Después de 88 años, Sam Spade sigue siendo el más negro

Después de 88 años, Sam Spade sigue siendo el más negro

La editorial RBA reunió en un solo volumen los cuatro relatos que protagonizó el detective, escritos por el más grande del género.


La novela fue publicada en 1930 y los cuentos aparecieron en la revista The American Magazine a lo largo de 1932. Samuel Dashiell Hammett, escritor en sus tiempos libres, detective de la famosa agencia Pinkerton, soldado en las dos guerras mundiales, fue además uno de los enemigos preferidos del senador Joseph McCarthy, que presidía la Comisión de Actividades Antiestadounidenses y lo mandó a prisión por seis meses cuando el escritor se negó a delatar a otros comunistas.

Sam Spade, al que describe como un “simpático Satanás rubio”, es un detective privado que se lanza al barro permanentemente, provisto de un oscuro sentido de justicia. En sus casos predominan los marginales de una sociedad en crisis, delincuentes de poca monta, estafadores fracasados y náufragos de los feroces hundimientos que provocan los fríos e insensibles “magos de las finanzas”.

“Llevaba puesta una corbata tan naranja como una puesta de sol”, describe irónicamente a uno de los clientes de Spade en “Demasiados han vivido”, uno que llega a su oficina pidiéndole que averigüe el paradero de su amigo –un chantajista–, de quien solo quiere saber lo que le ocurrió, aunque a la vez espera que “no lo encuentre nunca”.

Luego, en “Solo pueden colgarte una vez”, resuelve el caso de un falso millonario que engañó a sus dos sobrinos haciéndoles creer que en los 15 años que estuvo ausente amasó una fortuna en Australia, aunque en realidad los pasó alojado en un confortable departamento situado en la prisión de Sing Sing. Spade es contratado por uno de ellos porque lo abandonó para irse a vivir con el otro. Cuando se presenta en la casa de este, el ex convicto asesina a dos personas en rápida sucesión, hasta que Spade resuelve ambos crímenes y lo envía nuevamente a residir en la remota Sing Sing, que se encontraba cerca de Nueva York, a más de cuatro mil kilómetros de San Francisco.

En “Un tal Sam Spade”, este resuelve un crimen en una tarde. Alguien lo llama porque teme que lo maten y efectivamente lo hacen antes de que el detective llegue. La danza de los sospechosos comienza y el asesino resulta ser su propio hermano, que cumplió una condena en San Quintín, el penal que estaba ubicado en la propia San Francisco, hogar de Spade. En consecuencia, de la mano del detective, el asesino, que se encontraba poseído por la nostalgia, volvería a alojarse en la misma peligrosa vecindad.

En El halcón maltés, la trama se basa en la búsqueda de una curiosa estatua salpicada de piedras preciosas que en 1530 los Caballeros de la Orden de Malta le regalaron al emperador Carlos V. Durante cuatro siglos, la enjoyada escultura ha pasado de mano en mano, objeto de estafas, robos y misteriosas desapariciones. Todo comienza cuando una bella pelirroja –la misma que inspiró la figura de Jessica Rabbitt en la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit? – le encarga que busque a su hermana, presa de un estafador británico.

El socio de Spade, Miles Archer, sigue a la mujer cuando se retira, pero esta lo asesina. Su historia es mentirosa, pues Brigid O’Shaughnessy –la pelirroja– en realidad busca a su socio, que se quedó con la estatuilla. Spade va develando la trama del engaño, que incluye hasta a una banda internacional de inescrupulosos estafadores que no vacilan en matar para conseguirla. Finalmente, triunfa la justicia –el policial negro denuncia la corrupción de los que mienten respetabilidad, pero al final la fe en el sistema siempre se impone– y los malos terminarán en la cárcel, aunque siempre habrá otros –iguales a los condenados– que seguirán libres.

Amén. 

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