El Gobierno, entre el fútbol y una agenda caliente

El Gobierno, entre el fútbol y una agenda caliente

Noticias Urbanas te cuenta cómo repercutirá el Mundial en la Casa Rosada. Conocé todos los detalles.

Sueños de barriletes en caída

El sueño mundialista es, hasta ahora, solamente desvelo y temblores de madrugada. No es la hazaña deportiva. Es cambiar la narrativa para poner en pausa una agenda que duele: la realidad económica y la caída en las encuestas. Es querer inclinar la cancha, aunque te cueste un muro de lamentos y un reproche diplomático.

Así se vive (y se juega) el Mundial en la Casa Rosada, a menos de diez días del comienzo en simultáneo de una ilusión deportiva y el letargo de todos los problemas. El folclore nacional impone que jugarlo desde un escritorio está en las antípodas del sentimiento popular, pero aún así tampoco alcanza para hacer y deshacer.

Ni el lobby del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pudo emparchar las secuelas de la suspensión del amistoso que la Selección iba a disputar en Jerusalén y que los jugadores decidieron cancelar ante las amenazas en contra de Lionel Messi por parte de los palestinos.

El Gobierno habló con Claudio Tapia, el mandamás del fútbol argentino, pero no hubo caso, porque la decisión de los jugadores ya estaba tomada. Antes de que empiece a rodar la pelota en Rusia, el Gobierno espera poder anunciar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Algunos especulaban con la posibilidad de un anuncio compartido con Lagarde en Canadá, adonde Macri asistirá para participar de la Cumbre del G7, a la que fue invitado porque la Argentina preside el G20 que a fin de año reunirá en Buenos Aires a los principales mandatarios del mundo.

“No creemos que se anuncie allá”, decretan desde Casa Rosada y Cancillería. Tienen sus razones: es la burocracia del Fondo la que fija los tiempos, y, pese a que ya se habría alcanzado un acuerdo por el financiamiento de más de 30 mil millones de dólares, la palabra oficial todavía no lo confirma ni apura los detalles sobre las condiciones.

El equipo de Macri considera que el anuncio servirá para “disipar” miedos en la sociedad y pretende instalarlo, pese a todo, como una buena noticia. El microclima político especula con un nuevo destino para Marcos Peña. Se habla de la posibilidad de que sea el próximo canciller, y su actividad oficial tampoco ayuda a desmentirlo, porque lo tuvo estos días muy activo en Londres y Nueva York, con reuniones con funcionarios británicos, inversores y parlamentarios. Unas semanas atrás había sido el abanderado de la comitiva argentina que en La Habana se reunió con el canciller del nuevo gobierno cubano.

“Marcos siempre está, te lo aseguro”, señala el principal colaborador de un ministro nacional, sin dejar de desconocer que la nueva interna ha dotado de mayor protagonismo a Emilio Monzó y a Rogelio Frigerio, contra quienes apuntan desde el peronismo dialoguista por haber metido la cola con la rosca para frenar la sesión por las tarifas que derivara luego en la sanción del proyecto opositor, que buscaba retrotraer los aumentos, y en el consecuente veto presidencial.

“El acuerdo con el FMI va a dar mayores certezas y dejará de lado estas ideas de que son ellos los que nos ponen condiciones”, aseguraron a Noticias Urbanas desde un despacho, en donde también se configura un análisis que hoy no sostiene la realidad. “No necesariamente el mal humor social incida en las próximas elecciones: creemos que la gente, pese a todo, no va a votar por el proyecto que los gobernó durante doce años. Los que aseguran que ya perdimos no saben leer encuestas ni interpretar focus groups”, apuntaron.

Así y todo, el 54,9 por ciento de los argentinos desaprueba la gestión presidencial, y la gran mayoría tiene en la inflación una de sus principales preocupaciones, según una encuesta publicada esta semana por Management and Fit. En paralelo, ya empieza a instalarse en la agenda el aumento de la pobreza, pese a que el Gobierno celebraba en marzo su reducción, que había descendido al 25,7% en el segundo semestre de 2017.

Esta semana, el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, aseguró que todas las “evidencias muestran que va a aumentar la pobreza de forma importante” como consecuencia de la reciente devaluación, los tarifazos, el ritmo inflacionario y el estancamiento del empleo. Con el llamado a una oposición responsable, el Gobierno intentará consagrar los ajustes fiscales, empezando por los recortes en el Estado, y quiere arrastrar por ese camino a gobernadores e intendentes para que también pasen la escoba por las plantas provinciales.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y su par de Modernización, Andrés Ibarra, ya anunciaron hace unos días que buscarán ahorrar 20.400 millones de pesos con la reducción de cargos políticos y otros recortes que inevitablemente derivarán en despidos y en estados de alerta permanente de los trabajadores estatales.

El ahorro podría profundizarse si encima los gremios estatales firmaran acuerdos paritarios por debajo de la inflación. El Gobierno se prepara para afrontar un escenario de alta protesta social y “afina el lápiz”. El relato incluye párrafos del libreto kirchnerista, que instaló la “pelea mediática” contra el Grupo Clarín, al que algunos funcionarios del oficialismo señalan como promotores del desánimo. Dicen que el Grupo se está vengando por los negocios perdidos, léase Telefónica y Fútbol para Todos.

Con el peronismo organizándose en tándem en el Congreso de la Nación, donde esta semana el oficialismo ni siquiera pudo avanzar con el desafuero de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la apuesta es apoyarse en los gobernadores, y ahí se explican las operaciones oficiales para instalar la idea de que un gobernador peronista, como Gustavo Bordet, podría acompañar a Mauricio Macri en la próxima fórmula presidencial. Las negociaciones para frenar el proyecto opositor sobre tarifas derivaron en una nueva derrota que postergó además la embestida para instalar en la agenda parlamentaria el proyecto de reforma laboral, cuando la coyuntura tiene agendada en el corto plazo una nueva convocatoria a un paro nacional de la CGT con apoyo explícito de los senadores peronistas que representa Miguel Ángel Pichetto.

“Hoy la reforma no está en nuestra agenda para los próximos tres meses, pero en caso de avanzar vamos a insistir con lo que hemos presentado, aunque si la coyuntura política y social nos obliga a abrir la discusión sobre algunos puntos, estamos dispuestos a hacerlo para avanzar en algún sentido”, apunta un ladero de Jorge Triaca, hoy de viaje oficial en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Suiza, en la que también participan sindicalistas argentinos para ratificar las preocupaciones y temores que despierta el rumbo económico de Cambiemos.

En el Gobierno dicen que estarían dispuestos a sacrificar la modificación sobre las indemnizaciones, pero del otro lado no tiene a nadie: habla solo. Así, el salvataje del Fondo Monetario, que decretó la derrota del gradualismo, intentará poner en marcha una serie de reformas que podrían alcanzar no solo la poda del empleo público y del sistema previsional, sino que profundizarían recortes en el mundo laboral, con la discusión de los convenios colectivos de trabajo anunciada por Macri frente a los líderes de las empresas estadounidenses en el país.

“Modernizar las relaciones entre empresarios y trabajadores”, repiten ahora los funcionarios nacionales, mientras intentan conciliar el sueño.

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