San Telmo: Atentaron contra un local de La Cámpora

San Telmo: Atentaron contra un local de La Cámpora

La Unidad Básica Templanza Suramericana, ubicada en Defensa 680, del barrio de San Telmo, fue atacada en la noche del domingo. Rompieron la vidriera. Los ataques se repiten. ¿Policías en acción?


A las 4:20 de la mañana del domingo, un hombre destrozó los vidrios y las puertas del local de la Unidad Básica de La Cámpora “Templanza Suramericana”, situada en Defensa 680, del barrio de San Telmo.

El local de La Cámpora agredido, visto desde adentro hacia la calle Defensa.

Esta agresión se produjo en medio de un clima de estigmatización que fue sembrado por los medios contra La Cámpora, los docentes y otros movimientos sociales, que estimuló ya otros ataques contra esta misma Unidad Básica y contra otras instancias políticas y de los movimientos comunitarios.

De todos modos, en el pasado, algunos ataques contra los integrantes de esta agrupación incluyeron armas de fuego, con las que se amenazó a algunos militantes en situación de ser disparadas y otras veces fueron usadas para asestar culatazos con ellas. La presencia de estas armas de fuego podría hacer presumir que existen entre los agresores elementos policiales o delictivos. Los hombres honestos no esgrimen pistolas para ejercer su vocación política o ni amenazan a otros con dispararles porque sustentan desacuerdos ideológicos. Las excepción a esta regla podría ser la agresión contra el local de Nuevo Encuentro de Villa Crespo, que fue baleado el cinco de marzo de 2016 por un vecino algo alterado, aunque no inocente.

En el caso particular de la Unidad Básica Templanza Suramericana, esta agresión no fue el inicio de nada. Antes de provocar los destrozos, el agresor de este domingo había sacado fotos del local y había estado provocando a sus militantes. Las fotos pueden significar el despliegue de tareas de inteligencia que podrían ser compartidas con otros grupos de choque, para hacer más efectivos los próximos asaltos.

Pero este ataque no fue el primero. Todo comenzó con bombas de pintura lanzadas contra un mural que muestra a Néstor Kirchner, a Cristina Fernández de Kirchner y al hijo de ambos, Máximo Kirchner, al que además le fueron efectuados varios rayones. Luego, se produjeron una larga serie de amenazas para que los militantes de la Unidad Básica no realizaran una radio abierta los sábados, que escalaron hasta un apriete policial para que se abandonara la idea de seguir propalando sus ideas.

Además, en una actividad que realizaron los camporistas con el exjuez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni, algunas personas entraron al local, provocaron destrozos y dejaron una nota amenazando a los militantes y al propio exmagistrado. Por otra parte, el responsable del local, Enrique Aurelli, fue amenazado y agredido de un culatazo en la tarde del 21 de enero por una persona que se identificó  como exmiembro de las fuerzas de seguridad.

Lo inaceptable del caso es que quienes deben proveer la seguridad estén sospechados de estar implicados en las agresiones, o al menos, de que sean los detectives que no encuentran nunca a nadie. En este caso, nadie fue, nadie está sospechado, nadie agredió, nadie rompió nada, ni nadie agredió físicamente a nadie.

Al menos, si bien los militantes agredidos pueden tener alguna suposición de quienes fueron sus victimarios, no es propiedad de la Justicia ninguna de estas hipótesis, porque nadie se hace cargo de nada.

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