El boliche de Javier: Alma y corazón de tango

El boliche de Javier: Alma y corazón de tango

En la esquina de Bulnes y Perón, en el corazón de Almagro,late aún el alma del Buenos Aires de siempre.


Nació como una posta en las cercanías del Camino Real –que corría por la inmediaciones de la que hoy es la calle Hipólito Yrigoyen- en 1893. El inmigrante asturiano Francisco Pérez instaló allí un almacén de ramos generales que tenía como anexo un despacho de bebidas que bautizó como “Bar 12 de Octubre”, tal como quedó registrado en las actas municipales.

Después, ya en el Siglo 20, el lugar funcionó como una posta para los carreros que se allegaban hasta el cercano Mercado de Abasto, hoy devenido en dudoso “shopping mal”, para llevar su carga de carnes, frutas y verduras.

Dicen que lo auténtico es lo que no imita a nadie, lo que nocopió a otros. Así se vive en el Boliche, que lleva establecido en esa tradicional esquina de Almagro 125 años.Allícantó Carlos Gardel, en alguna noche de bohemia y años después, Osvaldo Pugliese, que vivió entre Palermo, Villa Crespo y Almagro, supo ser uno de sus parroquianos más distinguidos.

Ya entonces, en los ’70, el Boliche no era un bar, ni una milonga, aunque en realidad era ambas cosas.Era el reducto en el que se encontraban los viejos y los modernos, que tuvieron la lucidez de escuchar a la vezel tango nuevo y el tradicional, en “una marcha sin querellas”. La cultura y la modernidad convivían en sus mesas, mientras el vino ablandaba los corazones y algunas míticas picadas le abrían  paso hacia los corazones al folklore de Buenos Aires.

Vestigios del pasado

Después de ser una posta en el Camino Real, -que transcurría por la actual calle Hipólito Yrigoyen- el lugar, hoy Bulnes 331, albergó una parada en la que se detenían los carreros que concurrían al cercano Mercado de Abasto, hoy convertido en un dudoso “shopping mall”.

Hacia fines del Siglo XIX, en 1893, para ser exactos, compró la modesta propiedad el inmigrante asturiano Francisco Pérez. Allí erigió un Almacén de Ramos Generales, queconstaba de un despacho de bebidas, al que bautizó entonces como “Bar 12 de Octubre”, tal como quedó registrado en las actas municipales.

La Plaza Almagro –que se erige frente al boliche y que aún conserva su vieja calesita, una de las pocas que aún sobreviven- fue el mudo testigo de amores y desamores, de grandes noches de tango y aún de aquella milonga en la que muchos bailarines que andan de gira por el mundo aprendieron los giros, compases y quebradas de la danza porteña por antonomasia.

En los ’60, cuando el mundo cambiaba y todo lo viejo se desmoronaba ante la irrupción del movimiento “hippy” y de otros cuestionadores, el negocio quedó a cargo de Jorge y Roberto, los hijos del fundador. Ellos lo convirtieron en una de las pocas “patrias del tango” que aún sobrevivían en la ciudad, junto a la Botica del Ángel y algunas pocas más.

Desde el Boliche de Roberto surgieron después los cantantes Ariel Ardit y Osvaldo Peredo, cuyos jóvenes seguidores se mezclaban sin problemas con los antiguos parroquianos, en los albores del Siglo XXI. Dicen los memoriosos que la noche milonguera empezaba en el boliche y terminaba en la tradicional milonga del Club Almagro, situado apenas a tres cuadras.

Hoy sobreviven aún –mudos testigos de un tiempo que se niega a morir- en la casa de Bulnes y Juan Domingo Perón el emblemático mostrador de madera, que guarda la altura suficiente para acodarse y “hacer estaño”, al contrario de las barras de los bebederos, donde sólo ofrecen alcohol y necesitan que el parroquiano se siente en silla alta para aguantar el tránsito del etilo hacia la cabeza.

Por su parte, en las estanterías aún quedan algunas botellas de esas bebidas que “moldearon”el garguero nacional, como elFernetBisconti, el Coñac Tres Plumas, la Ginebra Bolsy el Amargo Serrano.

Hoy, en octubre de 2018, el reducto, que estuvo cerrado durante algún corto tiempo, se dispone a reabrir sus puertas al público, con espíritu renovado, aunque con la mística de siempre.

La resistencia sigue viva, porque la cultura nacional es una parte irrenunciable de nuestro espíritu.

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