Desconcertado, Macri busca el camino a octubre

Desconcertado, Macri busca el camino a octubre

Sus asesores buscan explicar el “más tres, menos tres”, que los dejaría cerca de ganar el ballotage, a la vez que critican a Vidal.


Las dos versiones de Mauricio Macri reafirmaron que, pese a la contundencia de los resultados electorales del domingo pasado, el traje de candidato le puede más que el de la responsabilidad institucional. Moderado en las formas, Macri anunció un paquete de medidas para redoblar la apuesta al insistir con la posibilidad de llegar a una segunda vuelta.

“Quiero pedirles disculpas por lo que dije en la conferencia del lunes. Dudé de hacerla, porque todavía estaba muy afectado por el resultado del domingo. Además de sin dormir y triste por las consecuencias que tuvo en la economía”, leyó en el telepronter la última versión presidencial, ensamblada meticulosamente en la Jefatura de Gabinete y con algunos aportes del ala política a la que Macri desoyó el lunes cuando resolvió tirarle más nafta al fuego a la incertidumbre económica.

“Prioricé atender a la prensa para calmar ansiedades, dudas, como siempre lo he hecho. Sobre el resultado de la elección, sepan que los entendí, sepan que respeto profundamente a los argentinos que votaron otras alternativas. A los que votaron por nosotros en 2015 y decidieron no acompañarnos”, sostuvo.

El día después de que Alberto Fernández quedara a un paso de la Presidencia, la respuesta, obediente a la decisión de mantenerse en carrera electoral, mostró tantas fisuras que las internas llegaron a la velocidad de la luz. Fue el ministro Rogelio Frigerio, uno de los sobrevivientes del ala política, el que le había sugerido al Presidente anunciar en conferencia de prensa una apertura política para calmar la disparada cambiaria.

“Terminó hablando como el tano calentón que es, sin proponer apertura política ni llamar al diálogo a los gobernadores”, afirman desde un despacho.

“No escuchó a nadie. Y encima estuvo con Miguel Ángel Pichetto sentado al lado, que no tiene ningún rol institucional. Terminó hablando como el tano calentón que es, sin proponer apertura política ni llamar al diálogo a los gobernadores”, afirman desde esos despachos, donde también brotaba enojo por el juego solitario y personalista de María Eugenia Vidal en todos estos años.

“Construyó sólo para ella y nunca para el Presidente”. La conmoción se había apoderado de todo el círculo presidencial y a la vista del propio Mauricio Macri. Su amigo José Torello se cruzó con Hernán Lombardi en el Salón de los Bustos ante la atónita mirada del vocero presidencial Iván Pavlovsky y algunos de los periodistas que hacían guardia detrás de la puerta. En el medio de la acalorada discusión, el jefe de asesores de la Jefatura de Gabinete le reprochó al vaciador de los medios públicos por la carta que se filtrara a Clarín, en la que aseguraba que el peronismo quiere que el macrismo deje el poder “vomitando sangre”,  estacionaba el auto presidencial.

Macri hizo bajar al chofer y a su secretario y lo hizo subir a Torello para calmar los ánimos. Una postal que refleja las tensiones todavía no resueltas en el seno del poder. El contraste entre el discurso de María Eugenia Vidal y el de un Macri, incendiario también, que deja en claro que la etapa que viene los tendrá cada vez más separados. Cada uno, enfocados en sostener una campaña electoral que la inmensa mayoría de los argentinos ya da por resuelta.

Fue en una cena en la Residencia de Olivos en la que cada uno de los protagonistas dijo lo que tenía que decir y donde también estuvo Horacio Rodríguez Larreta, que espera que la ola triunfalista del Frente de Todos no se lo termine llevando puesto también a él en octubre.

Los radicales, al igual que algunos integrantes de la mesa chica, le pidieron que se moderara y empezara a abrir un canal de diálogo con Alberto Fernández. Sin reconocer la derrota, el Presidente anunciaba el miércoles por la tarde su conversación con su contrincante. “Él se comprometió a colaborar en todo lo posible para que este proceso electoral, y la incertidumbre política que genera, afecte lo menos posible a la economía de los argentinos. Se mostró con la vocación de intentar llevar tranquilidad a los mercados respecto a los riesgos de una eventual alternancia en el poder y quedamos en mantener una línea abierta directa entre los dos”.

Por primera vez, la palabra “alternancia” era pronunciada por Macri, que a cada momento que pasa, se desmiente así mismo y sigue sin reconocer la realidad. Con Marcos Peña a la cabeza y Elisa Carrió como abanderada, el oficialismo empezó a repetir a coro que dar vuelta la elección es una posibilidad. Frigerio insiste con la suya: “No podemos estar en campaña, tenemos que atender los problemas de la gente”.

Él y Emilio Monzó, marginado definitivamente de cualquier decisión estratégica, entienden que el tiempo les dio la razón. No hay marketing que pueda reemplazar a la política. Es la misma maquinaria electoral que vaticinaba una derrota con una diferencia de tres puntos y que ahora promete la fórmula del “más tres, menos tres” para convencerse a sí mismos. Creen que si Alberto Fernández y Cristina Kirchner caen tres puntos y ellos crecen otros tres, estarían cerca de un balotaje, porque en octubre además habría mayor participación en las urnas ¡y todos los nuevos votarían por ellos!

La insensatez llevó al Presidente a sugerirle al mundo que la culpa de todo la tenían los argentinos, que no lo habían votado. Su nueva versión, la que se mide en las formas, garantiza que trabajará para “cuidar la gobernabilidad” y  para “darle pelea a ese futuro que todos nos merecemos”. Uno que los argentinos ya resolvieron.

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