CABA: cuando el método de gestión mata la especulación política

CABA: cuando el método de gestión mata la especulación política

Análisis político.


La Capital fue y es un lugar clave de nuestro país, porque aquí, además del gobierno local, está afincado el gobierno nacional y esta corta geografía es la caja de resonancia de todo lo que el poder proyecta sobre el resto de la Nación. 

Esto, tanto en épocas de autonomía -desde la Constituyente de 1996- como en las anteriores. Y cada vez más resulta cierto que si bien Dios está en todas partes, no hay duda que fijó domicilio en la Comuna 1. Los grupos de medios que ya decidieron competir en las decisiones nacionales también están aquí instalados (y a los móviles nos les gusta hacer más de 200 km, en el peor de los casos). La Ciudad de Buenos Aires será siempre Mónaco en el comparativo nacional. Acá la plata está y hay que hacer, sí o sí. Salvo errores no forzados, de acá nadie sale si no es para arriba.

Aquí gobernó en el siglo pasado el peronismo, promovido desde el gobierno nacional, cuando éste ponía al Intendente. El bipartidismo con la UCR era la regla, con la derecha y la izquierda flanqueando a los dos grandes partidos. Era el caso de la Ucedé y el Partido Intransigente, en el período inmediatamente posterior a la dictadura. El distrito fue históricamente radical, sobre todo en el recorrido de la avenida Rivadavia, conservador en buena parte de su comportamiento político, pero siempre con novedades y sorpresas disruptivas, que con el devenir del tiempo se hicieron más visibles y contundentes.

Qué lugar envidiable para estar en octubre de 2019 tiene el actual jefe de Gobierno, pensarán desde la Casa Rosada o desde La Plata, dos de sus socios en el camino conjunto en los últimos quince años.

Aquí fracasaron al límite de la humillación electoral, los dos grandes partidos, el PJ primero y luego la UCR, no alcanzando el 2 por ciento en algún momento a fines del siglo XX. Y de ahí en adelante no se presentaron más propuestas competitivas, al menos en estado puro, como todavía se les reconoce en otras partes del país.

Acá nacieron también el Frepaso y el Pro, ambos imponiendo primero a los jefes de Gobierno en la Ciudad y luego presidentes o vicepresidentes de la Nación, de la mano del aparato territorial nacional de la UCR. Pintaba para el nuevo clásico porteño entre ambos, pero el Frepaso no resistió el fracaso de la Alianza. La fórmula del Obelisco, más Cromañón y la impericia de Aníbal Ibarra  se encargaron de eliminar los argumentos residuales de esa aventura. También aquí vimos elecciones espectaculares y sorpresivas, como las de Pino Solanas y Luis Zamora o también la irrupción de Gustavo Béliz, por citar tres sprints electorales que poblaron la Legislatura desde lugares no tradicionales.

Hay poco para inventar de lo que se viene. El Pro, al que quizás  le convendría no usar la marca Cambiemos y seguir con la vaguedad de Vamos Juntos hasta crear una nueva marca a futuro, está consolidado luego de doce años de gobierno de un mismo equipo, comandado el último tiempo en la gestión por Horacio Rodríguez Larreta. Y la gestión es su plataforma de avance, su portaaviones, su ascenso en la sucesión a primera  y lo que tiene para mostrar si desea seguir elevando su ambición política a escala nacional.

El paso previo y necesario es retener la Ciudad en octubre. Qué lugar envidiable para estar en octubre de 2019 tiene el actual jefe de Gobierno, pensarán desde la Casa Rosada o desde La Plata, dos de sus socios en el camino conjunto en los últimos quince años. Sin estar a salvo -esa palabra no existe-, es la zona de mayor confort para defenderse de esa caída virósica que generó el Presidente de la Nación. Y de la que nadie se salvó. Ni Larreta, con toda su gestión arriba de la mesa. 

La potente amenaza de Cristina acá no le alcanza -como sí podría en Provincia de Buenos Aires- para promover un jefe de Gobierno, aunque sí provocará una menor merma, o fuga de espacio opositor peronista o kirchnerista, como quieran llamarlo. Ella ronda el treinta por ciento de la intención de voto y su espacio local, que compite el mismo día, podría tener un ligero corte, no mayor a un tres o cuatro por ciento. Lo que le daría a ese espacio aproximadamente un 25 o 26 por ciento.

La pregunta del millón, es si Martín Lousteau (y cómo) puede volver a acceder a un duelo de segunda vuelta. ¿Hay espacio político para generar una propuesta de 30 puntos, que no coincida ni con Cambiemos, ni con los K, ni con la izquierda? Es imposible por ahora que lo alcance solo. Si Lavagna decide ser su soporte nacional, quizás algo pueda cambiar. Pero ambos son pavos reales, por lo que hoy eso no es posible. Por ahora el método sigue siendo más valorado que la indecisión.

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