Deuda externa: Argentina busca que sus acreedores no le cierren el futuro

Deuda externa: Argentina busca que sus acreedores no le cierren el futuro

La extrema fragilidad de las cuentas públicas exigen la dureza negociadora que ostenta Guzmán. El domingo podría haber acuerdo, si todo fuera bien.


Pareciera que no existe conciencia del estado de fragilidad en que se encuentra la Argentina por estos días. La pandemia que estamos atravesando, en realidad sólo coadyuvó para llevar hasta extremos casi imposibles la vulnerabilidad de las cuentas del Banco Central. Pero demasiadas voces hablan de cualquiera otra cosa, como si tal endeblez fuera un tema menor, casi desechable.

Al día de hoy, las reservas netas del Banco Central, descontados el “swap” de yuanes chinos, los encajes bancarios, las reservas de oro –de las que una gran parte están depositadas en Londres- y los derechos especiales de giro, que es la moneda del FMI (los special drawing rights), ascienden sólo a 3.472 millones de dólares de libre disponibilidad. Si se sumaran todos los rubros, la cifra llegaría hasta unos falaces 42.000 millones de dólares de reservas.

En medio de tantas tensiones –nadie sufre más coacciones que los pobres y los débiles-, el ministro de Economía argentino Martín Guzmán está obligado a ser un “duro entre los duros” en su posición negociadora con los tenedores de bonos de la deuda externa argentina.

La inviabilidad en el cumplimiento de los compromisos externos de Argentina se asemeja tanto a una “tormenta perfecta”, es tan profunda que casi pareciera que esta fragilidad económica que atraviesa el país hubiera sido construida deliberadamente.

El núcleo de la negociación del tramo de la deuda soberana bajo ley extranjera que lleva adelante Guzmán por estos días asciende a 66.500 millones de la moneda norteamericana. Para conseguir un acuerdo con los bonos K –los que renegoció Néstor Kirchner hasta 2005- es necesario lograr el acuerdo del 75 por ciento de los tenedores de bonos, en tanto que los bonos emitidos en tiempos de Macri exigen la conformidad del 66 por ciento de los bonistas.

Hay varios ítems que se están negociando a contrarreloj en estos precisos momentos. Primero, se firmará un Acuerdo de Confidencialidad (Non-Disclosure Agreement), por el cual ambas partes se comprometerán a no revelar los montos finales del acuerdo hasta que éste haya sido conseguido. A la vez, los asesores de Guzmán están redactando el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con la oferta final, por el que se ampliaría el plazo por diez días más, para que haya tiempo para que la oferta seduzca a más acreedores. En tercer término Guzmán quiere extender la negociación hasta el domingo y dejar registrada la propuesta ante la Comisión de Bolsa y Valores norteamericana (U.S. Securities & Exchange Commission o SEC, como se la conoce por sus siglas) por diez días consecutivos, que es el plazo necesario para que se cumpla con la formalidad de que quienes lo deseen presenten sus demandas y objeciones. Finalmente, el DNU sería publicado en el Boletín Oficial del 15 de junio, si todo siguiera el cauce previsto y el acuerdo se cierra este viernes, como suponen los expertos.

El sendero transcurriría luego, de no aceptar los acreedores la oferta final argentina, que rondaría el pago de unos 50 centavos por cada dólar adeudado, por la solicitud de éstos de declarar el default de la deuda, un extremo al que nadie desea llegar, porque nadie resultaría favorecido por esta situación. Más aún, la oferta argentina fue pagar casi 47 centavos y los fondos más importantes contraofertaron que fueran 54 céntimos de dólar. Por esta razón, el acuerdo final rondaría el medio dólar por cada dólar adeudado.

Juan Pablo Costa, economista del Centro de Economía Política Argentino (CEPA), consultado por Noticias Urbanas, planteó que “el proceso de negociación que está en curso se inició con una propuesta que fue rechazada, pero básicamente vemos que hay por estos días un principio de acuerdo, que consiste en la reducción a dos años del período de gracia –se habían pedido cuatro años, inicialmente- para comenzar a pagar capital e intereses. La escasa diferencia entre la oferta y la contrapropuesta de los acreedores hace pensar que habrá un pronto acuerdo”.

Luego, Costa expresó que “la negociación fue claramente exitosa, ya que el objetivo del Gobierno era el de mejorar la situación post-Macri, que venía de un default, porque no otra cosa fue el reperfilamiento”.

“La nueva propuesta estaría lista el viernes, por lo que habrá mientras tanto un fuerte tira y afloje y se supone que estaría alrededor de los 50 centavos. Más aún –continuó el experto-, voceros del FMI plantearon hace pocos días que una quita menor al 50 por ciento volvería no sustentable al acuerdo, por eso, es difícil que siga en vigencia la propuesta de 54 centavos”.

Luego, Costa expresó que “la negociación fue claramente exitosa, ya que el objetivo del Gobierno era el de mejorar la situación post-Macri, que venía de un default, porque no otra cosa fue el reperfilamiento”.

El experto planteó que “Argentina tiene la ventaja, además, de que existe un cambio de enfoque en el mundo en este tiempo, que se tradujo en un fuerte apoyo a la posición del país por parte de la comunidad internacional, que incluyó al presidente de Estados Unidos y a los primeros ministros de Francia y Alemania. De todos modos, inmediatamente de concluida esta negociación, se deberá iniciar una similar con el Fondo Monetario Internacional, que va a ser muy dura también”.

NU: ¿Cuál es el panorama que sobrevendrá después del acuerdo con estos bonistas?

JPC: Ahora viene alinear la situación fiscal, que será posible porque los pagos de los servicios de deuda eran altísimos y desequilibraban el presupuesto. Ahora, por dos años, esa situación no estará y esto nivela los recursos. No hay que olvidar que este Gobierno heredó una economía en la que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios llegó al 20 por ciento, la caída del empleo registrado fue muy alta y miles de Pymes se encuentran en crisis, cuando no cerraron directamente. Pero ésta era la situación pre-pandemia, ahora es mucho peor. Pero con los recursos liberados por la negociación se pueden encarar la ayuda al desarrollo y transformar los mercados para mejorar la demanda interna. Esto exigirá programas de asistencia a las Pymes para conseguir el crecimiento de la demanda agregada, es decir, el consumo interno. A partir del domingo, que es cuando se supone que se anunciaría el acuerdo con los bonistas, el Gobierno podría concentrarse en algunas cuestiones urgentes, como la atención a todos los sectores que fueron perjudicados por la pandemia y en las reformas necesarias para encarar el sendero del desarrollo, en el que no debería estar ausente tampoco un cambio en el modelo tributario.

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