En la PBA salen a la caza del esquivo voto ajeno

En la PBA salen a la caza del esquivo voto ajeno

En las PASO quedaron afuera -sacaron menos del 1,5%- 12 partidos y frentes electorales en la Provincia. Ante la paridad, Cambiemos y UC pescarán todo lo que pueden de los demás.


El 13 de agosto, las PASO dejaron mucho paño por cortar. En territorio bonaerense, uno de los temas fue la supervivencia darwiniana de los partidos y coaliciones que acumularon más del uno y medio por ciento de los votos.

La importancia de los que quedaron eliminados -que conforman un universo de unos 360.000 votantes- es que todos ellos serán el coto de caza que invadirán, munidos de redes, trampas y gomeras los estrategas de los partidos que seguirán en carrera hasta el 22 de octubre.

Pero no se limita a los eliminados el territorio sobre el que van a operar los “elegidos”. Con la pelea circunscripta -en la elección principal- a sólo dos listas, la de Unidad Ciudadana y la de Cambiando Juntos, también han quedado expuestos a la seducción para que cambien de bando los votantes de las listas que encabezaron Sergio Massa y Florencio Randazzo.

La pelea para octubre promete ser feroz, voto a voto, cara a cara. La paridad en el resultado, que no favoreció a Cambiando Juntos, según fuentes del oficialismo, provocará esta suerte de contienda en la que los candidatos buscarán parecer más altos, más bellos, más amables y hasta más amorosos para todos los bonaerenses, indiscriminadamente.

Resumiendo, existieron 17 listas que compitieron en el casillero de diputados y otras 15 que presentaron a sus candidatos para el Senado de la Nación. Los únicos dos frentes que compitieron con “lista corta” -sólo para diputados- fueron las que encabezaron Luis D’Elía y Manuel Bertoldi, que representaron respectivamente a Encuentro Popular por Tierra, Techo y trabajo y Patria Grande.

Los partidos y las alianzas que no alcanzaron el 1,5 por ciento de los votos fluctúan desde la izquierda hasta la derecha. De ellos, la Izquierda al Frente para el Socialismo es el agrupamiento mayor, que superó por poco los 100 mil votos. Lo encabezaron dos mujeres: Vilma Ripoll y Manuela Castañeira. Es razonable suponer que casi todos sus votantes mudarán su preferencia hacia el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, una fuerza con la que comparten ideas, literatura y hasta la admiración común por algunos líderes de la revolución soviética. Mejor, quizás, deberían explicarles a sus seguidores las razones por las cuales no están unidos.

Las tres alianzas que se ubicaron detrás del partido de Ripoll y Castañeira comparten electorado, propósitos y hasta poseen plataformas electorales similares. Son el Frente Socialista y Popular, de Víctor de Gennaro y Lidia Braceras, que para diputados encabezó Gabriela Troiano; Creo, de Pino Solanas y Pablo Miceli, que en la boleta de diputados encabezó el titular de la CTA Autónoma Pablo Micheli y Patria Grande, que encabezaron Manuel Bertoldi y Soledad Bascuas para competir en el rubro diputados.

Entre todos ellos sumaron -sólo en el rubro diputados- casi 130 mil votos, que les hubieran servido para generar una propuesta política, además de librarse quizás de la guillotina del uno y medio por ciento. En realidad, ésta exige a los condenados que superen los 135 mil votos, aproximadamente. En este punto, la matemática electoral se diferencia de la ciencia exacta, porque allí no siempre la suma es sólo números. La unidad de distintas fuerzas políticas siempre genera expectativas y nuevos votantes.

El resto de los partidos, todos ellos muy minoritarios, concentran votantes a menudo disconformes con el sistema, de una manera u otra. Entre el Partido Federal y el Frente Patriota Bandera Vecinal, ambos situados a la derecha, sumaron casi 60 mil votos. Los federales son liberales -más que federales-, en tanto de los de Biondini fluctúan entre la admiración por el nazi alemán Adolfo Hitler, los escritos de Kalki -el seudónimo que utiliza Biondini en la prensa partidaria- y la exhibición de un símbolo similar a la cruz gamada que portaba el Partido Nacional Socialista alemán en la década del ’30. Se los podría definir como marginales.

Los demás partidos, Humanista; Todos por Buenos Aires; Encuentro Popular por Tierra, Techo y Trabajo; Del Campo Popular; Movimiento de Organización Democrática y el Movimiento Amplio de Trabajadores y Jubilados, suman una masa de escasa inserción y de una baja participación real en la vida democrática. Entre todos sumaron 72 mil votos, que ni siquiera les hubiera alcanzado para lograr un representante, aunque hubieran juntado sus votos.

A la caza del voto perdido

En esta pecera -la de los partidos excluidos- pescarán los partidos que siguen en carrera. Son 360 mil votos, a los que había que sumarles a los votantes que no concurrieron a las urnas el 13 de agosto, que fueron 3.252.373 de bonaerenses.

Como es de suponer, esta masa de prófugos de las urnas se repartirían más o menos proporcionalmente entre los partidos que se presentarán en octubre, que serán cinco: Cambiemos Buenos Aires (Cambiando Juntos); Unidad Ciudadana (Celeste y Blanca U); 1País Unido Hoy y Siempre; Frente Justicialista Cumplir y Frente de Izquierda y de los Trabajadores.

Los tres millones de votos que quedaron afuera del comicio -por voluntad propia, por disconformismo, por viajes o por mal humor, simplemente- serán el bocado fuerte de la pelea por los votos que faltan. Descartando el tema de la marcha de la economía, que suele ser vital a la hora de recoger votos, entrarán en la consideración de los votantes las afinidades y los antagonismos a la hora de decidir.

El peronismo incorporará a muchos de los votantes de Randazzo, a algunos pocos de Massa y a bastantes que provendrán de las expresiones de la izquierda moderada. Cambiemos pescará en el voto de clase media temeroso de Venezuela, del discurso de la falta de inversiones si gana Cristina y de los que se opusieron al Gobierno de ésta cuando estaba en el poder.

En este punto, el resultado está abierto. De todos modos, es necesario sumar otra reflexión que será un punto de análisis en los próximos meses. Sumando los resultados que publicó el gobierno en su página oficial llamada igual (Resultados), hasta ahora, cuando faltan adicionar los últimos votos en varias provincias -entre ellas la crucial Provincia de Buenos Aires- existe un empate técnico.

Cambiemos suma, hasta ahora, 8.395.904 votos y las distintas vertientes oficiales del Partido Justicialista obtienen 8.249.066 votos. Esto significa que hasta ahora existe una paridad similar a la que se exhibe en la Provincia de Buenos Aires. Pero hilar tan fino hacia 2019 cuando aún no se concretó la votación de 2017 sería un contrasentido. Como este cronista es un obseso de los archivos, esperaremos.

De todos modos, los últimos números que comenzaron a publicar las fuentes cercanas a Unidad Ciudadana ampliaban en algún punto la diferencia que se anunciaba en los días posteriores al 13 de agosto. De todos modos, la diferencia, sea a favor de quien sea, será exigua. Final abierto, con una leve ventaja del peronismo.

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