El obscuro rock de Larry Fink

El obscuro rock de Larry Fink

La banda –que cultiva un heavy metal machacón y obsesivo- posee intereses en Argentina e intenta torcerle el brazo a Guzmán.


Larry Fink es el titular de BlackRock, la administradora de fondos que se mostró más intransigente en las negociaciones para reperfilar los vencimientos del tramo de la deuda argentina que se está desarrollando en estos momentos.

La última oferta argentina, que vence el cuatro de agosto, tiene a Fink constituido como el “enemigo público número uno”, ya que su propuesta de cobrar u$S 60 por cada 100 fue considerada “inaceptable” por el ministro de Economía, Martín Guzmán, que ofreció pagar u$S 53,3 por cada u$S 100.

Entre BlackRock y Fidelity reúnen un total del 25 por ciento de los bonos de deuda que emitió Argentina para financiar la fuga de capitales.

Rock argentino

Pero no todo es finanzas en este cóctel de tahúres, porque BlackRock tiene más intereses en Argentina que los de sus bonos. Estos bonoleros –tal como bautizara hace 90 años Juan Manuel de Rosas a sus congéneres que reclamaban la deuda emitida por el pionero Bernardino Rivadavia- poseen además muchas participaciones en empresas argentinas.

Por de pronto, el 5,2 por ciento de las acciones de Pampa Energía, la empresa de Marcelo Mindlin, le pertenecen. Además, es buenos recordar que Mindlin es el actual poseedor de la mayoría accionaria de IECSA, la empresa que supo formar parte del patrimonio del expresidente.

La empresa de Larry Fink controla, a través de su subsidiaria Morgan Stanley Capital International (MSCI), paquetes accionarios de diverso volumen de la tecnológica Globant; la energética YPF; el Grupo Galicia; Telecom; Telefónica; Mercado Libre; Siderar y Tecpetrol (asociados con Techint); Transportadora de Gas del Norte; la polémica agro alimentaria Monsanto; la alimenticia Arcos Dorados (Mac Donald’s); la agropecuaria Adecoagro y la múltiple Procter & Gamble.

Tantas asociaciones lo vuelven socio de muchos intereses casi ignorados. Casi tantos como los tenedores argentinos de bonos, de los que algunos adoptarán posiciones tan intransigentes como Fink.

World rock

Muy al estilo “indie” global, BlackRock administraba en junio de 2019 activos de sumas casi imposibles de imaginar, ya que totalizaban en ese momento 6,84 trillones (en moneda argentina serían billones) de dólares. Esta suma equivale a 19 veces el PBI argentino de 2019 y a dos veces el PBI de Alemania en el mismo período.

Paralelamente, de los siete bancos más importantes del mundo –Bank of America; JP Morgan; Citigroup; Morgan Stanley; Wells Fargo; New York Mellon y Goldman Sachs-, cuatro de ellos tienen participación accionaria de alguno de los cuatro fondos más poderosos del mundo, que son BlackRock, State Street Corporate, FMR (Fidelity) y Vanguard Group.

Existe un grupo de 20 administradores de fondos que conforman la vanguardia de la especulación y la usura mundial (BlackRock está entre ellos), que participan con distintos porcentajes, mayores al cinco por ciento, de las 205 empresas más grandes del mundo. De éstas, 158 están vinculadas de alguna manera. ¿Qué es lo que las vincula? Los grandes fondos de inversión. ¿Qué significa esto? Que muchas de sus decisiones se toman en función de los enmarañados intereses de sus accionistas.

Estas interconexiones –muchas veces obscuras- y el volumen de capital con el que operan en el mundo vuelven despreciables para sus directivos a los gobiernos e, inclusive, más desestimables, a los gobiernos de los países emergentes.

En este póker de fulleros, los hombres de Fink, que crecieron en Argentina de la mano de Mauricio Macri, juegan al juego de no ceder, total tienen a todo un tribunal de Nueva York a su favor, más allá de que el inefable Thomas Griesa ya haya partido de este mundo y la ascendente Loreta Preska lo haya reemplazado.

De todos modos, el oficio de todos los mencionados no está asociado con la virtud, por lo que la indefensión en la que quedó la Argentina será pagada con intereses usurarios.

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