Con un acuerdo caído, Macri reza para que le llegue el desembolso del FMI

Con un acuerdo caído, Macri reza para que le llegue el desembolso del FMI

Los números de la economía real son cada vez peores. Su poder se diluye y no puede ni siquiera acordar con la oposición.


Azotados por las tempestades de una constante inestabilidad, fruto de una larga cadena de desaciertos que mina sus aspiraciones de permanecer en la Casa Rosada, los estrategas de la continuidad de Mauricio Macri en el poder apelan por estos días a posicionar su candidatura atribuyendo los errores propios a la oposición que encarna el Frente de Todos.

Por de pronto, el lunes se reunió por primera vez la Mesa de Acción Política creada recientemente, con el fin de diseñar la segunda etapa de la campaña electoral que culminará el 27 de octubre. Los voceros del encuentro, los radicales Mario Negri y Luis Naidenoff, acusaron a los gobernadores peronistas que se quejaban por los recortes en la coparticipación de “extorsionar” al Gobierno, mientras aclaraban que al peronismo “no se le pide que cogobierne”, pero que “la responsabilidad es colectiva”.

Paralelamente, “los mercados”, antes amigos incondicionales de Macri, mostraron su crispación y asestaron dos duros golpes al Gobierno: el miércoles el dólar se movía en la franja de los $60 y la tasa del riesgo país alcanzaba los 2142 puntos.

Entre esos dos niveles –la política y “los mercados”- una delegación del FMI arribó sigilosamente el sábado al país y el mismo día se reunía con Hernán Lacunza al mismo tiempo que en la Plaza de Mayo una multitud ovacionaba a un eufórico Mauricio Macri. La reunión fue solamente exploratoria, hasta donde se sabe. No hubo decisiones por parte de los burócratas Alejandro Werner –nada menos que el director del Hemisferio Occidental del organismo- y Roberto Cardarelli.

Lo que sí se sabe es que éstos les comunicaron a las autoridades económicas argentinas que el acuerdo con el organismo que ellos representan está caído y que será dificultoso que llegue en septiembre el desembolso de u$s 5.400 millones que estaba previsto. Para que esto ocurra, las condiciones que le exigirían al Gobierno podrían sobrepasar sus posibilidades de cumplirlas, una de las cuales sería que consiga la firma de un acuerdo con la oposición. Igual, en este tema no está todo dicho, a pesar de que campea el temor de que estos dólares se fuguen a través de los fatigados controles que deberían custodiarlos.

En realidad, la caída del acuerdo Gobierno-FMI ya ocurrió el 11 de agosto y todos lo sabían, pero hacían como si no lo supieran, en un curioso ejercicio de hipocresía política. Más aún, entre junio y julio pasados, salieron del país u$s 27.500 millones en carácter de Formación de Activos Externos de libre disponibilidad (fuga de divisas) y u$s 9.200 millones más por Reversión de Inversiones (fuga de capitales golondrina, que llegan y se van de acuerdo con los vaivenes del “mercado”).

Mientras tanto, la economía real, que no fue beneficiada con ninguna promoción desde el Gobierno, muestra números terribles. La actividad económica cayó un 2,9 por ciento en julio, mientras que el índice de construcción disminuyó un 2,4 por ciento en junio. Paralelamente, por estos días, las veloces pistolas remarcadoras de los supermercados disparan frenéticamente sin parar, dibujando un horizonte incierto, pero seguramente peor que el actual. Simultáneamente, los títulos y acciones de Edenor, Transener, Galicia y Macro cayeron un 60 por ciento en Wall Street.

Para peor, Guido Sandleris vendió después de las PASO u$s 8.830 millones y hoy quedan disponibles en el tesoro del Banco Central sólo u$s 15.000 millones.

La pregunta es: si en 17 días se perdieron 8.830 millones, ¿cuánto pueden durar los restantes, para el caso de que ocurriera un mínimo cimbronazo?

Una respuesta posible la daría la circunstancia de que existe una casi exacta paridad entre la totalidad del préstamo otorgado por el FMI en junio de 2018 y la fuga de capitales acaecida en el mismo período. Esto contraría los principios del organismo, que por lo que se puede deducir se asemejan a los de Groucho Marx (¿un FMI marxista?), que ofrecía adaptar sus creencias a la voluntad de su interlocutor. “Éstos son mis principios –decía el primogénito de los Marx-, pero si no le gustan, tengo otros”.

Estas fugas, financiadas con el dinero del organismo internacional, configuran un “pecado financiero” de difícil perdón (¿será por eso que no hubo waiver?). Sólo un amigo muy influyente (¿Trump?) pudo haber evitado la condigna sanción contra nuestro país.

Como conclusión, el caos en que se encuentra hoy, no sólo la economía, sino el país, augura un futuro inmediato plagado de amargura para la inmensa mayoría de los argentinos. Es tal la cadena de engaños, descontrol y mala administración que el propio Donald Trump hace tiempo que ya ni siquiera le atiende el teléfono a su otrora amigo Mauricio Macri.

Por esta razón, ahora tiene cada vez más importancia la palabra de Alberto Fernández, que no es presidente ni ejerce ningún tipo de poder que no sea el de los once millones de votos que obtuvo el Frente de Todos en las PASO, que recibe presiones inconcebibles para quien es sólo eso que él es: un candidato con posibilidades de ganar.

En cuanto a la reunión realizada el lunes último, en la cual Werner, Trevor Alleyne y Cardarelli escucharon a Alberto Fernández, Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen, el comunicado posterior del Frente de Todos la explica con claridad.

Allí, tras cuestionar la naturaleza del acuerdo del Gobierno con el FMI, el candidato peronista responsabilizó a ambos por la situación actual y dejó ver en el trasfondo que se negará a acordar nada con el organismo de crédito antes del 10 de diciembre. De todos modos, dejó en claro que la única salida que le queda será la de refinanciar los plazos y los montos adeudados por el acuerdo actual. El FMI no fue a que lo agredieran, sino que fue a hablar con la persona que les pagará, que no es, indudablemente, Mauricio Macri.

En el camino, el Gobierno sólo podrá contar con la promesa del candidato ganador en las PASO de no hacer nada que pueda empeorar la situación previa al traspaso del mando.

Hasta tanto, el responsable por lo que ocurra es el presidente y la lógica política enseña que sería imprudente para Fernández asociarse con un Gobierno que no sólo se equivoca en todo lo que hace, sino que encarna una opción opuesta a la que él pretende representar.

Entonces, es posible que se llegue a octubre, pero quizás se acorte la fecha del traspaso del mando. A tanto llegan el desorden y la confusión.

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