“El Gobierno tenía una visión superficial e ingenua del cambio”

“El Gobierno tenía una visión superficial e ingenua del cambio”

NU dialogó con Sergio Berensztein, analista que destaca la importancia de la “cocina” del G20 y de las reuniones bilaterales.


En una semana agitada para el país, a pedido de Noticias Urbanas, el analista político Sergio Berensztein echó un vistazo sobre los temas más importantes de la coyuntura. Mañana se celebra, por primera vez en la Argentina, la cumbre del G20, pero se produce en el marco de una crisis de seguridad en la Ciudad, que quedó en evidencia con otro evento inédito: la frustrada final de la Copa Libertadores.

–¿Qué gana la Argentina al organizar el G20, en el mejor de los casos?

–La Argentina tiene un rol formal en el G20: tratar de que haya un documento de consenso sobre los tres ejes de la cumbre, que son infraestructura para el desarrollo, el trabajo y la seguridad alimenticia. Aparte, siempre hay alguna mención a un tema de contexto. La redacción de este documento es muy compleja. Hace tiempo se viene trabajando con las delegaciones en un borrador. Los antecedentes son desafortunados, porque en las últimas cumbres los conflictos comerciales entre los Estados Unidos y China conspiraban contra la posibilidad de un documento conjunto. Si la Argentina logra que se produzca este documento, sería un triunfo simbólico importante. Depende de la habilidad de nuestros diplomáticos. Después podrá haber algún anuncio bilateral, acuerdos con China. Y hay una reunión importante con Merkel. Estas cumbres son buenas ocasiones porque hay reuniones bilaterales. Así se aprovechan las visitas. Es decir, que la cumbre también es importante por los efectos secundarios. La Argentina, que venía con una dinámica de reinserción en el mundo, tiene la oportunidad de coronar estas políticas con una cumbre que no tenga grandes líos en materia de seguridad. Para que no haya problemas serios, más allá de lo que pasó este fin de semana con la Copa Libertadores. Lo importante es que esto se desarrolle sin alteraciones ni episodios puntuales, que no se ponga otra vez a la Argentina en una situación incómoda por problemas organizacionales.

–¿La Argentina está preparada para ser anfitriona de un evento de esta envergadura?

–El Gobierno puso muchos recursos y energía en el G20 para que salga bien. Y esta energía no se puso en prioridades domésticas, lo cual hubiera sido una buena inversión para el país y el propio Gobierno. Esto nunca se hizo en la Argentina, es la reunión diplomática más importante de la historia del país. Es un hito. Pero creo que el foco en política exterior, que tuvo como objetivo reinsertarnos en el mundo, hoy queda descolocado, habida cuenta de que la agenda doméstica presenta incógnitas difíciles de contestar. La emergencia de la Argentina de hoy deriva en que esta reunión quede deslucida o sea contradictoria.

–¿Piensa que las fallas del operativo en la Ciudad, que derivaron en la salida de Ocampo, fueron por negligencia o por connivencia política con las barras y los directivos de los clubes?

–No creo en las teorías conspirativas, hay una investigación en la Justicia y veremos qué pasa. Que hay connivencia entre las barras, la Policía y la política ya lo sabemos hace tiempo. Y las investigaciones en curso son muy parciales. Curiosamente, se focalizan en personalidades incómodas o peleadas con el Gobierno, como los Moyano, que son los únicos investigados o casi los únicos. Digamos que todavía queda pendiente lograr la voluntad política para que haya una investigación mayor, que incluya a los clubes más grandes. Y a los más chicos también, como en el caso de All Boys. No se salva nadie. Es sospechoso que el día antes del superclásico allanen al jefe de la barra de River. Parece inoportuno. ¿Es para generar algún tipo de provocación? No lo sabemos. Se jugaron decenas de clásicos sin inconvenientes de estas características. ¿Por qué ahora hubo piedras y antes no? Y no creo que la renuncia de Ocampo sea por esto. Hace poco le intervinieron el ministerio porque había insatisfacción con el resultado de su gestión. Digamos que allí hay también descoordinación con las fuerzas de seguridad federales. Creo que el problema de la seguridad, más allá de las personas, es una situación incomprensible. El Gobierno se presentó siempre dispuesto para hacer todo lo necesario en materia de seguridad. Se dio el traspaso de la Policía a la Ciudad, pero la verdad es que la seguridad en la Ciudad no mejoró. En términos subjetivos, al ver la situación del día a día queda una enorme asignatura pendiente. Veremos si esto más adelante se mejora. Es cierto que la seguridad es un problema nacional y en especial de la provincia de Buenos Aires. Pero este es el año número once del Pro en la Ciudad y uno hubiera esperado mejoras.

–¿Larreta se debió tragar un sapo?

–Larreta no es ajeno, porque la seguridad está a cargo suyo. Se hizo cargo en la conferencia del domingo. Por eso, que es una situación incómoda, no hay dudas. Pero él es el responsable político de la Ciudad de Buenos Aires. Esto pudo haber sido peor.

–¿Cree que Cambiemos va a sobrevivir las grietas por temas de Justicia?

–Cuando uno mira los conflictos que experimentó Cambiemos en estos tres años, yo diría que sorprende que no hayan escalado. Las coaliciones en general son parlamentarias. Los presidencialismos de coalición, como en Uruguay o Chile, sufrieron muchas tensiones internas. En Chile cambió de nombre, incluso. El sistema presidencialista no cuaja bien con las coaliciones. La Alianza fue un desastre. Y el Frente para la Victoria también se rompió, con Cobos. Todos los conflictos, de alguna manera, fueron procesados con relativa razonabilidad y, en todo caso, la Justicia y lo institucional fueron temas de particular conflicto. Si hay un tema donde hubo problemas fue en lo político-institucional, porque el Gobierno no hizo demasiado. Lo que hizo fue marginal. El Gobierno se enoja con esto, pero su agenda institucional es patética. El tema de la coalición va más allá de lo puntual y dentro de todo es un tema clásico. Los sectores que más se quejan, como Lilita, tienen trayectoria y credenciales sobre temas de transparencia. Entonces es normal que pase esto. En un tema donde ve que se avanzó poco, y tiene razón, es en la Justicia. Más allá del Consejo, hay problemas con la Corte. El Gobierno demostró impericia en materia de cuestiones institucionales. También en materia económica. Ahora manda a las apuradas algo de política electoral poscuadernos y ni se menciona lo electoral. Ni método de votación ni nada. Vamos a seguir votando con un método ridículo y se enfoca solo en el financiamiento. Cuando, obviamente, el propio Cambiemos está investigado por financiamiento trucho.

–¿Esto es por impericia o con intención?

–El Gobierno tenía una visión superficial e ingenua de lo que implicaba el cambio. Esto le pasó también, en cierta forma, a Obama. Una cosa es declamar el cambio, y otra, implementarlo. Esto requiere mucha experiencia, apertura, capacidad de diálogo, una enorme capacidad política. Y este gobierno demostró muchos prejuicios y mucho rechazo a las formas tradicionales de la política. Con esta idea de la gestión como algo superior, no lograron nada o lograron muy poco. Y estos errores, muy significativos, explican en buena medida lo que pasa. Ese diagnóstico tan poco apropiado se resume en un paper sobre economía que el Presidente tenía en agosto de 2015, que decía: “Don’t worry, be happy”. Así simplificaron la agenda de cambio de la Argentina.

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