El desafío de emprender un negocio en tiempos de crisis

El desafío de emprender un negocio en tiempos de crisis

Idearon un malbec con propiedades rejuvenecedoras de la piel y cuentan cómo fue poner su proyecto en marcha. Y hablaron con NU.


Lorena González Ortiz es psicóloga laboral y especialista en coaching empresarial. Laura Hernández es farmacéutica y cosmetóloga. Decidieron unir sus conocimientos y comenzaron un novedoso emprendimiento: la fabricación de un vino antiage, que será lanzado en breve y se podrá comprar por internet.

¿Un vino con funciones cosméticas? Sus creadoras aseguran que este producto, que se venderá en una única presentación de 500 centímetros cúbicos, ayuda a combatir el estrés oxidativo que se acumula a diario en la piel, favoreciendo su rejuvenecimiento, ya que tiene el doble de antioxidantes que el común de los vinos. Lo denominaron Skin Wine, nombre que, traducido del inglés, remite directamente a esta característica especial.

Pero si bien una idea innovadora es el punto de inicio de un emprendimiento que puede llegar a ser exitoso, para transformarlo en realidad es necesario transitar un largo camino. Y es precisamente este recorrido el que Lorena y Laura describen en esta entrevista con Noticias Urbanas, a partir de las experiencias vividas para llevar adelante su proyecto.

–¿No les dio miedo embarcarse en un emprendimiento en tiempos de crisis?

Lorena González Ortiz: –La crisis engloba peligro, amenaza, pero también una oportunidad. El proyecto nos pareció viable y fuimos tratando de generar nuestro propio contexto con visión de futuro. Nos planteamos claramente adónde queríamos ir y hacia allá vamos.

Laura Hernández: –También confiamos en el país, por eso estamos apostando a la posibilidad de generar riqueza con un proyecto innovador. Tuvimos la idea y no paramos hasta lograr el objetivo.

–Confiaron en que su idea le podría ganar al riesgo.

L. H.: –Vemos una economía con muchos riesgos, pero con posibilidades para competir, dado que nuestro producto no existía en el mercado. Encontramos un hueco y creemos que puede ser un buen negocio. Somos optimistas y confiamos en que el país va a salir adelante. Todos somos parte de esta macroeconomía a la que debemos contribuir con la suma de pequeños optimismos.

–¿En cuánto tiempo creen que podrían recuperar la inversión inicial?

L. G. O.: –Calculamos que en cuatro o cinco años. Pero si el plazo es mayor, igualmente seguiremos apostando.

–¿El Gobierno las apoyó con algún tipo de programa de incubación de empresas para su proyecto?

L. G. O.: –Averiguamos sobre este tipo de programas con gente de nuestro entorno que los experimentó y les resultó muy útil para poner sus negocios en marcha. Pero, por la premura del proyecto, no acudimos a estos recursos que se plantean desde el Gobierno.

–O sea que los gastos los solventaron, como suele decirse, “a pulmón”.

L. H.: –En esta primera etapa lo hicimos todo con fondos propios, incluso sacrificando gastos familiares que, en este tiempo, podrían resultar superfluos. Así volcamos todo nuestro esfuerzo en este sueño que nos entusiasma tanto. Probablemente más adelante debamos recurrir a algún otro tipo de apoyo para seguir creciendo.

–¿Sufrieron trabas burocráticas?

L. G. O.: –La idea, el entorno y los procesos fluyeron muy bien y muy rápido. Pero sí nos trabó la parte impositiva y legal. Hay esquemas muy burocráticos. Esa instancia debería ser más ágil. No gastar tanta energía en llenar papeles. Esa es energía que debería estar volcada al funcionamiento del proyecto. El papelerío para darle formalidad al proyecto nos dificultó mucho la puesta en marcha.

–¿Ya habían realizado algún emprendimiento empresarial previo?

L. G. O.: –Teníamos experiencia, pero cada una por su cuenta. No en conjunto, ni de esta envergadura, que requiere tantos análisis, tantas muestras.

–Vamos a la pregunta del millón: ¿qué debe tener un producto para ser exitoso?

L. H.: –Sinceramente, no tenemos la fórmula para el éxito, pero trabajamos con el convencimiento de que nuestra marca debe estar asociada a la confiabilidad. Más allá del marketing, consideramos que un producto debe estar apoyado sobre la confianza que generemos en el cliente y, en este caso en particular, que tengan una real experiencia de bienestar al consumir el producto.

L. G. O.: –Hay una documentación que avala lo que expresa el envase y lo que se anuncia en nuestros canales de difusión y venta: el vino tiene el doble de antioxidantes.

–¿Qué consejo les darían a quienes se enfrentan con el desafío de emprender un negocio por primera vez?

L. H.: –Distinguir el camino a recorrer sabiendo hacia dónde se quiere llegar. Eso funciona como un faro o guía para ir subiendo, de un peldaño a la vez, la escalera que los va a llevar al objetivo.

L. G. O.: –Y no cansarse de buscar recursos, apoyo económico, incluso emocional. No desestimar nunca un proyecto por un obstáculo. Y cuando se presente un inconveniente, convertirlo en fortaleza para ir al siguiente paso.

–¿El hecho de ser mujeres invirtiendo en un mercado tradicionalmente dominado por varones las perjudicó en algún sentido?

L. H.: –No. No tuvimos ningún problema. Todo lo contrario, sentimos apoyo y elogios por el desafío de querer romper con un universo más reservado al hombre. Hay un movimiento de mujeres tan fuerte por estos días que en el mundo de los negocios sentimos esa energía todo el tiempo, nos motiva. La verdad es que nos encantó encontrar esta veta femenina para romper con el mito de que el vino tinto es para hombres.

L. G. O.: –Logramos encontrar nuestro espacio, que compartimos con hombres. Nuestro enólogo, por ejemplo, nuestros proveedores. Y vale decir que, si bien el producto apunta inicialmente a las mujeres, los hombres se ven muy interesados porque también quieren cuidarse mientras disfrutan de un momento de relax y placer.

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