Arrancó la campaña porteña

Arrancó la campaña porteña

A menos de un mes de las internas abiertas, se mantienen algunas incógnitas sobre la elección en la Ciudad. Según cómo se resuelvan, se podrá hacer una lectura inmediata pero también jugar con proyecciones relojeando 2019.


Desde 2005, en aquella elección para diputados nacionales que parecía partida en tres entre Mauricio Macri (Pro), Elisa Carrió (ARI) y Rafael Bielsa (FpV), pero que finalmente ganó cómodo el actual presidente, los comicios en la Ciudad de Buenos Aires tienen una particularidad: hay pocas dudas sobre el ganador. La irrupción del macrismo en el Gobierno local en 2007 y su consolidación en las urnas lo colocaron como claro favorito. Esa nula expectativa sobre quién saldrá primero en el distrito se repetirá seguramente en las PASO del 13 de agosto y las generales del 22 de octubre, para las que la versión autóctona de Cambiemos, Vamos Juntos, parece encaminarse a una victoria segura.

Sin embargo, a menos de un mes de las internas abiertas, se mantienen algunas incógnitas sobre la elección en la Ciudad. Según cómo se resuelvan, se podrá hacer una lectura inmediata pero también jugar con proyecciones relojeando 2019.

¿Por cuánto gana Carrió?

Si bien, como se dijo, no hay encuesta que no ubique a la líder de la Coalición Cívica al tope de las preferencias de los porteños, dentro del oficialismo ya se mezclan distintos análisis y se establecen parámetros para calificar el futuro triunfo de Carrió. Un encumbrado funcionario hace un primer barrido y dice, lógico, que la performance de la diputada debe compararse con otras legislativas nacionales de medio término, para eliminar el efecto arrastre de un candidato presidencial. Y en el repaso de esos antecedentes, la mejor actuación del Pro en el distrito fue en 2013, cuando la dupla de los candidatos a senadores Gabriela Michetti y Diego Santilli, más el rabino Sergio Bergman al tope de la lista para la Cámara baja, lograron poco más del 39 por ciento. Paradójicamente, dejaron en un dignísimo segundo lugar al trío Pino Solanas (senador), Carrió y Martín Lousteau (diputados), en esa experiencia tan exitosa como efímera que resultó Unen.

“Si Carrió supera ese número ya será una muy buena elección”, resumen en el Gobierno porteño. Curioso: si “solo” orilla los 40 puntos, Vamos Juntos corre riesgo de perder bancas de diputados nacionales en la Ciudad, ya que renueva siete de trece. La lectura, de todos modos, será más política que de cargos y aun cuando quede algún escaño en el camino habrá brindis extendido si se supera esa barrera. La posibilidad está hoy más que latente: todas las encuestas conocidas hasta ahora, incluso de opositores como el PJ porteño, dan a Carrió arriba o al menos cerca de cantar 40.

Qué hará Carrió con ese envión si llega a conseguir un triunfo aplastante es otra incógnita. En algún momento, cuando se especulaba con su candidatura provincial, se creía que buscaba un espaldarazo para ir por la Gobernación en 2019; especulación que se convirtió en humo una vez que ratificó su postulación porteña. Difícil parece que repita un esquema similar en la Ciudad, es decir, que use esta elección para ir por la Jefatura de Gobierno. Traicionaría a su principal aliado en el distrito, Horacio Rodríguez Larreta, anotado para 2019 casi antes de competir en 2015. Además, Carrió nunca mostró demasiado afecto por el Ejecutivo porteño: no se candidateó para ese cargo ni siquiera cuando tenía una muy buena imagen local. Lo suyo siempre fue lo nacional. Más dudas: ¿si le va tan bien como auguran los sondeos, va por su quinta candidatura presidencial?

¿Cómo queda posicionado Lousteau?

Así como el ex ministro de Economía no imaginaba un balotaje tan peleado con Rodríguez Larreta en 2015, difícilmente pensaba en un 2017 tan complicado electoralmente. Su llegada a la embajada de los Estados Unidos, con el cambio de Gobierno, parecía posicionarlo más bien para dar un salto hacia arriba. Pero acaso un mal manejo en sus movimientos políticos (solo el tiempo dirá si hizo bien en detenerse en este mojón electoral) haga que ese lanzamiento termine con su figura varios escalones abajo.

Lousteau, que sostiene su candidatura en su figura y un sector importante de la UCR porteña, ya ha blanqueado sus planes: mostrarse ahora para ir por la revancha en 2019 contra su (cada vez más) enemigo político, Rodríguez Larreta. A favor suyo, el exministro, que puede sonar pedante en público, tiene los pies sobre la tierra en privado sobre el nuevo escenario. Se planteó como objetivo repetir los números de la primera vuelta para jefe de Gobierno en 2015, un poco por arriba de los 20 puntos. Para quien luego consiguió 48 y pico en un mano a mano puede sonar a poco. Pero las encuestas, incómodas, lo ubican hoy por debajo de aquel umbral.

Es cierto que recién arrancó formalmente la campaña y que ni siquiera se difundieron los spots en radio y TV. Pero los sondeos ubican hoy a Lousteau en otro lugar simbólicamente muy complicado, más allá del número final que consiga. En varios estudios aparece tercero, debajo del kirchnerismo. Esa posición sí se presenta muy difícil de remontar de cara a 2019.

¿Con Filmus vuelve la derrota digna del PJ?

Acaso por una personalidad demasiado tranquila, para algunos al borde de lo sumiso, al ex ministro de Educación de Néstor Kirchner todavía hoy lo torturan políticamente con su récord porteño: perdió en todas las elecciones en las que se presentó. Dos primeras vueltas y dos balotajes para jefe de Gobierno y dos candidaturas para senador por el distrito. El golpe en 2013, en aquella elección con Michetti, Pino y Cía., fue durísimo: directamente quedó fuera de la Cámara alta.

Pero su retiro en 2015 mostró otra realidad: si con Filmus, durante seis años, no alcanzó para ganar en la Capital, sin él se quedó al borde del papelón. En 2009, la lista K encabezada por Carlos Heller apenas pasó los diez puntos. Y en 2015, para jefe de Gobierno, Mariano Recalde quedó tercero cómodo y fuera para la segunda vuelta.

Los números a principios de año eran alarmantes: tanto que se empezó a medir a figuras como el periodista Gustavo Sylvestre para ver si movían la aguja, ante la debilidad de otros referentes más clásicos del distrito, como el mencionado Recalde, Axel Kicillof, Juan Cabandié o Gabriela Cerruti. Así volvió a surgir la figura de Filmus, que, antes que quedarse en su casa o tener que trabajar por fuera de la política pública, prefirió ser el mascarón de otra derrota digna.

Con los nuevos tiempos que corren, un segundo puesto, debajo de Carrió pero postergando a Lousteau, dejará sabor feliz a los representantes de Unidad Porteña. Se descuenta que en las primarias, el ex ministro de Educación barrerá con las otras dos opciones del frente: la dupla bizarra entre Guillermo Moreno y Gustavo Vera, el mediático amigo del Papa, y la variante de izquierda K que representa Itai Hagman.

Acaso sea un déjà vu y Filmus vuelva diez años atrás, cuando festejaba exultante el segundo puesto en la primera vuelta para jefe de Gobierno en 2007, dejando atrás a Jorge Telerman. Luego Macri lo destrozaría en el balotaje. Y en 2011 dos veces más. La desgracia de ser peronista en el distrito equivocado.

¿Hay lugar para una sorpresa?

Si la incógnita en la Provincia es si en el escenario hay lugar para Sergio Massa y aunque sea un rinconcito para Florencio Randazzo, en la Ciudad otra de las dudas es si emergerá una cuarta fuerza. El distrito suele darse algunos gustos, como encumbrar a Pino Solanas, Ricardo López Murphy o Luis Zamora, para luego enterrarlos. Para esta elección, la cuarta opción parece repartirse entre el economista mediático Matías Tombolini, hombre de Massa y Stolbizer, y algún referente de izquierda, como el mencionado Zamora o la abogada Myriam Bregman.

Tombolini, que había arrancado entusiasmado la precampaña y confiado en su manejo mediático, se pegó un palazo de entrada cuando difundió un spot en la cocina de su casa quejándose porque “la guita no alcanza” y sufrió un acoso en las redes por lo bonitos y caros que se veían los artefactos en su hogar.

La campaña cuesta arriba de “Tombo” también quedó en claro con una jugarreta de diseño que frenó la Justicia: en el modelo de boleta que presentó, aparecían las fotos de Massa y Stolbizer, como para que quede claro a quiénes respondía. Pero Servini de Cubría los bochó, recordando que la normativa solo permite poner figuras de dirigentes que ya hayan fallecido. Tombolini deberá arreglárselas solo.

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