“El espanto por Macri nos va a terminar uniendo a los peronistas”

“El espanto por Macri nos va a terminar uniendo a los peronistas”

El dirigente Juan Manuel Olmos parafraseó en Noticias Urbanas a Jorge Luis Borges para explicar la posibilidad de sumarse a la convocatoria de unidad de la que muchos hablan en el PJ porteño.


Juan Manuel Olmos no es un dirigente más en este distrito. En el pasado reciente presidió el PJ, donde hoy conserva el control de los órganos partidarios, y el Consejo de la Magistratura. Como diputado porteño, también fue un hombre clave en varias formaciones legislativas.

Actualmente, forma parte del directorio de la Corporación Puerto Madero (propuesto por la oposición) y desde la agrupación que conduce, el Nuevo Espacio de Participación (NEP), no se aleja del quehacer partidario ni de la política de la Ciudad.

–¿Se puede construir la unidad del peronismo en la Ciudad de Buenos Aires?

–Yo creo que el que más ayuda a la unidad del peronismo es el Gobierno nacional. Quiero decir, utilizando una licencia literaria de Borges, se aplica perfectamente aquello de que “no nos une el amor sino el espanto”, porque en estos 17 meses quedó claro que el Gobierno del presidente Macri no tiene nada que ver con el peronismo en términos económicos, pero además, culturalmente, se le agrega una visión antiperonista de la sociedad, que expresa que hay una parte de supuestos “argentinos de bien” que trabajan en el sector privado para “mantener”; a la otra parte que “vive del Estado”, los “planeros que participan de la actividad política por un choripán”. Esto en la Argentina es viejo, viene desde el 45. Es la visión gorila que recurre permanentemente a estereotipar al peronismo como el culpable de todos los males de la historia reciente. Y si se suma la orquestada campaña para desandar la política de derechos humanos de Memoria, Verdad y Justicia, a los peronistas nos dan ganas de dejar las diferencias de lado y juntarnos para enfrentar al Gobierno.

–¿Y cómo se logra juntar a todos?

–Bueno, no es fácil, porque hay diferentes visiones en cuanto al futuro del peronismo. Muchos creen que solamente con representar a los últimos doce años alcanza y sobra para ir a la elección, mientras que otros creemos que hay que ampliar la base a otros sectores que también tienen una visión de oposición al Gobierno nacional. Digamos que hay compañeros que piensan que lo que se discute es a Cristina y otros creemos que en estas elecciones se discute a Macri. Es un error conceptual importante. Por eso perdimos en 2015, claramente.

–¿Cómo es eso?

–Claro, perdimos porque todo el mensaje y la gestualidad de nuestra propuesta a la sociedad era sobre lo que habíamos hecho y no sobre lo que íbamos a hacer. No hubo lugar para matices, solamente la defensa cerrada del ejercicio de poder de los últimos doce años, sin reconocimiento de errores, sin una agenda de futuro. Fuimos a la elección, donde se eligen personas, sin candidato. Fuimos con el “proyecto”. Muchos argentinos no lo entendieron, porque no había personas para votar, buscaban a “José Proyecto” en el cuarto oscuro. Se invisibilizó tanto al candidato y se le dio un lugar tan determinante a Cristina Fernández que Scioli perdió la centralidad y muchos entendieron que no iba a gobernar aunque ganara. En definitiva, se privilegió la conducción de Cristina sobre el triunfo de Scioli.

–Usted propuso la candidatura de Felipe Solá en la Ciudad de Buenos Aires, lo que implicaba un acercamiento con Sergio Massa. Con Felipe confirmado en la Provincia, ¿cómo continúa la relación con el Frente Renovador?

–Creíamos que la figura de un peronista con un nivel de conocimiento muy alto, respetado por todos y con mucho volumen político como Felipe, podía aglutinar a todo el arco opositor en la Ciudad, en unas elecciones nacionalizadas como son estas legislativas y con Carrió enfrente.

Lamentablemente, él no creyó que podía enfrentar el desafío con éxito y prefirió el lugar cómodo del territorio conocido al desafío que le proponíamos en la Ciudad. Con respecto al Frente Renovador, nosotros pensamos que hay compañeros valiosos, como Lavagna, el propio Solá, Alberto Fernández y muchos otros. Y que resulta necesario que el peronismo junte a las partes y volvamos a construir una alternativa de poder. Cuando la sociedad se divide y el antiperonismo se une, el peronismo tiene que hacer lo mismo y, por lo tanto, necesita de todos.

–Muchos de los que se fueron critican que el kirchnerismo no es peronismo.

–Eso es una afirmación absolutamente errónea. Yo no tengo el peronómetro, pero claramente tanto Néstor como Cristina han ejercido el poder con una visión peronista de la realidad. Al contrario: diría que fue peronismo explícito, tanto en las virtudes como en los defectos.

–¿Cuáles serían esas virtudes y cuáles los defectos que ve en el peronismo en general y en el kirchnerismo en este caso?

–La virtud del peronismo cuando gobierna es llevar adelante una agenda que beneficia a los trabajadores, a los que menos tienen. En ese sentido, todas las medidas económicas en doce años fueron, sin duda, en favor de promocionar el consumo popular y sostener el mercado interno, de cuidar el trabajo y de incluir argentinos en sujetos de derechos. El defecto, que tiene que ver con la institucionalidad, es no poder ordenar la sucesión interna. Pensar que la etapa, en este caso el kirchnerismo, puede reemplazar al propio peronismo como sujeto histórico. Ahí es cuando comienzan los errores en la construcción política y comienzan los conflictos institucionales. El peronismo es dependiente de liderazgos personales y

carece de liderazgos colectivos, y eso provoca etapas muy intensas como para pensar en la continuidad que no sea la propia de quien conduce.

–Volviendo a lo electoral, ¿qué es lo más conveniente para el peronismo porteño para los próximos comicios?

–Conviene formar un frente opositor amplio para representar a todos los que quieren ponerle un freno institucional en el Congreso a las políticas que atentan contra el trabajo, el mercado interno, un freno a la bicicleta financiera, al endeudamiento indiscriminado, a lo que atente contra el Estado como ordenador social, al cambio de la política de derechos humanos de Memoria, Verdad y Justicia. Si siempre dijimos que con el peronismo solo no alcanza, hoy tampoco alcanza con el FpV. Hay que crear un programa común y avanzar en las reglas para dirimir las candidaturas de un gran frente.

–¿Qué siente cuando escucha en la marchas “vamos a volver”? ¿Cree que la gente compraría al FpV de nuevo “a libro cerrado”; o hay que repensar muchas actitudes del pasado?

–Cantar “vamos a volver”; es una consigna cargada de simbología porque transmite el mensaje del regreso permanente del peronismo y recuerda el “luche y vuelve”; de los años de proscripción. Pero, precisamente, en lo que no estoy de acuerdo es en creer que la etapa es la misma. En primer lugar porque fuimos derrotados por los votos, no por las botas. Por lo tanto, la idea de resistencia, que lleva intrínseca la lucha para derrocar a un régimen, no se aplica en democracia. Dicho esto, hay que tener la inteligencia de construir la alternativa a este modelo que está dejando a la vera del camino a millones de argentinos. Y la alternativa, para ser efectiva, debe tener capacidad de juntar los votos necesarios para volver.

–Si tuviera que elegir confrontar en las PASO o lograr una unidad entre todos los sectores que el lunes concurrieron al partido, ¿qué opción preferiría y por qué?

–Siempre es preferible la unidad a la confrontación interna; pero me parece que en esta etapa es necesario apelar al mecanismo de la elección interna para poder ordenar un gran frente opositor en la Ciudad. Ojalá los que venimos confluyendo en las últimas elecciones podamos conseguir el consenso necesario para evitar la confrontación. El NEP participó de la reunión del partido aportando la mayoría de los consejeros necesarios para lograr el quorum para dotar de legalidad la propuesta del presidente del Consejo, Víctor Santa María, y creemos en su convocatoria a todos los sectores. Pero, claramente, las PASO son la herramienta si falla el consenso.

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