ni Massa ni Pichetto aludieron a Cristina, ni los adversarios de estos los acusaron de traición, como suelen hacer los puristas contra ellos, que negociaron distintas materias con el Gobierno. La fase “pelea de perros”, todos contra todos, que sucedió a la derrota de noviembre de 2015, aparenta ser, hoy por hoy, una etapa superada.

De todos modos, no es posible convocar a la unidad a la vez que quien lo hace intenta erigirse en la conducción. Elegir la conducción es la imprescindible tarea que sucede a la culminación del proceso de unidad. Para reforzar este aserto, en diálogo con Noticias Urbanas, Eduardo Valdés, dirigente justicialista y exembajador argentino en el Vaticano, afirmó: “Hablé personalmente con Manzur y él aseguró que está comprometido absolutamente en conseguir la unidad en el peronismo. Acá solo hay dos pícaros que están buscando otro camino, que son Juan Manuel Urtubey y Juan Manuel Schiaretti”.

De todos modos, en Tucumán pudo detectarse la presencia de varios dirigentes cercanos a la expresidenta, que no se hicieron notar demasiado, aunque lo mismo el mensaje de su asistencia llegó a destino. “Les pido a todos los compañeros a nivel nacional, sin excepción: el peronismo en el 19 debe ir unido. Debe ir unido”, dijo el gobernador tucumano en su alocución.

La presencia de Massa en el acto en Tucumán se sucedió con su inmediata asistencia a una reunión –de esas que se hacen solamente para la foto– con Margarita Stolbizer, Ricardo Alfonsín y el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, que se encuentran abocados a la reedición del Frente Amplio Progresista.

De todas maneras, las idas y venidas del tigrense ya no sorprenden. Un dirigente justicialista le manifestó a este medio que “Massa tiene voluntad de quedarse, de ir por dentro del peronismo, incluso podría ser el candidato a gobernador bonaerense, pero tiene una posición dual. De todos modos, la foto con el FAP es una foto de despecho por la ida de Felipe Solá”, que abandonó la bancada del Frente Renovador para formar un bloque aparte, desde el que profundizará su actitud opositora.

Esgrimiendo su filoso bisturí, el referente peronista relató a este medio: “Massa se venía reuniendo semanalmente con Máximo Kirchner y Wado de Pedro hasta aquel domingo en que el Gobierno entró en crisis y Macri  se puso a rifar el gabinete en Olivos. Ese día fue al departamento de Marcelo Mindlin, llevado por José Luis Manzano, que es su jefe de campaña, y a partir de ese día las reuniones con Máximo se espaciaron. La reunión con los progresistas la armó Manzano, del que no se debe olvidar que es el dueño del diario La Capital, de Rosario. Todo tiene que ver con todo”.

El kirchnerismo estuvo presente en Luján, “aunque no estuvo ni La Cámpora ni la gente de Juan Grabois”, volvió a castigar la verba filosa del dirigente. “El rito interreligioso fue pergeñado por los dirigentes Julián Domínguez, Guillermo Oliveri y Aldo Carreras, que se lo propusieron a un obispo, que los contactó con Agustín Radrizzani, el obispo de la diócesis de Luján-Mercedes que presidió la celebración. Entre los concelebrantes de la ceremonia estuvo el padre Domingo Bresci, uno de los pocos integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo que aún sobreviven”.

Las características de los actos fueron tan disímiles como es la riqueza que contiene en su interior el peronismo. En Tucumán estuvieron referentes de todo el país, la plana mayor de la CGT y muchas caras conocidas. En Luján, por su parte, predominaron los movimientos sociales, la militancia política y el sindicalismo combativo. Estuvieron el moyanismo, la CTA y muchos referentes kirchneristas. En Merlo se juntaron los intendentes de la provincia de Buenos Aires, el precandidato a presidente Felipe Solá y algunos de los principales referentes del kirchnerismo, incluyendo a Máximo Kirchner, que tenía intenciones de ser uno de los oradores pero recibió la negativa de los intendentes, que preferían que fuera “su” acto.

Los jefes de Gobierno distritales están imbuidos de un cierto espíritu corporativo. Este los lleva a negociar con la dirigencia con las garras desplegadas. En la Provincia, Cristina tiene los votos, pero ellos tienen la estructura. Exigirán, a cambio de su apoyo, que en las listas estén sus referentes. No como en 2015, cuando les poblaron las listas de militantes que no representaban a sus distritos, que terminaron votando los presupuestos de Vidal, sin exigir a cambio mejoras para sus territorios.

Un párrafo aparte merece la aparición del nuevo bloque que conformaron Felipe Solá, Facundo Moyano y Leonardo Grosso, que significará un espacio bisagra en el camino de la unidad, tanto dentro de la Cámara baja como en el Partido Justicialista.      

En todas las celebraciones –que convocaron a grandes multitudes– predominó la palabra mágica del momento: “Unidad”. Como todos los sectores coincidieron en pronunciarla, en convocarla y aún en impulsarla, recién ahora, después de que mucha agua corrió bajo los puentes, se puede decir que el largo y sinuoso camino hacia la unidad comenzó a ser transitado. Pero esta historia recién comienza, y tropiezos no van a faltar. 

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