El enroque de Felipe

El enroque de Felipe

Entre los problemas que tiene Sergio Massa para consolidar su Frente Renovador a nivel nacional figura que su espacio es, esencialmente, un fenómeno bonaerense.


En las elecciones de medio término –para las que, increíblemente, falta solamente medio año–, el massismo pondrá en juego una docena de bancas ganadas en su amplio triunfo de 2013. En esa oportunidad, Massa logró irrumpir en la Cámara de Diputados con 17 legisladores (alcanzó el 44 por ciento de los votos), pero tres de ellos eran del Pro (incluida la posible precandidata para 2017 de Cambiemos, Gladys González) y otros de esa misma camada emigraron de su espacio en 2015, como Darío Giustozzi y Sandro Guzmán.

Por ahora, el resultado no promete ser tan exitoso, con un peronismo dividido y un Gobierno nacional que acaba de comenzar y, especialmente, con María Eugenia Vidal que empujará los números hacia arriba. Por eso, el massismo sabe que esta vez los que ingresen serán bastante menos que 17, incluso aunque ganen.

La sábana es más corta, y las necesidades, muchas más. A diferencia de 2013 –la elección espejo con la que habría que comparar 2017–, Massa debe tener no solo una buena performance en la Provincia, sino también en, como mínimo, algunos distritos claves, como la Capital Federal, Córdoba y Santa Fe.

Para ello, viene mascullando la posibilidad de hacer un enroque con Felipe Solá, el ex gobernador de Buenos Aires que debe renovar su banca y que puso la cara para la campaña a la gobernación en 2015, luego de una interna caótica y sangrienta. La idea de Massa sería llevarlo a la Capital Federal y que encabece allí la nómina.

Pero Solá mantiene la expectativa al interior de su partido sobre si acepta o no. Dos miembros del entorno del diputado confirmaron que “está analizando” la posibilidad, aunque con diferentes matices: por un lado, unos dejan trascender que el exgobernador ya decidió que su candidatura en la Capital Federal es “probable”, aunque otro exfuncionario kirchnerista y amigo personal de Solá señaló que será “muy difícil” convencerlo de dar el salto de jurisdicción.

“Felipe cree que lo quieren sacar de la Provincia. No entiende por qué, si lo califican como el mejor gobernador de la historia bonaerense, lo quieren poner a postularse en la Ciudad”, explica un massista amigo de Felipe, que achaca como uno de los factores que juegan en contra para la decisión la “relación muy difícil” de Solá con Massa.

Solá “no está para nada de acuerdo con la preponderancia que se le viene dando a Margarita” (en alusión a la diputada del GEN y aliada táctica elegida por Massa) y “tampoco concuerda con el rol de Graciela [Camaño] y la conducción que hace de la estrategia parlamentaria”. La discusión de fondo de Solá –y de otros dirigentes massistas, como los porteños Alberto Fernández y Héctor Daer– con Massa es por la estrategia política y electoral: los primeros buscan un acercamiento al PJ y la exploración de frentes electorales, mientras que el tigrense prefiere indagar vertientes alejadas del PJ y que legitimen su pasado ante el electorado progresista, como el GEN y Proyecto Sur.

En tanto, un exlegislador massista explica que “mandó a medir a [Roberto] Lavagna y a Felipe para la Ciudad y los números dieron bien”, y aseguró que Solá estaría cavilando la posibilidad con más entusiasmo desde que leyó esos guarismos. Parece que su perfil más ideológico y antimacrista sería más competitivo a la hora de restarles votos al kirchnerismo y a ECO en la Ciudad.

Pero el massismo se encamina a una alianza electoral con el GEN, y tanto Stolbizer como Massa han dado señales mediáticas en los últimos días de que la idea sería ir a unas PASO o, al menos, que cada espacio defina sus candidatos y luego se negocien listas unificadas. Eso implica menos lugares disponibles en la boleta y un rol más desdibujado para Solá (y quienes lo conocen saben cuánto le gusta tener un rol solapado).

Como hace dos años, al interior del Frente Renovador comienzan a surgir cuestionamientos al liderazgo de Massa, en coincidencia con el acercamiento del cronograma electoral: de hecho, un diputado de su bloque nacional y que representa a Buenos Aires visitó hace unos días la Casa Rosada para reunirse con un alto funcionario del Ministerio del Interior y expresó allí críticas al funcionamiento interno del FR y a la conducción.

Fuera de micrófono, uno de los referentes del massismo porteño también expresó su preocupación por la suerte electoral del FR en la Ciudad, si no se logra convencer a Solá, y dijo que el Frente Renovador “no termina de existir como entidad nacional, y eso se hace evidente con la autonomía que muestran [José] de la Sota y [Mario] Das Neves”.

Massa debería tener en cuenta estos ruidos internos calcados del pasado. El electorado, al parecer, le perdonó fácil el desaguisado del bienio 2014-2015 en la conducción de su espacio, volviéndolo a colocar en el podio de las preferencias. Pero en Tigre habrán de recordar ese viejo lema marxista de que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y luego como farsa.

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